Nadie más indicado que el rector de la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Luis Graue Wiechers, para llamar la atención de Latinoamérica sobre la acción perversa que entraña el analfabetismo.
A partir de la realidad mexicana, donde, tal como lo ha denunciado, existen 4.4 millones de analfabetas mayores de 15 años, 9.5 que no han terminado la primaria, 16 millones que no concluyeron la educación secundaria, alrededor del 40 por ciento de las personas con un nivel insuficiente para comprender un texto y el 43 por ciento que no lee nada o casi nada, el profesor y médico de profesión Graue Wiechers considera “inaceptable” que esto siga ocurriendo en pleno siglo XXI en su país o en cualquiera de la región.
Y esgrime la que en apariencia parece una sencilla razón pero que en realidad destaca por su contundencia: “no saber leer o no poder comprender lo leído representa una de las mayores desventajas”, porque “el analfabetismo acentúa la desigualdad”.
Y va aún más al fondo: en las poblaciones que lo padecen “las cualidades de la lectura y sus bondades se desdibujan, las aspiraciones a ser mejores se desvanecen, la imaginación se acorta y la desesperanza crece”.
¿Habrá alguna radiografía más diciente?
En la búsqueda de alternativas contra el analfabetismo, porque lo suyo no es una mera queja, el profesor Graue Wiechers urge a las ciudades y a los países latinoamericanos a emprender “acciones que combatan la pobreza, la corrupción y el rezago educativo”, lo mismo que a concebir y a ejecutar “políticas públicas para enraizar en las familias el placer por leer un libro y revolucionar las bibliotecas públicas”.
Tareas ante las cuales, advierte, “no existe una solución fácil, pues ese problema tiene muchas aristas”. Y, a su juicio, en aquellos casos en los que vienen interviniendo de manera consciente las instituciones educativas y de cultura, las empresas editoriales y las organizaciones de la sociedad civil, “se requiere algo más para arraigar, sobre todo entre nuestros jóvenes, el gusto por ella”.
Y ese “algo más” comienza por el reconocimiento de que, en efecto, ciudades, países, sus respectivos gobiernos y las entidades de educación “no estamos haciendo lo necesario para fomentar la lectura”, contribuyendo a que persista esa “otra cara que no ríe, que está muda, que se encuentra aislada”, ante la cual “no podemos sentirnos tranquilos ni conseguiremos vivir en una sociedad justa, equitativa y democrática mientras sigamos sin saldar la injusta y lacerante deuda que tenemos con los analfabetas”.
Es la conclusión de quien, desde 1967 cuando ingresó a la UNAM, ha inculcado la relación estrecha que debe existir entre el ejercicio académico e investigativo y la solución de los problemas de la gente.
La huella de la palabra de Enrique Luis Graue Wiechers, a través de conferencias, ha recorrido la geografía de casi todos los países de Latinoamérica.