Pocas ciudades poseen la grandeza y el atractivo global para servir como escenario de un evento tan monumental como los Juegos Olímpicos. París es, sin duda, una de ellas. Los recientes Juegos Olímpicos no solo han mostrado la belleza atemporal y la importancia histórica de la ciudad, sino que también han resaltado el proceso de planificación urbana y las estrategias visionarias que se han venido gestando durante más de una década.
Uno de los aspectos más destacados de estos juegos fue la elección de los lugares. Por primera vez, la ceremonia de apertura no se llevó a cabo en un estadio tradicional, sino a lo largo de las orillas del río Sena, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Este evento marcó un hito global, no solo porque es la primera vez que se juega en la calle, sino porque el telón de fondo, el río Sena, ha experimentado una significativa rehabilitación, convirtiéndose en una arteria limpia y vibrante de la ciudad, sirviendo de «alfombra azul» de las delegaciones. Esta decisión fue una declaración del compromiso de París con la integración de sus activos históricos y naturales en las experiencias urbanas modernas. Fue el resultado de la coordinación entre actores públicos y privados por una apuesta de ciudad con visión de largo plazo.
La fotografía y el paisaje parisino cautivaron tanto como las competiciones deportivas, con escenas inolvidables como la equitación en el Palacio de Versalles, el ciclismo y el voleibol de playa con la Torre Eiffel de fondo. París, La ciudad de la Luz y del amor, abrió sus puertas para recibir a millones de viajeros y televidentes que disfrutamos de cada imagen, cada competencia, reforzando su liderazgo como la ciudad más visitada del mundo.
Los preparativos para albergar los Juegos Olímpicos han estado vinculados a la visión de una ciudad más sostenible y habitable, promovida por la alcaldesa Anne Hidalgo. Su concepto pionero de la «ciudad de 15 minutos» ha transformado París en una metrópoli más amigable para los peatones, con más carriles para bicicletas y con mayor conciencia ambiental. Esta transformación fue esencial para garantizar que París pudiera acomodar la afluencia de visitantes sin sobrecargar su infraestructura. Además, también demostró cómo la planificación urbana puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos al mismo tiempo que mitiga el cambio climático.
Adicionalmente, los Juegos Olímpicos ofrecieron a París la oportunidad de demostrar su compromiso con la arquitectura y la infraestructura sostenibles, pues muchas de las instalaciones son estructuras temporales o reutilizadas, minimizando el impacto ambiental que se asocia con la organización de eventos de esta magnitud.
En conclusión, la capacidad de París para abrirse al mundo durante los Juegos Olímpicos no se debió únicamente a su aprovechamiento de sitios históricos y monumentos culturales. Fue el resultado de años de planificación urbana estratégica, destinada a crear una ciudad sostenible, resiliente e inclusiva. El exitoso desarrollo de los Juegos Olímpicos ha reafirmado el estatus de París no solo como una capital cultural global, sino también como líder en desarrollo urbano innovador.