Para el común de los urbanitas, el paisaje se refiere a ese entorno natural vinculado al verde de las plantas. Los expertos nos invitan a mirar más allá: el paisaje son los ciudadanos, la cultura.
Es un asunto de mucha reflexión entre arquitectos, urbanistas, geógrafos y según el profesor Eduardo Martínez de Pisón, profesor emérito de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid, hasta de poetas.
Sin embargo, el hablar de paisaje para la gran mayoría de habitantes de las ciudades latinoamericanas se refiere a ese marco en el que lo natural está presente e incluso se considera paisaje aquel en el que lo verde, las plantas, está presente y ello en ausencia de la intervención natural.
Pero ahora, los expertos están haciendo un llamado urgente para que el grueso de los ciudadanos incorporemos la cultura en ese concepto de paisaje, con la finalidad de protegerlo, valorarlo, conservarlo. Máxime en momentos de cambio climático, oleadas de calor y ciudades deshumanizadas, debido a que el 80 por ciento de la población latinoamericana está ocupando las urbes. Cambiar la forma de ver el paisaje resultaría casi que un salvavidas para nuestro planeta.
“De lo que se entiende como paisaje muchas veces es como la naturaleza, pero lo interesante desde el concepto de paisaje es que también tiene que haber representación; es decir, puede haber naturaleza, pero no siempre hay paisaje. Hay paisaje cuando suceden expresiones artísticas y miradas del arte que permiten mediar un lugar y permiten impregnar en él otros valores como el de la belleza del color. Eso implica mirar un territorio más allá que su forma y sus datos, mirarlo con otros ojos”.
Eso afirma la arquitecta colombiana Natalia Castaño Cárdenas, magíster en Paisaje y Medio Ambiente Urbano en la Universidad de la Plata en Argentina, además de investigadora del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad Eafit, en Medellín (Colombia) y autora del recientemente publicado libro Barrios que cuelgan de la montaña.
Precisamente, el catedrático español en una de sus ponencias, denominada El puesto de la cultura en el paisaje, explica que el paisaje es una estructura bastante más compleja que sobrepasa la mera suma de elementos naturales y es la resultante de la integración.
“El paisaje es, así, una expresión del territorio. Por un lado, es una unidad de integración y una construcción formal resultante de un proceso evolutivo. Es una morfogeografía. La morfología, base del paisaje, muestra los rostros terrestres, su faz física y las fisonomías elaboradas a partir del cuadro natural por modos de vida, técnicas y funciones económicas, más los estilos, categorías y niveles culturales y morales. El concepto de estructura está implícito en el término paisaje; se parte de su existencia”.
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Pese a estar a miles de kilómetros y separados por un mar de distancia, resulta de sus criterios un mensaje valorativo de la función de la cultura en nuestras ciudades, ya que según Martínez de Pisón, la sostenibilidad del paisaje no es posible basarla en un “simple mantenimiento, sino en la adecuada protección en la dirección de su dinámica de sostenimiento y evolución, como en todo ser vivo”; y agrega que si no procuramos salvar el paisaje –con todo lo que en él se relaciona, como la cultura-, tampoco los ciudadanos podrán salvarse.
“Si somos libres, somos responsables de nuestros lugares, de nuestros paisajes. Cuando la mirada humana descubre el mundo como paisaje ve también, por tanto, su profundidad tras las apariencias. El paisaje, insisto, permite reconocer un nuevo escenario patrimonial”.
En ello insistió la experta colombiana comentando su libro Barrios que cuelgan de la montaña, pues quiso reconocer el aporte de la cultura y los artistas en el paisaje de la ciudad de Medellín y el papel que éstos tuvieron en el proceso de recuperación de la ciudad, que estuvo sumida en una profunda violencia durante las décadas de los 80 y los 90.
“Precisamente porque me interesaba conectar esos dos mundos (en el paisaje físico y el simbólico). Me interesaba conectar el mundo de lo social, de los procesos urbanos y del arte y que muchas veces se ven como cosas aparte. Pero me interesaba precisamente saber cómo muchos artistas se han involucrado en la transformación de sus barrios, de los espacios públicos, de los lugares”.
Un hilo común une a estos dos expertos, una colombiana y otro español, es que a través de dos maneras distintas comparten un mensaje para las ciudades latinoamericanas: la cultura es fundamental en lo que consideremos como paisaje y de cuidarla dependerá también el bienestar de la ciudad.