PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO: BAJO AMENAZA

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El patrimonio arquitectónico es el elemento tangible del patrimonio cultural. La arquitectura crea ámbitos urbanos, que con el transcurso del tiempo configuran la identidad de los habitantes de una ciudad. Igualmente contiene la memoria de otros tiempos. En muchas de las ciudades latinoamericanas la destrucción de su vieja arquitectura ha sido progresiva. Una conciencia predadora, en aras de aparentes conceptos más avanzados en materia de urbanismo, fue arrasando con lo que se edificó pacientemente a través de siglos enteros.
LA Network pretende poner en escena el tema del patrimonio arquitectónico, un asunto que pasa casi inadvertido para los ciudadanos y que el modernismo arrasador silencia a su paso. ¿Qué patrimonio queda en nuestras ciudades? ¿Cuáles de ellas lo defienden y protegen? ¿Qué ejemplos tenemos de riqueza patrimonial? Con las respuestas y reflexiones de varios arquitectos invitados quisimos hacer este especial con un objetivo: dejar claro que el patrimonio arquitectónico está bajo amenaza y que es una obligación defenderlo y preservarlo. No podemos perder la memoria, perder nuestra identidad.

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¿Cuáles son las amenazas que se ciernen sobre el patrimonio arquitectónico de Latinoamérica?

Digamos primero que mundialmente las mayores amenazas para el patrimonio arquitectónico de las ciudades son el terrorismo y el turismo.

Hablemos entonces primero del terrorismo

El terrorismo tiene una clara intención mediática, muchas veces para generar una atmósfera, para generar definiciones o imponer una visión sobre ciertos sectores. Es lo que hemos visto en Daesh en Siria; lo que ha ocurrido con Palmira también en Siria, una ciudad histórica que ha sido afectada dramáticamente; o lo que ocurrió en Tombuctú en Mali. Estos episodios están más allá de la propia religión o del enfrentamiento ideológico entre Oriente y Occidente. Esa es una amenaza, un tema que si bien es global y no se observa en Latinoamérica, es válido mencionarlo.

¿Y sobre el turismo qué puede decirnos?

Incluso siendo dramático el terrorismo para el patrimonio, es más dañino el turismo. Es mucho más problemático porque los efectos son más masivos y las afectaciones mayores. Y todas las grandes capitales lo padecen.

¿Cómo podría ejemplificar esto?

Venecia (Italia), por ejemplo, es una ciudad muy afectada por el turismo. Ya tiene menos habitantes que población itinerante y desde los 50 ha venido perdiendo población. Cuando uno va a Venecia extraña al habitante, al hombre cotidiano, lo que es un problema con el descenso dramático de la población y no solo eso, sino con el empobrecimiento de la oferta cultural.

¿Qué significa para una ciudad perder su población original?

Al no haber la vida comunitaria, con actividad económica, con habitantes reales -la panadería, el mercado, la interacción barrial-, la vida se empobrece y por ejemplo, es un tema que han discutido los expertos: es que la gran artesanía de Venecia ya fue reemplazada por las masivas chinas, las chucherías chinas. Eso es deterioro del patrimonio.

¿Un ejemplo de esto en Latinoamérica?

Por ejemplo, las afectaciones a las zonas arqueológicas en Machu Pichu son dramáticas. Uno llega y si se sale de la ruta turística, el pueblo que está debajo de la zona arqueológica tiene una carga de basura que es dramática y eso que la Unesco obligó a un plan de mitigación y de manejo del parque arqueológico, con una capacidad que le permita un ingreso máximo de turistas por día.

Pero es tal el número de visitantes que la afectación inmediatamente se evidencia por la sobrecarga que hay. Entonces no solo se trata de afectar el sitio arqueológico sino todo el paisaje inmediato, el pueblo de donde sale el tren ha crecido y los hoteles, los hostales, los sitios de ventas de recuerdos, los restaurantes… es una tugurización enorme y con una arquitectura precaria, fea, de mala calidad.

¿Dónde más observa usted esta degradación patrimonial?

Eso ocurre a otra escala en México, en Teotihuacán. Es impresionante. Esos patrimonios sufren por estar inscritos en los circuitos del turismo cultural mundial. Son sitios Unesco y eso los afecta a la hora de la verdad. Y ya incluso no están alejados de los centros urbanos, ya los centros urbanos se han aproximado a ellos.

LA MIRADA DE GONZÁLEZ A LAS CIUDADES LATINOAMERICANAS

Cartagena de Indias (Colombia)

Fue declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1984. Su epicentro es la ciudad amurallada, un sitio donde va desde el jet set bogotano hasta el internacional y donde hay transformación de casas en hoteles, para una oferta turística de estratos altos que va desde el hotel boutique o las residencias de personajes.

Las compran, las transforman y las reactualizan a la contemporaneidad, con muchas restauraciones dudosas, pero se ponen en servicio a otros estratos, expulsando la población nativa en un claro proceso de gentrificación, aunque quedan algunos lugares de resistencia.

La Habana (Cuba)

Hay una diferencia entre lo que es La Habana y su permanencia en el tiempo producto de la crisis económica, del sistema político.

Allí existen grandes entornos muy deteriorados y otros cobijados por programas exitosos de recuperación. Allí no ocurre lo que se ve en Cartagena donde ya no hay habitantes nativos, pobladores tradicionales como consecuencia de la gentrificación.

En La Habana es diferente. Allí no se expulsa, vive la gente que históricamente lo ha hecho en la ciudad. Hay sí sectores decadentes y otros donde los programas oficiales y con apoyo especialmente de la Agencia de Cooperación de España, han rescatado unas grandes edificaciones hermosas del siglo XVII y XVIII.

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Santo Domingo (República Dominicana)

Todavía, pese a las intervenciones que se están haciendo en la primera ciudad, hay vida de barrio. Aún se encuentran “tiendas de barrio” o “colmados”, que son los puntos de referencia de los habitantes de la ciudad. Son lugares de encuentro, de interacción social, de compra -no solo de la comida del día a día, sino de la rumba, de los tragos entre amigos -, etc.

Entonces todavía el Centro Histórico tiene vida de barrio, tiene a sus habitantes ahí. Pese a que tiene hoteles de turismo y pese a que están restaurando la primera catedral, la casa de Colón, persiste el vínculo vecinal, muy diferente a una ciudad como Cartagena de Indias (Colombia), que ha ido expulsando la población nativa.

Medellín (Colombia)

Hay una cosa que es un mito tremendo que se ha vendido desde Medellín de manera absurda. Usted lo puede ver entre Medellín y Bogotá.

La Candelaria sigue siendo un lugar de referencia histórica para Bogotá y para Medellín el centro histórico ha sido barrido, desmemorizado, arrasado, desde los años 40 dramáticamente transformado y de manera reiterada. Eso no ocurre en muchos de esos centros históricos, eso no es tan cierto en otros centros históricos.

El patrimonio en Medellín es un elemento más circunstancial e incidental. Por ejemplo en Quito es fundamental. Es un elemento de la identidad. En todos ellos por las mismas circunstancias del valor histórico el valor del suelo es altísimo, muy alto. Medellín ha sido indolente con su patrimonio.

Quito (Ecuador)

Quito como ciudad colonial todavía sigue muy viva, pese a que no hay muchos habitantes, aunque con una pelea entre algunos sectores renuentes a salir, donde hay gente de descendencia indígena, barrios de origen indígena con mercados populares, etcétera, con enfrentamiento incluso de grupos han ido defendiendo con apoyo de académicos como Eduardo Kingman, uno de los más importantes antropólogos sociales y urbanos de Ecuador. La normativa patrimonial de Quito es una referencia para el mundo. Después de la de Venecia está la de Quito, ejemplo de valoración del patrimonio, aunque la intervención sobre su centro histórico va en contra de esa misma carta, pues hay una enorme impostación y falseamiento al interior de las edificaciones, con el fin de convertirla en usos al servicio del turismo.

Buenos Aires (Argentina)

El centro no tiene elementos coloniales. Pero Buenos Aires es parte de esos procesos de la ciudad moderna de finales del siglo XIX y que tiene un enorme valor patrimonial porque incluso esa misma capital se presentaba como “la ciudad europea” en Sudamérica.

A partir de Buenos Aires podemos decir que un hecho patrimonial no lo es por su antigüedad. Es por lo que aporta. Mientras París y Londres estaban muy atrasados y con graves problemas sanitarios, Buenos Aires incorporó una infraestructura muy moderna, lo hizo tempranamente pues como era una ciudad nueva, no tuvo las dificultades y limitaciones de París, Londres o Roma.

Las infraestructuras higienistas las incorporó primero Buenos Aires y eso es un plus patrimonial. Tiene toda la innovación de la ciudad moderna de finales del siglo XIX, la primera con metro en Latinoamérica, el subte. Eso es una ciudad histórica de un enorme valor que incorpora una modernidad temprana, más que cualquiera. Por eso hoy es una urbe rica en el aporte patrimonial. Acueducto, alcantarillado, sistema masivo de transporte, Puerto Madero con compuerta a la manera del Canal de Panamá, la industria, parques y, obviamente, esa arquitectura con ejemplos historicistas, Art Noveau, Art Decó, y un largo etcétera de modernismos y modernidad temprana.

Brasil

Es otro mundo. Muy rico, muy diverso y muy plural. Todo ese pasado colonial viene de otro proceso y es muy diferente por sus componentes muy fuertes. Las ciudades iniciales fueron de holandeses antes que portugueses y tienen una simbiosis. La zona de Bahía y Salvador de Bahía es muy fuerte desde los neerlandeses. El pasado colonial lusitano es impresionante con Ouro Preto, donde está el barroco lusitano en medio de una zona minera. La zona de Mina Gerais y Mariana son patrimonios muy bien conservados.

Otra serie de pueblos patrimoniales fueron hechos por colonizaciones muy dirigidas casi por grupos homogéneos que crearon pueblos africanos, alemanes, polacos o arquitecturas tirolesas. Hay una enorme pluralidad.

María Soledad Larraín Salinas

Arquitecto | Master in #Sustainability @UmeaUniversitet | Directora de Proyectos @Newindie_ | Docente @ArquitecturaUDD | @L2_Arq |

Santiago – CL

Cerro San Cristóbal-ParqueMet, Santiago de Chile

El patrimonio nos habla de lo heredado, de lo que nos antecede y construye identidad. Aquello que nos rememora una historia común y nos da las bases para construir un futuro. El patrimonio es entonces lo que nos ha acompañado como sociedad, y este puede ser en diferentes ámbitos: histórico, cultural, natural e inmaterial.

Bajo este concepto de patrimonio multidimensional es que en Santiago uno de los lugares que ha visto pasar la historia de esta joven ciudad ha sido el cerro San Cristóbal, hoy parte del Parque Metropolitano, uno de los parques urbanos más grandes del mundo. Bautizado por el fundador del Santiago Colonial, este accidente geográfico ha sido testigo de culturas previas que a sus pies y junto al río Mapocho que lo bordea, ven en el lugar una oportunidad de asentamiento.

Desde punto estratégico de vigía, pasando por ser la cantera desde donde se extrajeron las piedras para construir el palacio de la moneda y adoquinar las calles de Santiago, fue además en 1903 el hogar del Observatorio Foster, el más grande de Latinoamérica en su época, hasta transformarse en parque en 1918 gracias a la campaña del intendente de la época, Alberto Mackenna Subercaseaux y el Senador Pedro Bannen.

Hoy alberga proyectos metropolitanos como el recién re-inaugurado teleférico, el funicular, el zoológico, además de proyectos de diversos arquitectos destacados: el acceso al Funicular, el Casino Cumbre y la Casa de las Arañas, todas diseñadas por Luciano Kulczewski; las piscinas Antilén y Tupahue, el mirador Pablo Neruda y obras de paisajismo diseñadas por el arquitecto Carlos Martner; como el mural en piedra de la pintora chilena María Martner y el mexicano Juan O’Gorman.

Es gracias a esta historia, a esta presencia permanente, que este espacio se eleva como un espacio propio, que en la actualidad es utilizado y visitado por miles de personas, que encuentran en él un refugio, un escenario ideal para disfrutar de la ciudad, esa que es de todos.

Patricia Vargas

Arquitecta

Cochabamba – Bolivia

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Un pueblito inserto en la ciudad

“El Pueblito” es un asentamiento, ahora barrio, que se conserva desde la época colonial y republicana. Se considera que fue uno de los primeros asentamientos indígenas que existieron en la región donde fundaron la ciudad de Qanata, actualmente Cochabamba.

La zona sirvió además de residencia a los españoles en la época de la colonia. En los subsuelos de las antiguas construcciones se hallaron restos arqueológicos pertenecientes a la cultura tiahuanacota e incaica. Además, esta región es considerada como el lugar de una de las posibles fundaciones de Cochabamba, según una investigación realizada por el arqueólogo boliviano David Pereira y el historiador español Juan Villarías-Robles, quienes plantean que la fundación de la Villa de Oropesa (hoy Cochabamba) se produjo en un lugar y una fecha diferentes a los que ha impuesto la historia oficial. “La ubicación de Qanata y los dos lugares fundacionales de la Villa de Oropesa, Cochabamba, Bolivia (Siglos XV-XVI)”

Este antiguo barrio se caracteriza por haber quedado inserto en una ciudad que crece sin mensura, es como volver en el tiempo, ya que las calles no responden un trazado tradicional (colonial español) en damero, más bien es un trazado irregular que acompaña la topografía del lugar, generando muchas sensaciones espaciales y recorridos entre calles y pasajes interiores, formas trapezoidales y sinuosas, que parecen desafiar al evidente proceso de urbanización.

Una de las características del barrio es el requisito de conservar la fachada de arquitectura colonial, para ello, el municipio realizó una serie de inversiones para intervenir en el lugar. El objetivo era conservar la arquitectura de la época y de este modo convertirse en parte de un circuito turístico y que no sea otro espacio condenado a morir y condenado a transformarse.

Gustavo Arteaga Botero

Manizales centro de memorias y lugar de libertades…

De Manizales hoy tenemos miles de relatos e historias que nos permiten entender que somos una ciudad que resultó de las determinaciones en medio de múltiples adversidades.

Somos una ciudad que, desde su fundación, enfrento duras realidades y las hermosas montañas que vemos hoy con orgullo y admiración, fueron duras y despiadadas con los colonizadores (nuestros abuelos), que decidieron habitarlas a mediados del 1800.

Esas montañas nos recuerdan todos los días, al contemplarlas, que Manizales es un lugar donde se encontraron los sueños y anhelos de unos seres especiales que, con todo el carácter, enfrentaron con altura los difíciles retos, y no solo hicieron a Manizales una vez, la rehicieron cada vez que fue necesario. Incendio tras incendio la constancia se templó, y cada vez la ciudad supo surgir desde el compromiso de los manizalitas y nuestro centro se hizo, se adaptó y se rehízo, para recordarnos que somos herederos de una tradición.

Nuestra catedral y el conjunto de edificios públicos en torno a la Plaza de Bolívar, en medio de nuestro centro republicano declarado patrimonio cultural, hoy se abren para recordar el sueño de la independencia. Un Bolívar Cóndor que despliega sus alas para recordar la libertad, libertad que debe ser centro de nuestra memoria.

Angie Olivero Pérez

Plaza de Majagual en Sincelejo

Este lugar tiene sus orígenes en el siglo XX, inicialmente fue un espacio abierto destinado al deporte. En la actualidad es una plaza cultural recientemente reformada con ciertas especificaciones para lograr mantener algunas de las tradiciones locales: el diseño general está inspirado en la plaza de toros que antiguamente era de forma cuadrada, el piso está inspirado en el trenzado de la cultura zenú. Los zenú trenzan fibras vegetales para elaborar artesanías, entre estas el sombrero vueltiao símbolo cultural de la nación.

Actualmente la plaza es epicentro de actividades folclóricas durante las festividades locales del 20 de enero. El resto del año es lugar de encuentro familiar y de esparcimiento por parte de los habitantes de la ciudad; cabe anotar que debido a la característica abierta de la plaza, es decir, deficiente arborización o sistemas que generen sombra y dado las condiciones climáticas de la ciudad, (aproximadamente con una máxima de 32° durante el día) no permite aprovechar este lugar de manera efectiva. Pese a esto al ocultarse el sol la plaza es exitosamente aprovechada por los locales.

EL SOSTENIMIENTO DE UN BIEN PATRIMONIAL, LA ETERNA DISCUSIÓN

Es una pregunta que se hacen los economistas porque una cosa se precia o se deprecia, Hay una razón tangible o intangible.

El patrimonio es intangible. En opinión de un experto italiano no puede entender por qué la gente, la sociedad o un gobierno deja caer un patrimonio para valer menos, cuando para ellos es todo lo contrario.

Un hecho patrimonial tiene tanto valor intangible que obliga a que la gente lo asuma como un elemento muy valioso que lo es también económicamente. Es parte de la apropiación simbólica, de la cultura, lo identitario, cómo se forma una sociedad a partir de esos elementos.

En muchos países latinoamericanos, muy particularmente en Colombia, no tenemos tantos elementos de apego que nos aglutinen. No hay elementos fuertemente coherentes que le permitan identificarse con la vitalidad trascendente. Desafortunadamente nos enseñaron todo a convertirlo en dinero. Y por eso decimos sin pensarlo: “eso ya está viejo, cambiémoslo”.