Tras la aparición del desarrollo sostenible en el Informe Brundtland (IB) de 1987[1], la noción de sostenibilidad fue ampliamente aceptada (de manera formal) entre los países que conforman las Naciones Unidas, aunque sus orígenes se remontan a la aparición del desarrollo como enfoque a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial. Este documento fue el resultado de un estudio solicitado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1983, en el cual se debería presentar un informe sobre el medio ambiente y la problemática mundial hasta el año 2000 y más adelante, incluidos proyectos de estrategias para lograr un desarrollo duradero. Dentro de sus premisas, el Informe define el desarrollo sostenible como “El desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Esta interpretación es tridimensional ya que agrupa la dimensión económica y la social en el concepto de desarrollo y la tercera es la sostenibilidad.
Luego de este primer paso, la comunidad internacional en diversas áreas y disciplinas, comenzó a diseñar espacios de discusión así como también, políticas que permitieran lograr los objetivos del desarrollo sostenible como estrategia, aunque con una serie de inconvenientes propios de quienes dan una orientación diferente a la noción de sostenibilidad y mantienen aún, modelos de desarrollo basados en el uso de los recursos naturales sin considerar el deterioro ambiental y el cambio climático, como efectos nocivos previo a la aparición del IB. En la denominada Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro, Brasil en 1992, se comenzó a replantear el concepto de desarrollo sobre la base de la inequidad generada en que muchos países han crecido sin tener en cuenta la noción de sostenibilidad y otros muchos que, estando en ese proceso, sufren el cambio de las reglas de juego. Es por ello por lo que urge unificar estas diferentes perspectivas, teniendo en cuenta a las generaciones futuras y la equidad global, los cuales van de la mano del concepto de responsabilidad diferenciada.
Tal como lo sostiene el “Aviso a la Humanidad de la Comunidad Científica” (UCS por sus siglas en inglés) en 1992, nuestro planeta está en “proceso de colisión” con el mundo natural, revelando abrumadora información sobre el proceso de colisión, su gravedad y, en consecuencia, haciendo un llamado de urgencia para el cambio de modelo de vida. Tras 27 años de este llamado y comenzar a discutirse en diferentes espacios esta preocupación, pocos han sido los logros alcanzados a pesar de los avisos de la comunidad científica, siendo la civilización industrial la que se muestra incapaz de transformarse y generar el cambio que urge el planeta. En consecuencia, el Foro Económico Mundial (WEF) por sus siglas en inglés señaló en 2013 que, cada vez hay menos tiempo para detener el proceso de insostenibilidad sin que genere daños enormes e irreversibles a la humanidad, subrayando el crecimiento de la disparidad severa de las rentas y el cambio climático que se agrava rápidamente, teniendo un impacto económico en todo el planeta.
De acuerdo a la Organización Metereológica Mundial (OMM) en su Informe Estado del Clima de 2019, los impactos del cambio climático se están acelerando, incluyendo sus efectos físicos y financieros, registrando récord de gases de invernadero que están llevando la temperatura del planeta a niveles cada vez más peligrosos. El reporte fue presentado en Nueva York, en la misma semana en que la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) afirmó que las emisiones de dióxido de carbono o CO2, el principal gas de invernadero, aumentaron el año pasado un 1,7% debido al alto consumo de energías no renovables. Sostiene igualmente que los años de 2015 a 2018 fueron los cuatro años más calientes desde el inicio de los registros a mediados del siglo XIX.
De igual manera, Elena Manaenkova, Secretaria General de la OMM afirma que “un calentamiento de una fracción de grado supone una diferencia en la salud humana y el acceso a los alimentos y al agua dulce. Asimismo, señala que “Esta situación puede desencadenar en la extinción de plantas y animales, y líos en la supervivencia de los arrecifes de coral y la vida marina”.
Para evitar estas devastadoras consecuencias, la humanidad está en la obligación “urgente” de emprender acciones para concebir un desarrollo basado en el respeto a la naturaleza, considerando las siguientes premisas clave que involucran a los diversos actores sociales, económicos, políticos y culturales, concibiendo a la sostenibilidad como la única manera de abordar integralmente el problema y la solución de los problemas ambientales en el planeta:
- Exigir a los gobiernos en sus diferentes niveles, políticas con un enfoque de sostenibilidad que ayuden a resolver los problemas sin afectar nuestro ambiente, promoviendo el uso de energías renovables, uso de transporte sostenible y gestión de los residuos.
- Reducir las emisiones de CO2 tiene que ser una acción prioritaria en cualquier sociedad, para lo cual es apremiante considerar la reducción del uso de vehículos a gasolina.
- Nuestro modelo de sociedad basada en el consumo desproporcionado, requiere de políticas de concientización sobre el uso de los escasos recursos que le quedan al planeta, debiéndose promover el ahorro de energía.
- En cuanto a los residuos, se recomienda la aplicación de las 3 R de la sostenibilidad que señala, la Reducción de manera eficiente del consumo, la Reutilización como estrategia de reducir la acumulación de residuos y el Reciclaje como medida de ahorro y reducción de la contaminación ambiental.
- Como ultima medida, urge que todos se comprometan a reducir la destrucción de los bosques, promoviendo la siembra de más árboles en nuestras ciudades y mayores áreas verdes que ayuden a mejorar la calidad del aire que consumen nuestros ciudadanos.
En fin, el reto que plantea la sostenibilidad como modelo de vida, va mucho más allá de una noción moderna del desarrollo en el cual muchos actores mundiales se comprometieron, pero pocos han logrado consumar sus premisas. Cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030 no debe quedar solo en un discurso burocrático y un espacio de socialización; debe ser un compromiso serio y valorado que involucre a todas las sociedades del mundo, permitiendo el uso de cualquier espacio para hacer un llamado urgente a salvar el magnífico planeta con el cual contamos. Pensar y actuar de manera sostenible, es la única opción que nos queda.