¿Por qué la hidroelectricidad es la manera hoy más limpia de producir energía?

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René Albisser
4 julio, 2017 - Movilidad

Amigos lectores, quiero iniciar esta columna con una confesión: estoy convencido que la mejor movilidad para nuestras ciudades es la movilidad eléctrica. Desde la Física ya está demostrado que la manera de mover un motor con electricidad es mucho más eficiente que a través de gasolina, diésel, gas o cualquier otro combustible. Y sobre todo: cero contaminante.

Desafortunadamente algunos quieren, de manera un poco absurda, hacer ver la energía eléctrica también como contaminante desde su generación. Las imágenes y noticias dantescas que vienen principalmente del Amazonas, donde las cifras más ajustadas hablan de la creación de 568 hidroeléctricas en esa región del mundo, con enormes impactos negativos sobre el río, sus afluentes y sobre los ecosistemas, están generando la aparición de una fuerza contraria y casi una satanización hacia la generación de energía, muy especialmente la hidroeléctrica.

Lo primero que hay que advertir es que no hay, como efectivamente lo señaló una investigación de la revista Nature, ningún río en el mundo que sobreviva a 568 presas, ni siquiera el poderoso Amazonas. Hay que rechazar estas prácticas alejadas de la ética y el respeto por el medio ambiente y allí las autoridades tienen que ejercer verdaderamente su papel, especialmente las autoridades brasileñas. Y lo segundo, es que a pesar de estas situaciones, la energía hidroeléctrica es, no cabe duda, la energía más limpia que existe en comparación con todos los otros sistemas y quisiera demostrarles en estas líneas por qué.

Hidroelectricidad vs Termoelectricidad: El impacto negativo sobre el medio ambiente de la generación de energía mediante combustión, ya sea por carbón o petróleo es alto. Las centrales termoeléctricas contaminan bastante para generar electricidad, porque funcionan con unas canteras que producen vapor y ese vapor hace mover las turbinas de generación. En este proceso hay una combustión y una contaminación, por lo que no se puede considerar una energía limpia.

Hidroelectricidad vs Energía nuclear: El principal problema de la energía nuclear es que sus residuos hay que almacenarlos por cientos de años  para que pierdan su radioactividad. Vale la pena explicar que después de la Segunda Guerra Mundial y con el boom de la energía nuclear,  muchas ciudades y países europeos eligieron esta como la principal forma de generación, porque las áreas para producirla eran inferiores a las de una hidroeléctrica y no los convencía en ese momento tener que modificar el cauce de los ríos. Pero se empezaron a dar cuenta que los mismos países no tenían donde almacenar los residuos que dejaba ese tipo de generación. Esto provocó tensiones y conflictos entre los gobiernos nacionales y las ciudades o municipios, porque ninguno de ellos quería recibir esos materiales. Fue así como la solución que encontraron fue utilizar países en África, donde pagaban (sumas miserables dicho sea de paso), por almacenar el material. Pero muchos escándalos se destaparon a principios del siglo XXI, ya que esos países africanos recibían los residuos, el dinero por almacenarlos, pero los ponían en cualquier lugar y lo peor, en muchos casos al aire libre, con los enormes riesgos para la salud y la vida de sus pobladores. África se convirtió así desde los años 80 en un vertedero tóxico y nuclear. Por eso fue necesario desestimular este tipo de energía y hoy Europa ha ido migrando a la hidroelectricidad. En Suiza, por ejemplo, se construyeron hidroeléctricas de enorme potencia para reemplazar plantas nucleares. Mientras que en países como Alemania y Holanda se fortaleció la energía eólica y muchos hogares ya están usando también la energía solar.

Hidroelectricidad vs Energía eólica: Primero hay que decir que ambas energías son óptimas y limpias. Pero al compararlas es más eficiente la hidroeléctrica. Las plantas eólicas necesitan muchísimo espacio y una intervención grande en el medio ambiente, porque se hace necesario llenar el paisaje –especialmente rural-, de turbinas, molinos o hélices.  Visualmente el impacto es fuerte, pero sobre todo se necesita un número muy grande de turbinas para generar la misma cantidad de energía que produce una hidroeléctrica. En conclusión, la eficiencia no es tan grande y el espacio que se necesita para su montaje sí. También ocurre que para evitar un impacto mayor,  los lugares para instalar estos equipos tienen que ser muy alejados de las centros urbanos y ello incrementa los costos de transporte de la energía a través de cables de cobre.

Hidroelectricidad vs Energía solar: Es claro que para la generación de las fotoceldas de la energía solar se necesitan procesos de fabricación con calor y ello tiene un impacto, aunque pequeño, sobre el medio ambiente. Adicionalmente, se necesitan espacios muy grandes y depender del buen clima, ya que solo lugares que tienen altos niveles de sol durante el año pueden instalar esta tecnología.

Ahora bien, mirados comparativamente cada uno de los sistemas, el más eficiente y el menos contaminante es el hidroeléctrico, pero entonces ¿cómo evitar sus elementos negativos? Lo primero, ejerciendo los controles ambientales necesarios en todos los proyectos existentes- desde Asia hasta Latinoamérica-,  y castigar a aquellas empresas que evaden las normas por pensar solo en el lucro y no en generar un equilibrio entre el desarrollo y la sostenibilidad. Y dos, haciendo visibles todas las buenas prácticas en esta materia. En el caso de Latinoamérica, el estado o departamento de Antioquia (Colombia), tiene ejemplos positivos que mostrar, además porque allí se han creado hidroeléctricas casi de forma natural, sin intervenciones muy complejas, dada la topografía montañosa de la región. Sin duda, vale señalar que las regiones montañosas tienen una gran ventaja para esta clase de proyectos.

En conclusión, tenemos que aprovechar esa energía hidroeléctrica para la movilidad en nuestras ciudades. Que sea limpia en su generación y que cumpla todas las normas ambientales y de construcción para lograr así el doble propósito: la protección de los ecosistemas (bosques, ríos y fauna), y la calidad de vida en nuestras ciudades con un aire más limpio.

Hasta pronto y gracias por su lectura.