La “huella espacial del transporte” se define como un indicador en m² que representa la superficie destinada a los transportes en la ciudad.
Medir el espacio utilizado por el transporte adquiere un significado más concreto cuando se consideran los impactos económicos y ambientales involucrados en la huella espacial. Para evaluarla, se pueden construir dos indicadores en términos económicos y ambientales y así ilustrar los diferentes impactos que abarca el concepto de huella espacial.
De un lado, la valoración económica es el cálculo del espacio destinado a los transportes y su relación con el valor inmobiliario del suelo, lo que resulta en el valor monetario de la huella espacial del transporte. Por el otro, la huella ecológica del transporte relaciona el espacio destinado a la movilidad con las áreas verdes necesarias para capturar las emisiones de CO2 producidas por el transporte.
¿Qué resultados arrojan estos indicadores?
En primer lugar, la huella espacial apunta a una de las principales causas de la congestión vial y, por lo tanto, ofrece un fuerte argumento a favor del transporte eficiente en el espacio, como los modos activos de transporte, el transporte público y las soluciones de movilidad colaborativa.
La contaminación del aire y la congestión de las carreteras son los principales inconvenientes de los sistemas de transporte basados en automóviles. Si la contaminación se puede mitigar gracias a combustibles más limpios, abordar la congestión puede implicar cambios más estructurantes.La creciente automovilización se está comiendo el espacio en nuestras ciudades. Por ello es necesario reducir su huella espacial y dar preferencia a la Movilidad Sostenible.
La construcción de nuevas carreteras para responder a la creciente necesidad de tráfico de automóviles es a menudo el primer paso de un ciclo de dependencia del auto particular. Además, la ampliación de la red de carreteras crea distancias de viaje más largas y estigmatiza los modos de transporte que compiten con los automóviles. Esto promueve la suburbanización y la expansión, lo que a su vez crea más tráfico de automóviles.
En segundo lugar, la huella espacial del transporte abre el camino para una discusión ecológica, económica y social, que sitúa al indicador en el centro del desarrollo sostenible.
- La huella ecológica del transporte hace evidente que el espacio es un recurso finito y resalta la necesidad de utilizarlo de forma óptima.
- La evaluación económica muestra el beneficio financiero común generado por la optimización del uso del espacio urbano.
- Se sabe que la elección del modo de transporte cambia según los niveles socioeconómicos del viajero. Las personas de entornos más pobres viajan menos en automóvil y, por ejemplo, las mujeres usan más el transporte público que los hombres. La “huella espacial del transporte” por modo de transporte brinda cierta información sobre la equidad en la distribución del espacio urbano.
Las mediciones de la huella espacial no se han utilizado mucho, sin embargo, la urbanización masiva y la motorización desenfrenada en todo el mundo pueden poner de relieve el problema. Esto podría traducirse , por ejemplo, en objetivos específicos de expansión urbana o un «impuesto espacial» similar al impuesto al carbono en los ámbitos que consumen mucho espacio.
Artículo publicada en ONU Hábitat