Estudios previos a la pandemia ya revelaban inseguridad de género que se intensifica con la reducción de capacidad del transporte público al 30 %.
El llamado de las mujeres de España y en general del mundo, ha sido exigir una movilidad con mayor equidad de género que piense en sus necesidades -muy distintas de las de los hombres-, un reclamo que se intensifica en el transporte público y que, con las consecuencias derivadas de la pandemia por COVID-19, como la reducción al 30 % o 35 % de la capacidad en buses y transportes masivos, agrava sus dificultades para realizar, por ejemplo, los ‘viajes de cuidado’ que en ese país europeo, pueden alcanzar hasta un 40 % del total de viajes.
Como se sabe, esa situación es común a Latinoamérica y justamente cuando las ciudades de la región están dando los pasos necesarios para el regreso a la ‘normalidad’, la advertencia española es denominador común para esta región a la era pospandemia.
Con base en estudios revelados por el libro ‘Ciudades justas y compartidas’, editado por la arquitecta, urbanista y hoy integrante de la Unesco para Políticas de Igualdad de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación, Inés Madariaga; algunas voces en redes sociales recordaron que los ‘viajes de cuidado’ revisten un importante porcentaje de traslados (40 % integrado por compras, acompañamiento, salud, entre otros) para las mujeres, frente a solo un 9 % para los hombres.
“(…) ¿qué ocurre si aplicamos perspectiva de género a este análisis? Hasta ahora la mayor parte de las usuarias del transporte público éramos mujeres. Además, somos las que más caminamos por las ciudades y las que más sufrimos la injusta distribución del espacio público, con más de 80 % del mismo dedicado a carreteras que son usadas principalmente por personas que viajan en automóvil privado. Esta desigual distribución no radica en una presunta libertad a la hora de elegir cómo moverse, sino en condicionantes socioeconómicos y roles impuestos arraigados en nuestra sociedad”, expresó Catalina García, seudónimo bajo el que escriben distintas expertas y activistas de la equidad de género en la movilidad (el diario.es) y que corresponde con el nombre la primera conducta de bus público de España.
Advierten tanto Catalina como la arquitecta y planificadora urbana, Inés Novella, que, al dar prioridad en el transporte público a los viajes productivos, priorizando los primeros sectores en reiniciar actividades, de nuevo son los viajes de cuidado los más afectados.
Uno de los puntos más importantes de la reflexión es que no resulta equitativo mantener una restricción del 30 al 35 % durante todo el día ya que las horas valle son con frecuencia usadas por las mujeres para realizar tales desplazamientos. Ahora, ciudades como Bogotá, han implementado diferencias horarias para que ciertos grupos productivos se distribuyan en el transporte público a lo largo de las seis primeras horas de la mañana 6:00 a.m. a 12:00 m., medida que favorece claro está esa productividad, pero no resuelve las necesidades de las mujeres cuidadoras, por ejemplo.
Las españolas llaman la atención sobre la evidente posibilidad del incremento del uso del vehículo privado para evitar el uso del transporte público y sus riesgos de contagio, lo que generaría un incremento de las emisiones de contaminantes, directamente relacionadas con las vulnerabilidades ante el virus. En este contexto se sabe que la movilidad activa (caminata y bici) son la opción lógica, sin embargo, en la región, el estudio ’Mujeres y ciclismo urbano: promoviendo políticas inclusivas de movilidad en América Latina’ del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), publicado en 2017; señaló que, pese a que el uso de la bicicleta en ciudades como Bogotá y Rosario había aumentado en un 5 %, las mujeres solo participaban en un 30 % de ese incremento. Es posible que la implementación de las ciclovías temporales aporte en un aumento del uso de la bicicleta al proveer un entorno más seguro a las usuarias.
Sobre el costo del uso de los distintos modos de transporte en las ciudades en que existen sistemas de transporte público intermodales, se expresó que, para disminuir la brecha, se requiere una integración tarifaria de menor costo. “La tarificación y la eficacia del servicio van a jugar un papel fundamental: es preciso que no se pague dos o tres veces y que no suponga un incremento de tiempo la necesidad de realizar una cadena de viajes que incremente el número de transbordos, para hacer un recado o recoger a un menor”.
Son estos algunos elementos, los que se ponen sobre la mesa del debate actual en torno a lo que será la movilidad en estos tiempos de regreso a las actividades consideradas normales, post pandemia.