Si bien 2018 fue un buen año para el mercado de bonos verdes gracias a la emisión de USD 167 000 millones en el mundo, este mercado disminuyó considerablemente en América Latina. Después de emitirse un monto récord cercano a los USD 4 000 millones en 2017, el año pasado se registraron solo USD 1 000 millones en nuevas emisiones para la región .
Resulta interesante que el desempeño del mercado mundial fue igualmente mediocre durante el primer trimestre de 2019. A fines de dicho trimestre, creció solo un 3 %, un porcentaje insignificante en comparación con la tasa de crecimiento del 85 % en 2018.
Este año la situación está cambiando en América Latina. Luego de la emisión de dos transacciones verdes relativamente grandes por un total de USD 1 300 millones en el primer trimestre, los mandatos cada vez mayores de los inversores orientados al tema climático y las regulaciones ambientales, en la región se está generando un mayor interés en el financiamiento de infraestructura y proyectos mediante instrumentos de deuda con etiqueta verde.
Sin embargo, esta tendencia al alza está lejos de ser uniforme. Con solo unos pocos países, emisores y sectores que lideran la emisión de bonos verdes en América Latina hasta el momento, ¿qué debe suceder para asegurar que se afiance en la región un sólido crecimiento del financiamiento orientado al clima?
Estado de la situación
Como se señaló anteriormente, en comparación con la cifra récord del año anterior, la emisión de bonos verdes en el mundo tuvo un comienzo lento en 2019. Pero a pesar de esa lentitud y la probabilidad de una vuelta del ciclo de crédito, se espera que los bonos verdes asciendan a USD 180 000 millones en todo el mundo a fines de año , con el respaldo de sólidos principios básicos del mercado y un flujo constante de nuevos emisores e instrumentos financieros. Vemos que el mercado se ajusta ahora a las proyecciones de crecimiento del 8 % interanual para 2019.
Tal como ya se mencionó, esperamos que el mercado de bonos verdes en América Latina pueda volver a crecer a fines de año. De hecho, las transacciones del presente año hasta ahora han sido considerables en el contexto de la región, y en gran medida se relacionan con proyectos de infraestructura y energía.
Un vistazo más detenido a la región
A pesar del lento crecimiento en 2018, Brasil se ubicó entre los 10 principales mercados emergentes (excluyendo a China) en cuanto a la emisión acumulativa de bonos verdes entre 2012 y 2018, según la Iniciativa de Bonos Climáticos. (PDF, en inglés)
Perú comenzó el año con fuerza. El Consorcio Transmantaro anunció planes para emitir notas verdes senior no garantizadas por valor de USD 400 millones destinados a refinanciar y financiar seis líneas de transmisión para conectar la generación de energía renovable (principalmente hidroeléctrica y eólica) al Sistema Eléctrico Interconectado Nacional del Perú. Al analizar la emisión propuesta en virtud de la Evaluación Verde de S&P Global Ratings, se puso de relieve el papel clave que desempeñan tales proyectos para poner en línea las fuentes renovables.
Chile emitió el primer bono verde soberano de América Latina, asignando los ingresos a diversas iniciativas de infraestructura, que incluyen transporte público electrificado, energía renovable y proyectos de construcción ecológica. Esto evidencia la atención del Gobierno chileno en la inversión sostenible y en la elaboración de un marco normativo adecuado. De hecho, en nuestra última evaluación de los marcos de políticas de América Latina se calificó a Chile como “brinda un nivel elevado de respaldo crediticio” en todas las categorías: estabilidad regulatoria, independencia, fijación de tarifas reguladas y avances futuros (este informe es de libre acceso, pero es necesario registrarse).
Muy pocos pioneros
A pesar de esta inversión y apoyo regulatorio, es importante hacer notar que la emisión de bonos verdes en América Latina está altamente concentrada en términos de países, emisores y sectores. Brasil es el principal país emisor, representando el 48 % del total de emisores de bonos verdes de América Latina, seguido de Chile y México con el 16 % y el 13 %, respectivamente. Sin embargo, el mercado brasileño está dominado por un pequeño grupo de emisores: Klabin (que por sí solo emitió bonos verdes por un total de USD 1000 millones), Suzano Papel e Celulose, Rio Energy y Potami Energia. Las empresas han dominado el mercado de bonos verdes latinoamericano desde 2014 con una participación del 56 %, seguidas por los bancos de desarrollo con el 24 %. Es importante destacar que las empresas especialmente activas en el área de los bonos verdes en gran medida pertenecen a sectores con claros objetivos ambientales, como infraestructura; energía y servicios; productos forestales, y papel.
Sin embargo, los bonos verdes no son exclusivos de este tipo de emisores. Siempre y cuando los ingresos se dirijan a reducir las huellas de carbono o hídrica o a mejorar la resiliencia directa o indirecta de un activo, casi cualquier entidad puede emitir un bono verde. Para que el financiamiento verde se afiance realmente en América Latina debe extenderse más allá de la base de emisores muy concentrada que vemos hoy e incluir a emisores de todos los tipos, sectores y regiones.
Mejorar la orientación en materia de financiamiento verde y crear una infraestructura del mercado de capitales adecuada —tales como pautas sobre los bonos verdes (y un segmento dedicado a los bonos verdes) puestas en marcha por las bolsas de valores de Santiago y Lima en 2018— también pueden ayudar a impulsar las emisiones. Con marcos más armonizados y mayor claridad en torno a los requisitos de divulgación y presentación de informes, los emisores podrían sentirse más inclinados a etiquetar la deuda como “verde”.
A su vez, esto puede ayudar a capitalizar la creciente demanda de inversores de activos que cumplan con criterios ambientales, sociales y gobernanza (ASG). La demanda ya es considerable: una encuesta mundial realizada por RBC Global Asset Management (PDF, en inglés) determinó que el 90 % de los inversores institucionales y consultores encuestados cree que “las carteras que incorporan criterios ASG tienen un rendimiento tan bueno o mejor que las carteras que no lo hacen”.
Aunque la fijación de precios preferenciales para los bonos verdes aún debe evolucionar en América Latina, esta también podría estimular el mercado, con la posibilidad de las ventajas de la fijación de precios se tornen más evidentes a medida que cambia el ciclo crediticio.
Estos avances combinados podrían ayudar a aprovechar el importante potencial sin explotar del mercado de bonos verdes de América Latina y apoyar la transición de la región hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
Columna publicada originalmente en Blogs del Banco Mundial