El proyecto de presupuesto 2017 contempla una fuerte inversión para la recuperación de las líneas eléctricas de trolebuses “M” —por avenida San Martín— e “I” por avenida Rondeau, hoy inexistentes. Ambas trazas se sumarán a la anunciada puesta en marcha en los primeros meses del año próximo a la denominada línea “Q” por avenida Francia, que es complementaria a la línea “K”.
El trolebus como medio de transporte en la ciudad tiene una historia de 57 años, cuando fue instalado por gestión del vicepresidente de la Nación, Alejandro Gómez, y que vuelve a ganar terreno —después de quedar prácticamente desmantelado— en los últimos años de la mano de atender la sustentabilidad del medioambiente en el marco de una reconversión de un sistema de transporte público de pasajeros en constante readecuación.
Además, la reciente compra de 12 unidades a Rusia expuso que el precio de estos equipos para la línea “Q” es levemente superior al de un ómnibus diesel, pero con una proyección de mayor vida útil para el eléctrico.
La compra de esos equipos por parte de la municipalidad —la primera en más de medio siglo— y la decisión de avanzar con la reimplementación de las líneas “I” y “M” parecen apuntar a la profundización de un cambio dentro de las decisiones políticas sobre el transporte público de pasajeros, que se apoyan en los resultados que el municipio fue obteniendo con la línea “K”.
Como todo transporte guiado o semi-guiado, es dependiente de la política de turno. El Trolebús entró “por política” en Rosario; y es por esa misma razón por la que no puede terminar de expandirse, o al menos, recuperar la presencia que supo tener en su primera década en la ciudad. El Decreto del HCM Nº 32.611 de 2009, declara al Sistema Municipal de Trolebuses como “patrimonio histórico y cultural”. Acaso ese sea el único salvoconducto que ha permitido que este medio de transporte subsista -como puede- en Rosario, frente a 760 ómnibus y la indiferencia de algunos funcionarios.