Eva Pfannes y Sylvain Hartenberg de Rotterdam, Holanda, desarrollaron un sistema eficiente de manejo del agua para las favelas en Río de Janeiro.
Como todos los recursos del planeta son finitos, la sostenibilidad real solo puede lograrse mediante la restauración de los procesos cíclicos de la naturaleza.
Este proyecto, ganador de la medalla de bronce en los Premios LafargeHolcim, lo entiende así y lleva el tratamiento del agua, la depuración de aguas residuales al mismo lugar donde éstas surgen. Se introduce la recolección de agua de lluvia, tanques sépticos, y humedales en los asentamientos informales para lograr el tratamiento de las aguas residuales que en la actualidad corren por el barrio como alcantarillas a cielo abierto.
La mejora en la salud pública también implica una reducción en la emanación de CO2 y la estabilización del suelo, lo que contribuye a prevenir avalanchas de tierra. La implementación ha sido prevista con un enfoque fractal, desde grupos de varias unidades habitacionales, escuelas, y hasta barrios completos.
El proyecto utiliza esa estructura fractal para abordar la implementación del saneamiento sostenible: desde nuestro cuerpo a una casa, una comunidad a toda la Bahía de Guanabara. Debido a su naturaleza fractal, los humedales construidos son aplicables en una variedad de escalas y situaciones espaciales. Tienen la capacidad de crecer y adaptarse a diversos contextos.
El esquema propuesto también transforma el tratamiento del agua en un proceso local y visible y genera una relación activa entre el manejo del agua y la comunidad.
El cambio de estructuras a gran escala y de hábitos arraigados requiere una estrategia de desarrollo que combine el pensamiento en múltiples escalas, y que permita a los actores implementar y probar pequeños pasos hacia una visión creíble a largo plazo.
Lo que impresionó al jurado sobre este proyecto fue el detallado análisis de los flujos de agua como si fuera un “sistema circulatorio” que recorre la favela. Al abordar el desafío urgente del saneamiento del agua en las áreas informales de Río de Janeiro con inteligencia y gracia, la propuesta cuestiona la noción de que las aguas cloacales deben ser escondidas bajo la tierra e introduce innovación en una parte estigmatizada pero crucial de la infraestructura urbana.