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El transporte, factor fundamental para acceder a oportunidades de trabajo, empleo y salud y, con ello, mejorar la calidad de vida en la región, se encuentra ad portas de una revolución sin precedentes, cuyo objetivo final es combatir el cambio climático. En América Latina y el Caribe (ALC), el sector transporte contribuye con el 40% de las emisiones de CO2 en la región por lo que, sin cambios fundamentales en este sector, no será posible alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. En la publicación “Transporte 2050: el camino hacia la descarbonización y la resiliencia climática en América Latina y el Caribe”, exploramos la magnitud del problema en la región y, al mismo tiempo, la oportunidad única que el cambio climático nos brinda para transformar el transporte hacia un modelo más sostenible, eficiente, seguro e inclusivo.
El reto de las emisiones en el sector
El transporte es clave para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y combatir el cambio climático. El Dióxido de Carbono (CO2) es el gas mayormente responsable de los GEI. El sector transporte es el segundo mayor emisor mundial de CO2, siendo responsable de un cuarto de las emisiones globales. A pesar de que las emisiones del sector transporte en la región representan solamente el 2% del total mundial (Figura 1), han ido en aumento, pasando de 281 millones de toneladas CO2 en 1990 a 595 millones en 2019. La mayoría de las emisiones provienen del transporte por carretera, especialmente de pasajeros a nivel urbano e interurbano.
Impactos del cambio climático en el transporte
El transporte sufre de manera directa las consecuencias del cambio climático. La frecuencia y la severidad de los eventos climáticos extremos se ha incrementado radicalmente en la región (Figura 2). Los países de menores ingresos se ven especialmente afectados por su ubicación geográfica, la menor calidad de la infraestructura y la escasa adopción de medidas de adaptación. Los daños en la infraestructura y el riesgo de disrupciones afectan normalmente a las poblaciones más vulnerables, al quedar aisladas de bienes y servicios debido a daños en las vías de acceso.
La urgencia de la acción
Nuestras estimaciones sugieren que, de no tomarse acciones, las emisiones de CO2 en el transporte podrían aumentar en un 17% para el año 2050 respecto al 2019. En cambio, cumplir con los objetivos del Acuerdo de París exige una reducción del 47% en las emisiones del transporte en la región al 2050 respecto a los niveles del 2019. El proceso de revisión de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional brinda la oportunidad de ser más ambiciosos, alineando las políticas públicas nacionales con los objetivos a nivel internacional.
Una oportunidad única
Cumplir con los objetivos del Acuerdo de París requiere que, para 2025, los países tengan establecido un marco de políticas que permita redirigir el transporte hacia una mayor sostenibilidad e inclusión social. Para ello, se requiere de un enfoque sistémico que permita: (1) promover la movilidad sostenible en las ciudades; (2) descarbonizar los modos aéreo, férreo, marítimo y terrestre; (3) fortalecer la resiliencia climática de los sistemas; y (4) impulsar la innovación y transformación digital. Los países disponen de cinco instrumentos de política para materializar este cambio: regulaciones, compras públicas, instrumentos de precios, incentivos no financieros e inversiones propias. Para cubrir la brecha de financiamiento se requiere generar mayor eficiencia en la inversión, diversificar fuentes y apalancar inversiones del sector privado.
A pesar de los desafíos, el cambio climático presenta una oportunidad única para transformar el sector transporte. La transición hacia tecnologías más limpias y modos de transporte más sostenibles no solo contribuirá a la mitigación del cambio climático, sino también a una mayor inclusión social y económica. El reloj está en marcha y es el momento de actuar. Descargar publicación.
Columna publicada originalmente en Moviliblog de el BID.