La pandemia por COVID-19 ha traído nuevos retos para la movilidad urbana. Por un lado, los servicios de transporte público enfrentan serios problemas financieros por la baja afluencia de pasajeros, lo que podría resultar en una menor calidad del servicio y falta de renovación de flota en el mediano plazo, lo que a su vez llevaría a los usuarios a buscar otras formas para moverse. Y, por el otro lado, la posibilidad de contagio en transporte público ha resultado en un mayor uso del vehículo particular y de motocicletas en muchas de las ciudades que han levantado el confinamiento, con consecuencias negativas para la sociedad (mayor consumo de combustible, mayor producción de contaminantes y de gases de efecto invernadero, mayor congestionamiento vial y pérdidas en productividad, entre otras).
Ahora más que nunca la bicicleta toma relevancia como una alternativa de transporte urbano para evitar un mayor uso del vehículo particular.
Además, para aquellas familias de menores ingresos que no tienen a su alcance la compra de una motocicleta o un automóvil, la bicicleta permite mantener sana distancia entre usuarios y reduce las posibilidades de contagio.
Algunas ciudades de América Latina y el Caribe (ALC) están dando un fuerte impulso a la bicicleta. Algunos ejemplos son las ciclovías temporales de Bogotá y Ciudad de México. En otros casos ha sido la sociedad civil la que ha dado el paso. Como es el caso de la asociación civil mexicana Bicitekas, que puso en marcha el programa recicletas. A través de este programa, reciben donativos de bicicletas en desuso, se reparan y entregan a personal del sector salud. Esto surge como idea, ya que muchos de ellos han sido discriminados y agredidos en taxis y en transporte público.
Para aquellas ciudades que aún no tienen un sistema público de bicicletas, que quieren expandir los existentes, o que desean implementarlos en nuevas zonas de sus ciudades, ponemos a su disposición la Guía para la planeación e implementación de sistemas públicos de bicicletas en ALC.
Esta guía tiene como objetivo brindar información clave a tomadores de decisiones, facilitadores y operadores, sobre la implementación y los aspectos más relevantes para la operación de un sistema público de bicicletas.
La Guía parte de los conceptos básicos que sirven para entender de dónde viene el movimiento de la bicicleta como modo de transporte urbano, los aspectos que infieren en la integración del sistema (institucionales, financiamiento, operación, lugares de préstamos y devolución, y tecnológicos), los beneficios que tiene la bicicleta como modo de transporte (en su dimensión social, ambiental y económica) y los procesos históricos de sistemas públicos de bicicletas en distintas regiones del mundo.
El punto de partida, curiosamente, consiste en establecer si realmente es necesario un sistema público de bicicletas para una ciudad determinada. De esta manera se promueve que su incorporación responda a necesidades reales de la población local y no al seguimiento de modas y soluciones internacionales sin ser acotadas a contextos locales. Para ello, se considera la distribución modal, características sociodemográficas y culturales, la infraestructura existente para el uso de la bicicleta, la jurisdicción, las tendencias y existencia de políticas públicas respecto al uso de la bicicleta y las características geográficas de cada ciudad.
Una vez determinada su necesidad real, la guía identifica los siguientes 10 elementos clave para su diseño e implementación:
- Objetivo
- Factibilidad
- Liderazgo
- Modelo de negocio
- Esquema tarifario
- Tipo de sistema
- Tecnología
- Área de cobertura y ubicación
- Operación y mantenimiento
- Medidas complementarias
La Guía también incluye 7 casos de estudio, considerados como buenas prácticas a nivel internacional: Tres en ciudades de Estados Unidos, dos en ALC y dos en Europa.
La bicicleta representa un interesante fenómeno de readaptación de una tecnología tradicional que da respuesta a las necesidades de transporte de muchas personas en las ciudades. Sin embargo, siguen existiendo importantes retos.
Uno de ellos tiene que ver con el gran número de actores involucrados (autoridades, empresas privadas, vecinos y usuarios) y la mediación entre los mismos. Por otro lado, existen una serie de medidas complementarias que deben acompañar el desarrollo de un sistema público de bicicletas. Pueden ser programas de educación vial, modificaciones a la normativa de tránsito y movilidad, creación y mantenimiento de infraestructura, entre otros. Finalmente, existen los retos tecnológicos y evolutivos del mismo sistema. Algunos pueden ser, la llegada de sistemas sin anclaje, los cambios regulatorios en materia de ordenamiento del sistema y recaudación, y la generación de datos y su privacidad.
Las ciudades requieren soluciones innovadoras a los retos de movilidad y transporte. La bicicleta atiende este desafío, pues facilita viajes corta y mediana distancia en áreas urbanas, generando múltiples beneficios para los habitantes de las ciudades. Aunque ha habido mucha resistencia de autoridades y ciudadanos, la bicicleta regresó para quedarse. Y lo hace, aún con mayor fuerza, en el contexto de la construcción de la nueva normalidad.
Para conocer la guía a detalle, los invitamos aquí.