“Un violador en tu camino”: las mujeres ganan la calle, ganan la voz

“Un violador en tu camino”: las mujeres ganan la calle, ganan la voz

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LA Network
25 noviembre, 2020 - Inclusión

¿Cómo debería ser una ciudad inclusiva? ¿Cuáles son las políticas públicas que permiten planificar esa ciudad desde una perspectiva de género? El movimiento de mujeres en Latinoamérica que canta “Un violador en tu camino” pone en evidencia esa desigualdad y la necesidad de cambiar su realidad urbana.

“Un violador en tu camino”: las mujeres ganan la calle, ganan la voz
Mujeres ensayando el performance «Un violador en tu camino», Alameda Central, Ciudad de México. Foto: Wotancito . Bajo Licencia Creative Commons CC BY-SA 4.0

Por Celeste del Bianco (Periodista) – Buenos Aires

Un grupo de mujeres golpea las palmas de sus manos enérgicamente contra las bancas en el Parlamento de Turquía. Llevan una chalina violeta colgado en sus cuellos. Atrás, parlamentarios varones muestran carteles con fotos de jóvenes asesinadas. Las legisladoras entonan “Un violador en tu camino”, el himno chileno que recorre el mundo. Mientras aplauden, una de ellas lee: “Gracias a ustedes, Turquía es el único país en el que es necesario tener inmunidad parlamentaria para participar”.  Así, las representantes del Partido Popular Republicano se solidarizaron con las mujeres detenidas el día anterior por denunciar la violencia machista en las calles de Ankara, la capital. El video se hace viral, igual que las imágenes de mujeres de todo el mundo apropiándose del espacio público para decir basta a la violencia y a la desigualdad de derechos. Distintas edades, idiomas, ritmos, climas, horarios. Un mismo reclamo.

El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer,

y nuestro castigo es la violencia que ya ves.

Es femicidio. Impunidad para mi asesino.

Es la desaparición.

¡Es la violación!

Las Tesis en Chile irrumpieron en el espacio público en medio de las protestas sociales contra el presidente Sebastián Piñera. Miles de mujeres entonaron la canción frente a La Moneda, la casa de gobierno. Al igual que el “Ni una menos” de Argentina en el 2015, el reclamo se hizo global y visibilizó lo que viven las mujeres día a día. Un sistema que las discrimina y las violenta en lo privado y en lo público. ¿Cómo debería ser una ciudad inclusiva? ¿Cuáles son las políticas públicas que permiten planificar desde una perspectiva de género?

Layla Jorquera es arquitecta y cofundadora del Colectivo MujerArquitecta de Chile. “Las Tesis expresan lo que la mayoría de las mujeres y niñas hemos callado y vivido desde que nacemos. Por el solo hecho de ser mujeres nuestros derechos han sido minimizados en una sociedad hecha para y por el hombre”, sostiene en diálogo con LA Network. “La ciudad para las mujeres tiene lugares y horarios específicos, no podemos hacer uso completo de nuestro territorio, ya que las condiciones de seguridad no lo permiten. Las violencias urbanas afectan negativamente nuestra calidad de vida. Restringimos nuestros horarios, tratamos de no salir solas de noche o ir por lugares abandonados, como sitios eriazos o basurales que pueden convertirse en lugares perfectos para violencias urbanas”, indica.

En Argentina, en 2015 las mujeres marcharon por las plazas de más de 80 localidades para decir basta a los femicidios. El 3 de junio iniciaron “Ni una menos”, una acción que luego se extendió por toda América Latina, Europa y Asia. “Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales … mujeres, todas, bah… ¿no vamos a levantar la voz? NOS ESTÁN MATANDO”, escribió la periodista Marcela Ojeda en su Twitter tras conocerse el asesinato de Chiara Páez, una adolescente de 14 años que estaba embarazada y fue enterrada en un pozo por su novio de 17. Otras comunicadoras se sumaron al reclamo y convocaron a la primera marcha.

“El Ni una Menos es un mojón en el movimiento de mujeres y de manera impactante, histórica, transversal. Significa apropiarse del espacio público y no como un hecho novedoso. Salir a las calles en Argentina es parte de nuestra identidad, de nuestra cultura, de nuestro ser argentino. Esto de apropiarse del espacio público es una construcción de la que hoy nosotras hacemos uso, pero es una construcción previa de muchas mujeres. Ellas se encontraron en pequeños lugares primero y espacios más amplios después, creando un lugar de pertenencia. Desde hace 30 años se realiza el Encuentro Nacional de Mujeres en distintas provincias”, afirma Marcela Ojeda en una entrevista con este medio.

“Es un hito, es un cambio, un antes y un después que abrió las puertas. Primero a las pibas, que son las hijas del Ni Una Menos que hoy tienen 17 o 18 años y que esa vez fue la primera vez que salieron a las calles. Hoy muchas son activistas o militantes en sus escuelas y facultades, en los barrios. También mucha gente grande”, agrega.

Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.

El violador eras tú. El violador eres tú.

Son los pacos, los jueces, el estado, el Presidente.

El Estado opresor es un macho violador.

En América Latina, al menos 3 529 mujeres fueron víctimas de femicidios en 25 países durante el 2018. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), los países con tasas más altas son El Salvador, Honduras, Bolivia, Guatemala y República Dominicana. En Argentina una mujer es asesinada cada 32 horas.

Silvia Ferreyra es coordinadora de la mesa federal de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), un colectivo de mujeres que tiene presencia en 18 de las 24 provincias argentinas. “Desde el Observatorio Mujeres, Disidencias y Derechos tenemos relevados 246 femicidios en todo el país. 211 son directos a mujeres, hay otros 28 femicidios que son vinculados a niñes, varones o mujeres familiares. Es decir, no son directos a una mujer, sino que se busca otra víctima para poder lograr un efecto de venganza o violencia. Hay casi 300 niñes que se han quedado sin sus madres.  Además, hay 7 transvesticidios. Lamentablemente, en los últimos 10 años mantenemos cifras similares”, describe a LA Network.

Ferreyra cuenta que el acoso en la vía pública es un problema generalizado. “Realizamos una encuesta que indica que más de la mitad de las mujeres entrevistadas, habían sufrido una situación de acoso callejero. Casi el 60 % sufrió acoso verbal o físico a lo largo de toda su vida. En general, cuando preguntábamos sobre las medidas que llevaban adelante la gran mayoría no sabía dónde hacer la denuncia. O no lo hacía porque pensaba que no iba a ser escuchada o tener respuesta por parte de las instituciones. Como mecanismo para prevenir este avasallamiento, la gran mayoría opta por medidas como cruzarse de calle, evadir los lugares que se presumen peligrosos. Siempre las respuestas terminan siendo individuales”, reflexiona.

Desde Chile, Layla Jorquera agrega: “la vida de las mujeres se limita principalmente con el acceso al transporte público y su relación con los espacios de encuentro. Muchos de estos espacios públicos carecen de una iluminación que logren generar un sentido de permanencia en ese espacio. En la noche es donde las mujeres nos sentimos con una mayor restricción a los espacios abiertos, a raíz del temor profundo de caminar o permanecer en lugares con una iluminación deficiente. En general, el uso de la ciudad tiende a ser grupal, la inseguridad en algunos espacios es bastante como para poder apropiarse de un lugar de manera individual”.

La respuesta es colectiva y en las calles

Frente a este panorama, la respuesta de las mujeres es colectiva, apropiándose del espacio público para gritar “no nos callamos más”. “No es solamente el terreno de lo doméstico, hay un problema que es de toda la sociedad, es cultural y está fuertemente arraigado. Si vamos a lograr cambios va a ser a partir de ganar la calle, de ganar la voz”, sostiene Ferreyra.

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Manifestación #niunamenos ante el femicidio de Agustina Imvilkeried – Ciudad de Santa Fe. Foto: TitiNicola . Bajo Licencia Creative Commons CC BY-SA 4.0

Marcela Ojeda trabaja como movilera de radio desde hace 16 años. Se levanta en la madrugada para recorrer la Ciudad de Buenos Aires detrás de las noticias. “Ver la transformación de las que caminamos todos los días para mi es impresionante. Sentir que las pibas y las mujeres, cuando están con otra mujer cerca se sienten protegidas, acompañadas, a salvo o con menos riesgo, me parece que, aunque invisible, es sumamente fuerte. Es poderoso que nos encontremos con las miradas ante cualquier situación que podamos imaginar incómoda, aunque no conozcamos a la otra persona. Es conmovedor acercarnos para que la otra se sienta segura. Esto de no callarnos más también se ve todos los días, sin la espectacularidad de los medios. Lo ves en el bondi, en el tren, en el subte”, recoge a través de su experiencia.

El movimiento de mujeres en Argentina logró traspasar la agenda mediática, política, social, eclesiástica. Desde las feministas históricas hasta “la revolución de las hijas”. Todas marcaron el camino hacia nuevas leyes. Hace una semana, se creó el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación. Una medida similar se logró en la provincia de Buenos Aires. “Habrá que ver qué pasa con el nuevo gobierno de Alberto Fernández, pero el de Mauricio Macri hizo un recorte objetivo. El Plan Nacional de Acción para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, dispuesto en la Ley 26.485, que es la ley marco, tuvo un recorte de 20 millones de pesos desde el 2018 al 2019, un 20% menos de su presupuesto”, afirma Ferreyra.

En el último año, Instituto Nacional de las Mujeres (INAM), organismo encargado de aplicar la ley, trabajó con un presupuesto de 11,36 pesos por mujer. Menos de lo que cuesta un boleto mínimo de colectivo, que es de 18 pesos. “En el gobierno de Mauricio Macri se invirtió solo 11.36 pesos para prevenir y erradicar la violencia de género, es muy poco. No alcanza ni siquiera para abordar ni siquiera los recursos humanos que se necesitan para dar asistencia directa a las víctimas”, explica la coordinadora de MuMaLá.

El camino por recorrer es largo, la fortaleza también.

Ciudades con perspectiva de género

Urbanistas y arquitectas de distintos países aportan y militan por ciudades más inclusivas, que sean desarrolladas con perspectiva de género y que logren la integración plena de las mujeres y las niñas en todos los aspecto de la vida. Ana Falú es una arquitecta feminista, docente de la Universidad Nacional de Córdoba en Argentina y asesora de mujeres de ONU Habitat, que desde hace décadas trabaja en el tema.

“Un violador en tu camino”: las mujeres ganan la calle, ganan la voz
Sesión de ONU Habitat sobre equidad de género con Ana Falú (Centro) en Colombia. Foto: ONU Habitat

“Desde el feminismo hay un grupo de gente que viene trabajando desde hace muchos años para el desarrollo de las políticas urbanas. Políticas de género para la ciudad, para la vivienda, para el territorio. Nosotros hablamos de las distintas escalas territoriales y las vivencias de las mujeres y sus demandas”, sostiene en una entrevista con este portal.

Para Falú, es fundamental registrar que las mujeres son las que más sufren las consecuencias de la pobreza.  “Ya sabemos que por debajo de la línea de pobreza y de indigencia, hay una mayoría de mujeres. También sabemos, por los datos de CEPAL, que en esa mayoría de mujeres hay un importante porcentaje de hogares a cargo únicamente de mujeres y que afecta no sólo a estas mujeres sino también a la infancia y a los adultos mayores que están a su cargo. Ahí hay una población para la cual hay que tener políticas específicas”, fundamenta. La académica cordobesa explica que las mujeres no son solo pobres económicamente, sino también en tiempos y derechos y es necesario que las ciudades tengan en cuenta esto.

Las políticas del cuidado es algo sobre lo que también trabaja Layla Jorquera en Chile. “Es fundamental incluirlas ya que en América Latina la labor del cuidado la realiza principalmente la mujer, de manera no remunerada y eso acrecienta la desigualdad de género. Estas políticas se deben incluir a través del empoderamiento de la mujer, y capacitaciones para fortalecer y reconocer el trabajo del cuidado, con la finalidad de que esta se revitalice como una función principal de la construcción de las ciudades y la participación comunitaria”, indica.

Para la arquitecta chilena, la planificación urbana con perspectiva de género debe ser inclusiva porque las mujeres desarrollan muchos roles en la sociedad:  jefas de hogar, madres, cuidadoras y ciudadanas. “En el diseño hay puntos tan específicos como el traslado de coches de bebés y diseñar veredas con este fin o para sillas de ruedas.  Si diseñas espacios públicos seguros, con mayor iluminación, evitando espacios de difícil acceso, no solo estás otorgando mayor seguridad a la mujer, sino a niños, niñas y a toda la sociedad. Si logramos planificar ciudades y territorios con perspectiva de género, podremos tener territorios sostenibles, igualitarios y pacíficos, logrando así el objetivo número 5 de la ONU: Igualdad de género”, afirma.

Según la Organización de Naciones Unidas, “empoderar a las mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y al desarrollo mundial». “Si no se toma en serio lo planteado por la ONU, jamás tendremos políticas públicas que desarrollen territorios inclusivos. Las políticas públicas deben ser lideradas por mujeres, son las llamadas a estar al mando en este desarrollo sostenible de los territorios. Para poder realizar leyes y urbanismo con perspectiva de género este debe ser diseñado por quienes son los individuos que en el pasado no han sido considerados en los diseños urbanos de las ciudades, es decir, las mujeres”, agrega Jorquera.

Las mujeres se mueven y con ellas el mundo. “Estamos acompañadas, estamos juntas y estamos moviendo el mundo literalmente”, sostiene Marcela.