Estamos en tiempos muy difíciles para la humanidad, pero principalmente para muchos de nuestros seres queridos, adultos mayores o enfermos crónicos, los cuales al exponerse con el Covid-19 o conocido popularmente como Corona Virus podrían verse profundamente afectados. Muchos ciudadanos de Las Américas no lo lograran, muchos quedaran en el camino, la OMS ha calificado al Corona Virus como en enemigo de la humanidad, yo desde las reflexiones lo calificó como un asesino silencioso.
En muchos de los territorios de nuestra región, nuestros gobiernos han adoptado medidas como toques de queda, cuarentenas permanentes, temporales o en la medida de lo posible formulas disponibles para evitar un aumento exponencial de los contagios y en ese contexto, en el de una cuarentena voluntaria, he reflexionado profundamente sobre nuestro rol como región en el escenario internacional en un mundo cada vez más globalizado, pero también más expuesto, es por ello que he querido compartirlas con ustedes.
En la práctica, no existe una agenda verde común para Latinoamérica, sino que más bien existen tratados internacionales subscritos y ratificados por cada uno de los países individualmente considerados, los cuales se integran a su ordenamiento jurídico patrio con equivalente constitucional, cuando han cumplido los requerimientos legales que cada uno de ellos demanda, muchos de estos grandes acuerdos o tratados pueden ser promovidos por UNEPA (Organización de naciones unidas para el medio ambiente). En definitiva, las propuestas que se formulan en la OEA, la UN como en otros organismos internacionales, son vinculantes para los países que los subscriben, pero son inoponibles para otros estados que no han subscrito, por lo tanto en la practica, en la actualidad no existe una hoja de ruta o pacto común por el medio ambiente para toda América Latina, muchos pueden pensar en el acuerdo de Escazú, el cual es un tremendo acuerdo que establece garantías de protección y conservación pero que carecer de instrumentos efectivos para fomentar el desarrollo económico sostenido en la relación economía y medio ambiente.
Las organizaciones internacionales no han centrado su atención en Latinoamérica y eso es evidente, porque no somos centro del mundo, no somos el único continente que existe y por qué en definitiva somos nosotros mismos los que debemos comenzar a hacernos cargos de nuestro desarrollo y de nuestras personas.
UNA AGENDA VERDE EN COMÚN
Latinoamérica comparte mucho más que una historia de sometimiento e independencia del yugo español o portugués también compartimos una cultura, una identidad, una biodiversidad tremenda que muchas veces escapa a las fronteras fijadas por nosotros, los hombres, pues la naturaleza no sabe de países y territorios, ejemplo de esto es el amazonas, que está presente en países como Brasil, Bolivia, Colombia y Venezuela por nombrar algunos o ríos y lagos que son fronteras naturales entre países como el Rio de la Plata, el lago General Carrera en Chile o San Martin en Argentina.
Ningún país en LaTam es desarrollado, o son países subdesarrollados o en vías de desarrollo, pero ninguno absolutamente ninguno cuenta con la capacidad por si solo de lograr llegar a un desarrollo económico sin sacrificar y explotar de manera desmedida la naturaleza, es en este sentido donde aparece la idea de un desarrollo sostenido y permanente en el tiempo, por medio de las alianzas con los otros países de la región, actuando estos como actores fundamentales no solo en materia comercial sino también como verdaderos proveedores de nuevos modelos de energías limpias.
Las américas es la tierra más rica del mundo y pareciera ser que aun con nuestras independencias de las potencias europeas contamos con una autonomía autentica, que refleje la voluntad soberana de nuestros pueblos, pues nuestros gobernantes no se aponen de acuerdo entre ellos.
Una agenda verde en común resulta necesaria y fundamental no solo para garantizar la protección y conservación de la naturaleza en una región que está apostando todo al desarrollo, sino que también, para abordar los medios e instrumentos por los cuales a partir de los acuerdos multisectoriales, se puede avanzar en un desarrollo sostenido y duradero, sin excluir a nadie, pensando en crecimiento económico efectivo, ciudades sostenibles a escala humana, derechos humanos y fundamentalmente en justicia ambiental.
Latinoamérica debe contar con su sujeto de Derecho Internacional sin repetir viejas fórmulas como la UNASUR (unión de naciones del sur) o PROSUR, que en este caso viene a hacer lo mismo, pero con otro nombre, donde en ambos bloques se han cuadrado los países conforme a sus ideologías políticas, en la UNASUR los países gobernados por la izquierda y en el PROSUR los países gobernados por la DERECHA, en ese contexto, necesitamos una organización internacional que no sea secuestrada por la política de turno que impere en los continentes, sino más bien, que establezca una política común de acuerdos de cara al crecimiento económico pero también a escala humana de cada una de las personas de nuestros países, necesitamos una organización que constituya una verdadera institucionalidad, que sea firme, transparente y con un proyecto como hoja de ruta para la región.
Esta Pandemia que hoy nos sume en el dolor, debe permitirnos abrirnos a encontrarnos cada uno de los latinoamericanos como hermanos, vernos como igual y apostar a una complicidad sin precedentes en la historia de nuestras regiones, lo tenemos todo, si Latinoamérica actúa en un solo bloque, marcaría la pauta del mundo.