Rapa Nui es pequeña, solo tiene 16.628 hectáreas, pero residuos de equipos de pesca derivados de prácticas insostenibles y la basura de los cruceros llegan a todas sus orillas.
El aumento del nivel del mar está amenazando el patrimonio único de Rapa Nui, más conocida como la Isla de Pascua y ubicada en el Océano Pacífico, a 3 700 kilómetros de la costa continental de Chile. Olas cada vez más fuertes están erosionando los petroglifos y los moai, las icónicas estatuas colosales de la isla que representan a los antepasados, así como las plataformas, o ahu, en las que éstos descansan.
Estas joyas arqueológicas están catalogadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y representan el principal atractivo para el turismo, del que mayormente depende la economía de la isla. Alrededor de 900 moai y 300 ahu fueron hechos a mano por descendientes de colonos de la Polinesia Oriental entre los siglos XI y XVII, lo que otorgó a Rapa Nui un paisaje incomparable.
“Como isleños, somos muy conscientes del cambio climático. Una de las consecuencias más graves es la erosión de nuestros sitios arqueológicos. Nos arriesgamos a perder nuestro patrimonio cultural. Por eso debemos pensar de manera diferente y buscar formas innovadoras de preservarlo», destacó Camilo Rapu, director del Parque Nacional Rapa Nui, quien también encabeza la comunidad Mau Henua, que reúne a los isleños de ascendencia Rapa Nui a cargo de administrar el parque desde 2016.
Para detener las olas, fue construido un dique en el sitio conocido como Runga Va’e. Entretanto, se discuten otras soluciones, como el uso de piedras más estables para anclar los petroglifos. Pero los isleños necesitarán hacer mucho más para adaptarse a los dos peores efectos del cambio climático: las inundaciones costeras y la escasez de agua.
Por su parte, en el Parque Nacional, que cubre alrededor de 40 % de la isla y recibe 100 000 visitantes cada año, también se están implementando varias tecnologías limpias: baños ecológicos, paneles solares y biodigestores. Así, en noviembre la primera planta fotovoltaica de la isla comenzó a operar, con una instalación de 400 paneles y una capacidad de 100 Kw. Su generación reemplazará al menos 8 % del consumo de diésel en la isla.