Vivienda social del neoliberalismo sacrifica calidad por cantidad

Vivienda social del neoliberalismo sacrifica calidad por cantidad

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El neoliberalismo que llegó con Augusto Pinochet a Chile, y que ha influido en la mayoría de los países suramericanos, apuntó a construir viviendas para solucionar un déficit cuantitativo, pero luego de cuatro décadas estas infraestructuras se están demoliendo porque se han convertido en sitios de descomposición social.

Vivienda social del neoliberalismo sacrifica calidad por cantidad
En todos los países el déficit cualitativo es de alrededor de dos veces más que el cuantitativo, por lo que, más que hacer vivienda nueva, es más conveniente y eficiente invertir en programas estatales. Foto: Vivienda de interés social en Quito.

Colombia no es la excepción al seguir este modelo, y de hecho parece ser el país que tiene más riesgos de caer en estos errores, tal como lo evidenciarían los programas de vivienda gratis del gobierno de Juan Manuel Santos, que se expresan en cifras de déficit cuantitativo del 26,8 % y cualitativo del 73,2 %, según cifras del DANE de 2018.

Así lo estableció el profesor e investigador Julio Salamanca, de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, quien viajó por Sudamérica en busca de ejemplos que evidencian nuevos enfoques de vivienda social, a pesar de que la mayoría está en un contexto económico que impide la calidad de vida.

Una observación general de la investigación es que, en la medida en que todos los países del continente están bajo la influencia de las inspiraciones neoliberales, se evidencia que siguen los pasos de Chile.

Para 2009, este país observaba un déficit de vivienda rural del 53 %, al tiempo que en Ecuador y Colombia se tenían cifras entre el 50 y 37 % en el escenario nacional respectivamente, datos de déficit bastante altos, según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

“La idea de la investigación –producto de un año sabático– era conocer qué pasa en todos los países de Sudamérica con la vivienda social, y en particular con las políticas de vivienda, con el propósito de ver qué cosas buenas se pueden extrapolar para aplicarlas en Colombia”, apunta el investigador.

La atención al déficit cuantitativo cuenta con la participación de la empresa privada, a la que, en la mayoría de los casos, no le interesa la calidad y termina haciendo casas solo para venderlas, sin considerar la realidad de sus pobladores. En tales condiciones, la gente no se apropia de las soluciones ni se genera sentido de identidad a través de la vivienda.

Por otra parte, tampoco se soluciona el problema de pobreza porque la gente sigue afrontando necesidades económicas muy grandes: no pueden pagar impuesto predial, cuota de administración ni servicios que antes no pagaban, a lo cual se suman los altos niveles de desempleo que se perciben en toda Sudamérica.

Cuando la comunidad participa

Sin embargo, el investigador Salamanca encontró casos de buenas prácticas que están mediados por la participación activa de la comunidad a la cual se va a beneficiar.

En Brasil y Argentina, por ejemplo, existen dos programas llamados Bolsao Audi Union y Rosario Hábitat que le apuestan al mejoramiento barrial, un diseño urbanístico que permite el encuentro afuera de las casas, con vías de acceso y regularización.

En Uruguay hay un modelo de gestión cuyo enfoque es la vivienda cooperativa. La comunidad arma una cooperativa, sus socios ahorran y en determinado momento se hace el proyecto de vivienda que se le adjudica a los miembros.

Pero, a diferencia de otros modelos similares, cuando las casas ya están terminadas, la cooperativa sigue funcionando para recibir usufructo de la vivienda; así siguen trabajando por construir entre todos jardines, bibliotecas y tiendas. No se dan subsidios sino préstamos, y estos proyectos salen 40 % más económicos que en los modelos en los que la base es el neoliberalismo.

De esta investigación se sacan varias conclusiones: primero, que en todos los países el déficit cualitativo es de alrededor de dos veces más que el cuantitativo, por lo que, más que hacer vivienda nueva, es más conveniente y eficiente invertir en programas estatales.

En segundo lugar, se necesita menos dinero para hacer un mejoramiento que para hacer una vivienda entera. Y tercero, cuando se hace vivienda nueva existe desarraigo de redes sociales, y estas son una condición de sobrevivencia para la gente.

Agencia de Noticias UN