El Salvador, históricamente ha sido uno de los países más vulnerables a riesgo en el mundo ante los fenómenos climáticos, estos pueden ser lluvias, sequías, terremotos, entre otros. Sin embargo esto es un problema estructural e histórico que data desde muchas décadas atrás, debido a la mala planificación urbana, el alto crecimiento poblacional y la mala gestión de la informalidad en las ciudades. Esta vulnerabilidad puede ser explicada desde distintas aristas, las brechas de desigualdad en El Salvador desde una perspectiva económica no se han logrado reducir en todas estas décadas y han provocado el aumento de los asentamientos informales.
Según Alfaro, Moreno & Torres (2019) El Salvador presenta muchas amenazas por el cambio climático, los ecosistemas naturales, la sociedad misma e incluso la economía están siendo afectados por este fenómeno. Sin duda, los impactos negativos en estos rubros llevan al deterioro de la calidad de vida de la población, la competitividad productiva comercial y la posibilidad de generar opciones locales de desarrollo.
El país, debido a sus condiciones de precariedad propias del subdesarrollo, tiene una relación inversa entre la vulnerabilidad y la capacidad de adaptación; es decir, el país no cuenta con las condiciones adecuadas para afrontar los problemas del cambio climático. Si se hace un análisis profundo de los efectos que el fenómeno del cambio climático conlleva en lo ambiental, social y económico, se vuelve una necesidad urgente de implementar políticas de adaptación que posibiliten aumentar el nivel de resiliencia en los diferentes medios de vida (Alfaro, Moreno, & Torres, 2019).
El carácter social y dimensión humana de las personas ha sido olvidado por completo en las planificaciones de la expansión de “la mancha urbana”, dejando a un lado el bien común del ciudadano y y no ha existido contextos a través de hábitats y ciudades dignas y equitativas, porque es claro que la desigualdad e informalidad son parte de nuestro país.
Según CEPAL, en 1998, el huracán Mitch dejó 240 personas fallecidas en su paso por El Salvador, en 2009 198 murieron por la depresión Ida y 122,000 más fueron afectados, en 2010 la tormenta tropical Agatha dejó 12 muertos y fueron afectadas 120,000 personas más, en 2011 con la depresión tropical 12 E murieron 31 personas más y resultaron afectadas 500,000.
Sin embargo no se aprendió de esto, y quedó demostrada la vulnerabilidad con el ciclón tropical 17-E que recién afectó al país. Esto quiere decir que no hubo una planificación adecuada,no hubo mitigacón de riesgo, un ejemplo palpable fue la expansión de la “Cárcava de la Colonia Santa Lucía en Ilopango”.
En El Salvador se necesitan proyectos habitacionales y de mitigación de calidad, no se debe de pensar solo en cubrir la cantidad, sino también la calidad de ellas, cabe destacar que las viviendas informales tienen problemas de acceso a los servicios básicos como energía eléctrica, agua y saneamiento. Por tanto, es compromiso del nuevo Gobierno asumir estas responsabilidades, una vivienda digna impacta de manera positiva sobre la calidad de vida y sobre las posibilidades de las personas para salir de la pobreza. Según MARN (2017) solo en San Salvador existen 47,886 viviendas vulnerables.
Cuando se habla de calidad de vivienda, es necesario pensar el rol del Estado. Las entidades correspondientes deben de implementar programas para mejorar el Stock habitacional del país, por tanto el rol del gobierno debe ser un rol protagónico, por ende dejar claras las competencias del sector privado en este tema. Se deben de buscar soluciones prontas para el corto plazo, esto no quiere decir que las decisiones que se tomarán serán desorganizadas como ha sido la tendencia, por tanto en este proceso, es importante la inclusión de la sociedad civil, municipalidades, el uso de las nuevas tecnologías, etc.
La informalidad en El Salvador es del 75%, es decir, 7 de cada 10 personas no declaran Seguro Social, AFP y Renta; esto conlleva a que estas personas no puedan acceder a un crédito formal, por tanto, es importante buscar estrategias de que estas personas puedan incorporarse al mercado de vivienda formal.
Problemas como el de la Colonia Santa Lucía en Ilopango, vienen dados por la poca o nula planificación a la hora de generar incentivos o condiciones en donde prevalezca un diseño digno, acorde a las necesidades de las personas. Esto aplica incluso, cuando elsector privado sea el encargado de los proyectos habitacionales, no solo se trata de construcción de viviendas, sino, que, también estos proyectos deben adaptarse a las condiciones del cambio climático.
Se debe reconocer de manera innegociable que el Gobierno debe ser el único administrador y planificador del suelo urbano. Con las nuevas tecnologías es posible pensar en la innovación del tipo de viviendas asequibles; sin embargo los proyectos habitacionales de interés social siempre han estado ubicados en la periferia, cimentados en espacios que no son adecuados, generando, más allá del precio, un alto costo para las personas que adquieren viviendas en estos proyectos, de nuevo, es importante resaltar el ejemplo de la colonia Santa Lucía.
Es posible pensar en proyectos con infraestructura sostenible, de esta manera se puede lograr un crecimiento inclusivo y mejorar la calidad de los servicios que se destacan el los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el aumento de la población en las ciudades requiere especial atención, debido a que es importante pensar en este tipo de proyectos para que no se siga afectando los pocos ecosistemas que aún quedan.
Douglas Carrero, 2019.