Hace algunas semanas hubo un asunto que me generó muchísima sorpresa, a propósito de la inauguración del Túnel de La Línea en Colombia. Y fue darme cuenta de que la mayoría de los túneles más largos de América Latina están en este país y son para vehículos.
Aunque el túnel más largo de América Latina es el del ferrocarril Ilo-Toquepala-Cuajone, en Perú, que sirve para el transporte férreo de minerales y que tiene una longitud de 14,72 kms, los que lo siguen son todos para vehículos.
El Túnel de La Línea, que tiene una longitud de 8,65 kilómetros, cruza la Cordillera Central y conecta los municipios de Cajamarca (Tolima) y Calarcá (Quindío).
El siguiente túnel más largo es el de Oriente, con una longitud de 8,23 kilómetros y que conecta a Medellín con el municipio de Rionegro. Mientras que, en tercer lugar, está el Túnel de Occidente, que cuenta 4,60 kilómetros y une a Medellín con Santa Fe de Antioquia.
Adicional a esto habría que decir que, en un par de años, se estima que el nuevo túnel vehicular más largo de Latinoamérica también estará en Colombia y será el Túnel Guillermo Gaviria Echeverri, que conectará la ciudad de Medellín con la promisoria región de Urabá. Tendrá una extensión de 9,73 kilómetros.
Sin duda hay que felicitar a la ingeniería colombiana, que se destaca con estas obras en medio del escenario regional, pero también me llamó la atención los poquísimos túneles férreos, lo que evidencia el desinterés que se mantiene en el desarrollo ferroviario en América Latina.
Podría decirse que, en el mundo, los túneles ferroviarios son los más importantes y tres de ellos son los más extensos. El túnel de San Gotardo, en Suiza, lidera ahora la lista con una longitud de 57,5 kms. Atraviesa los Alpes Suizos, tuvo un costo de 11 mil millones de euros y fue aprobado en referendo por los ciudadanos suizos.
El segundo túnel más largo del mundo también es ferroviario. Se trata del Túnel Seikan en Japón, que fue inaugurado en 1988 y se tardaron 25 años en construirlo. Mide 53,9 kms y 23 de ellos son debajo del mar.
Y el tercer puesto lo ocupa el famoso Eurotúnel, que une Francia con el Reino Unido y cruza el canal de la Mancha por debajo del agua. Su extensión es de 50,5 kms.
Y si quisiéramos, como ñapa, mencionar el cuarto túnel más largo del planeta también es ferroviario. Se trata del Yulhyeon, en Corea del Sur, con 50,3 km, que conecta las ciudades surcoreanas de Suseo y Jije.
Este recuento nos sirve para insistir en la necesidad de promover los sistemas ferroviarios en América Latina. Tienen un enorme impacto en la competitividad de los países y en el caso particular del desarrollo de túneles, son menos costosos que los vehiculares.
En general, la ventilación de los túneles de línea del ferrocarril no requiere equipos específicos; se confía en el efecto de «pistón» que origina las circulaciones y en las corrientes de aire producidas por tiro natural. Mientras que en un túnel vehicular quizás los elementos que más suben su costo tienen que ver con los sistemas de ventilación, para evitar la acumulación peligrosa de gases tóxicos en su interior.
En el caso de Colombia, con el Túnel de Oriente se perdió la oportunidad desde 2007 de convertirlo en un túnel férreo, que se conectaría al Sistema de Transporte Masivo del Metro de Medellín.
El entonces gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, propuso que el túnel fuera férreo para que la movilidad hacia el Aeropuerto de Rionegro tuviera un sistema de transporte público, mediante la conexión futura con el proyectado tranvía de Buenos Aires, el teleférico también proyectado hacia Oriente y una posible ruta de buses eléctricos conectada con el tranvía.
Su idea se basaba en la filosofía de que las grandes ciudades del mundo, en su mayoría, tienen conectadas su aeropuerto con un sistema metro o de transporte público masivo, pero además era conveniente porque reducía los costos de construcción del túnel, ya que no se necesitarían sistemas de ventilación. Finalmente, no cuajó la idea del gobernador, aunque 10 años después ya esta ciudad colombiana cuenta con tranvía y teleférico en esa zona de la ciudad.
Es así amigos que debemos seguir insistiendo en tener más túneles férreos que para vehículos, lo que representa una visión menos carrocentrista de nuestra sociedad y más enfocada en un sistema mucho más económico y funcional de transporte como el ferroviario.
Hasta pronto y gracias por su lectura