Expertos del Banco Mundial analizaron en la universidad colombiana EAFIT, el panorama actual de la educación superior en América Latina y el Caribe durante la socialización de un estudio sobre el tema, que advierte cómo en la región, en la última década, solo el 50 por ciento de los alumnos logró culminar sus estudios superiores y graduarse.
Por Alejandro Gómez (Agencia de Noticias EAFIT)
La rápida expansión de los estudios universitarios en los distintos países de Latinoamérica, el impacto económico sobre las naciones, las políticas públicas vinculadas a las instituciones de educación superior y, en general, la presentación de un amplio panorama del sistema educativo fueron los temas abordados en la presentación del reporte Momento decisivo: la educación superior en América Latina y el Caribe, socializado por el Banco Mundial el miércoles pasado en EAFIT.
El estudio fue realizado por un equipo de especialistas en economía y educación, adscritos a esta organización internacional que trabaja por eliminar la pobreza, liderado por María Marta Ferreyra, economista y jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, quien ha enfocado su investigación en los efectos de las reformas educativas a largo plazo y su impacto en las economías.
“Seguimos llenos de retos. Es cierto que hemos avanzado en América Latina significativamente en cobertura, aunque todavía tenemos déficits inmensos en temas de inclusión. En una ciudad como Medellín el 60 por ciento de los bachilleres, siendo muy generosos, se sigue quedando en las esquinas, sin oportunidades laborales. Tenemos también el reto digital, hacia dónde vamos las universidades y la internacionalización”, expresó Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT durante la instalación del evento.
Para los expertos del Banco Mundial, el informe destaca tres aspectos fundamentales de la educación superior en la región, relacionados con la calidad, la diversidad y la equidad. Según su análisis la formación universitaria –ya sea profesional o técnica– es la mejor manera de impulsar el desarrollo de los países con el aumento de la productividad, la innovación y el crecimiento económico.
De esta manera, explican, la educación superior se ha ido expandiendo radicalmente gracias al crecimiento acelerado que presentó América Latina y el Caribe durante los últimos 15 años. En la región el promedio de matrículas, desde el año 2000 a 2013, según cifras del informe, creció del 21 al 43 por ciento. Esto significa que más de 20 millones de estudiantes, 10.000 instituciones y 60.000 programas hacen parte actualmente del sistema.
“Una de las características de este nuevo panorama es la presencia de estudiantes nuevos en el sistema, estudiantes que provienen de sectores de ingresos más bajos, que lamentablemente están menos preparados académicamente para el trabajo de la educación superior. Frente a este panorama nuevo y complejo, frente a este déficit de calidad, de equidad y de variedad decimos que estamos en un momento decisivo, en el cual es importante tomar decisiones serias y con suma urgencia”, manifestó María Marta Ferreyra, investigadora y representante del Banco Mundial para América Latina.
Algunos de los aspectos del informe en los que enfatizó María Marta Ferreyra es la necesidad de que las instituciones de educación superior de la región entreguen información sobre los índices de empleabilidad de sus egresados y las tasas de salarios que consiguen. Esto, explicó, ayudaría a que en el caso de las universidades privadas los estudiantes tengan claridad sobre dónde hacen su inversión y, además, incentivaría a las instituciones a ofrecer programas que estén acordes con las necesidades del mercado laboral. En el caso de las universidades públicas esa información permitiría evaluar los resultados de las inversiones que hacen los gobiernos en educación.
El momento clave
Aunque el número de estudiantes universitarios aumentó durante la última década en la región, solo el 50 por ciento de los alumnos logró culminar sus estudios superiores y graduarse. Esa es una de las conclusiones del presente informe del Banco Mundial.
En este sentido, y a pesar del rápido crecimiento en cobertura educativa de los distintos países, los desafíos en materia de calidad y diversidad siguen siendo importantes. Por eso la creación de políticas públicas e incentivos, como la financiación o los créditos, han permitido cada vez más el acceso de las clases medias y bajas a la educación superior. Esto, a su vez, ha comprometido el panorama de la calidad.
“El aumento del acceso estuvo acompañado de una proliferación de instituciones y programas de educación superior. Si bien esto es positivo, aun es necesario hacer mucho más para mejorar la calidad de dicha educación, sobre todo cuando el nivel educativo que reciben los sectores más pobres sigue siendo inferior al de estudiantes de mayores recursos. Hasta que no podamos ofrecer a todos los estudiantes de nuestra región una educación de calidad, desde el primer día, seguiremos viendo desigualdad en los resultados y también frustración”, afirmó Issam Abousleiman, gerente del Banco Mundial para Colombia.
Aunque el acceso a la educación superior se volvió más igualitario, la participación continúa siendo mayor para quienes tienen mejores ingresos económicos. Y es aquí, señalan los especialistas, donde entran los encargados de las políticas públicas, ya que su intervención es necesaria para regular el mercado y alcanzar el óptimo social consistente en maximizar el potencial de cada persona y satisfacer las necesidades de habilidades de la economía.
“El informe ayuda a analizar lo costoso que es tener programas de pregrado en Colombia de cinco años. Además, factores como que los estudiantes tengan que elegir una carrera y que la movilidad sea tan restringida. Eso es algo que tenemos que analizar como sistema, tenemos que aprender de otros países que tiene menos deserción precisamente por los altos costos”, consideró Ximena Dueñas Herrera, directora de Icfes, presente en la socialización del reporte.
El estudio, que es una radiografía de la situación actual de la educación superior, evidencia las brechas en temas como los retornos económicos, privados y sociales de la educación, las causas de la deserción universitaria y la falta de información respecto al costo-beneficio de los distintos programas académicos.
Uno de los puntos que destaca el Banco Mundial es la diferenciación de vocaciones profesionales que existe entre los países latinoamericanos y otros relacionados a sus niveles de innovación y desarrollo económico. Se muestra como, en promedio, en América Latina y el Caribe se gradúan menos científicos que en Estados Unidos y Reino Unido, mientras los profesionales relacionados a las ciencias sociales van en aumento.
“En materia de competitividad hemos notado que no se ha avanzado suficientemente. El país ocupa la posición 61 entre 140 países en el ranquin de competitividad del Foro Económico Mundial, seguimos siendo el quinto país más competitividad de la región y no vemos en los próximos años cómo esto vaya a cambiar. Y el gran rezago que vive el país está fundamentalmente dado en temas de condiciones básicas”, concluyó Daniel Payares Montoya, profesor de Economía de EAFIT y representante del Consejo Privado de Competitividad.