Soy ciclista

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Pablo David Lebedinsky
22 julio, 2017 - Movilidad

Mi medio de transporte diario es la bicicleta, y voy a hablar de Buenos Aires, aunque Uds. podrán poner la ciudad que quieran y encontrar semejanzas y diferencias.

La ciudad cada día tiene más inconvenientes para ofrecer opciones de movilidad eficientes y la bicicleta es el instrumento ideal para subsanar ese problema, aunque no es el único.

No recuerdo bien cuando fue la última vez que me subí a un bus para llegar a mi trabajo, pero es muy gratificante sentir que casi no lo necesito (vivo a tan solo 6 kms de mi trabajo). Si bien el transporte público es fundamental en una ciudad colapsada por el gran ingreso de autos, la bicicleta me da la libertad de movimiento que ningún otro medio de transporte hasta ahora pudo ofrecerme.

Ser ciclista urbano tiene sus ventajas y desventajas; en una ciudad donde la bicicleta todavía no logra ocupar un lugar preponderante el ciclista debe hacerse lugar a fuerza de imponer su voluntad de ofrecer una alternativa eficiente, ecológica y sustentable, y demostrarlo con resultados.

Las ventajas están dadas en la libertad de movimiento que te da la bicicleta, la versatilidad en el traslado del punto A al punto B (traslado de personas, mercaderías o mascotas o todas juntas a la vez), la eficiencia ecológica, entre otras.

Las desventajas (que en mi caso representan fortaleza) están dadas mayormente en la falta de aceptabilidad por una parte de la sociedad que aun se niega a evolucionar y la pobre y deficiente infraestructura dedicada al ciclismo urbano para paliar esa falta de seguridad que muchos sienten cuando circulan en bicicleta por las calles y avenidas de esta ciudad tan convulsionada y agresiva.

Me cuesta aceptar que la gente se resista al cambio, exponiendo diferentes argumentos carentes de solidez, como ser “las ciclovías solo generan más congestión”, “los ciclistas no respetan nada”, “en auto viajas más cómodo”, “llego al trabajo transpirado”, “en invierno no se puede pedalear”, entre muchas otras; y a cada uno de estos argumentos le cabe la pregunta: ¿Que haces para cambiar la realidad de tu ciudad?, y nadie tiene una respuesta concreta y le cargan toda la responsabilidad al gobierno de turno, como si con ello hiciéramos una gran contribución, y sin embargo no nos damos cuenta que nos falta inteligencia para afrontar la adversidad.

Agarrar mi bici y salir a la calle representa el mayor de mis logros a la hora de contribuir con el bienestar de mi ciudad. Se que mi pequeño aporte se magnifica al sentir que estoy transitando el camino correcto. Es la redención misma. Es la descarga de endorfinas que genera poner un pie sobre el pedal lo que me sigue moviendo en ese sentido.

Hoy no imagino trasladarme de otra manera, me costaría mucho desprenderme de un vehículo tan noble y amigable como es la bicicleta. No lograría re-adaptarme a otra modalidad de transporte, aunque reconozco en el transporte público la gran ventaja que tiene en contraposición al uso y abuso del automóvil.

Soy ciclista, me muevo en bici y seguiré por ese camino, los espero…