San Antonio uno de los barrios más antiguos de Cali ha sido habitado tradicionalmente por artistas, artesanos, intelectuales, estudiantes universitarios y funcionarios de ONGs, desde los años 80, además de sus antiguos residentes. Sus habitantes nativos hoy son ancianos propietarios de grandes casas en estilo colonial.
Hoy se ha convertido en una nueva zona gastronómica de tipo internacional, transformando la naturaleza del barrio y creando conflicto entre viejos y nuevos habitantes.
El valor creado por los habitantes originales es tomado por capitales foráneos, generando negocios que tratan de parecer una réplica de aquel estilo de vida tradicional pero enriquecido en mobiliarios, diseños arquitectónicos, conceptos culinarios, servicios y, por supuesto, valores económicos, que son inalcanzables para los habitantes originales.
Los barrios tradicionales residenciales del norte y Oeste de Cali sufrieron igual proceso, transformando su uso, pasando de ser sectores de tranquila habitabilidad, ambiente limpio, seguros a convertirse en zonas gastronómicas y turísticas de restaurantes, bares, cafés, discotecas, boutiques.
El proceso se desarrolló en un periodo de unos cinco años desplazando a sus antiguos habitantes a la fuerza pues la presión de los negocios, el dinero que traían, la actividad que generaban en las noches y fines de semana y los nuevos públicos que convocaban obligaron a sus tranquilos habitantes a buscar nuevos sitios para vivir el resto de sus vidas.
Para los habitantes de estos barrios se convirtió en una gran molestia y dificultad convivir con aquella invasión de negocios de la noche que gradualmente se tomaron sus sectores; el ruido, las peleas, la música a altos niveles, la congestión vehicular, el irrespeto a su modo de vida es la nueva dinámica que deben soportar.
La intervención del estado es insuficiente y muchas veces pareciera que prefiere favorecer a los negocios pues esto supone actividad económica, mejorando los indicadores de empleo, consumo de servicios públicos, ventas, impuestos, lo que antes de este fenómeno no se presentaba.
La pregunta es qué factores intervienen para que un barrio de tradicional uso habitacional se vaya transformando de esta manera y sea imposible detener esos avances.
San Antonio, es un barrio antiguo, con casas que datan de casi dos siglos, construcciones religiosas e institucionales de alrededor de 300 años y hoy se ha convertido en sitio de visita turística, asentamiento de restaurantes de lujo, galerías, cafés, oficinas gremiales y corporativas, panaderías gourmet, tiendas orgánicas y vegetarianas, almacenes de artesanía, heladerías light, hostales y hoteles que van desde alquileres económicos para viajeros internacionales como suites para ejecutivos o visitantes exclusivos.
Es un sitio para recrearse admirando la arquitectura y los trazados de las calles, algunas adoquinadas.
Este fenómeno también ha ocasionado un conflicto entre los propietarios de unos años para acá: de una parte aquellos que deseaban que su barrio continuara siendo un sitio de habitat, donde hacían su vida cotidiana, entre vecinos, tiendas, talleres, panaderías y parques y los otros que buscaban el progreso económico por el alza del suelo que se obtendría si el barrio cambiaba su vocación, pues al llegar mayores capitales interesados en invertir en las casas y convertirlas en negocios que atraían clientes con mayor poder adquisitivo, el valor de la tierra subiría y podrían aprovechar esta bonanza para sus finanzas, así se vieran obligados a vivir entre múltiples negocios o en el caso más extremo abandonar el barrio.
Es un conflicto entre un modo de vida tradicional que busca el disfrute y otro que busca la productividad capitalista. Al final parece haberse impuesto esta última fuerza pues el barrio ahora se ha llenado de negocios cuyos propietarios son agentes externos que llegan con capitales, saberes, estéticas y políticas ajenas a la tradición.
Inclusive, se ven algunos que quieren resaltar la «tradición» pero con propuestas que no empatan con la misma del barrio: «tiendas de la abuela», «salas de té», «boticas», «mercado campesino», tradiciones que responden más a un estándar internacional de lo «típico» que una apropiación de lo existente.
Igual sucedió en el barrio Granada más de 10 años atrás pero parece que este boom se desinfló pues muchos de los negocios que asaltaron de igual manera a los tradicionales propietarios fueron cerrando y ahora son grandes contsrucciones abandonadas.
Pueden ser procesos artificialmente impulsados desde el Gobierno o que se se desarrollan como en forma de avalancha o dominó, que de manera contagiosa va atrayendo a nuevos inversionistas que ven una oportunidad de negocios o inclusive de lavado o legalización de capitales. Habría que observar en San Antonio qué tendencia se vaya a dar
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