La serie documental recomendada hoy en “Netflix para salvar el planeta” pone sus ojos en la industria alimentaria y qué tan honesta es con los consumidores.
¿De dónde vienen los alimentos que consumimos en nuestra mesa? ¿Cómo se producen? ¿Cuáles son los secretos que esconden muchos de esos productos de consumo diario? ¿Son confiables o son el resultado de mezclas y combinaciones fraudulentas para engañar a los consumidores y mejorar las ganancias de las empresas de alimentos en detrimento de la salud y nutrición de los comensales?
Todos estos interrogantes son puestos en escena en la serie documental de Netflix “Rotten” (Podrido), que aunque esencialmente está enfocada en la producción de alimentos en los Estados Unidos, es fácilmente escalable a la realidad de la industria alimentaria global.
Rotten está compuesta por 6 capítulos que desnudan los fraudes alimentarios con productos como la miel, el maní, la leche, la carne de pollo, el bacalao y el ajo.
Precisamente, el primer capítulo está dedicado a la industria de la producción de miel: “Abogados, armas y abejas” es su título y narra cómo esta industria se enfrenta a la adulteración a través de uno de los casos más sonados internacionalmente, el de la compañía Alfred L. Wolff Inc., una firma alemana que fungía como la principal importadora de miel a los Estados Unidos.
Este caso de la miel adulterada fue conocido como el “Honey Gate” y se destapó en marzo de 2008, cuando agentes federales estadounidenses allanaron las oficinas de Alfred L. Wolff Inc. en Chicago, y recogieron las pruebas necesarias para demostrar que la empresa estaba llevando a cabo un fraude alimentario de proporciones descomunales.
Entre los documentos incautados, los agentes hallaron pruebas de que la miel rusa o polaca que importaba Alfred L. Wolff Inc. no tenía ese origen y mucho menos que era verdadera miel. El producto resultó ser una mezcla de origen chino adulterada con cloranfenicol, un antibiótico prohibido por las autoridades farmacéuticas estadounidenses. Y lo peor de todo: la empresa era consciente del fraude y había decidido vender el producto a precios más bajos. Esta práctica denominada “dumping”, que consiste en abaratar tanto los precios de tu producto que quiebras a tus competidores inmediatos en ese segmento de mercado, es un delito comercial.
Aunque en la serie se observa una criticable postura de defensa de la industria norteamericana al querer hacer ver como criminal y peligrosa la del resto del mundo, Rotten sin duda aporta elementos a una discusión hoy inevitable: la necesidad de estar bien informados sobre de dónde viene y qué calidad tiene la comida que consumimos.
Lo cierto es que a estos alimentos ya no solo los vigilan leyes, fronteras o impuestos. Ahora también nosotros los consumidores lo hacemos con más convicción porque queremos comida real y que cumpla con los estándares ambientales, comerciales y laborales. Y no es aceptable el engaño en un asunto tan sensible como la alimentación humana.
No hay duda que, con la mirada puesta en la industria pero también en los consumidores, “Rotten” invita a tomar conciencia y preguntarnos acerca de nuestras decisiones diarias al momento de elegir lo que comemos.