La congestión de la capital peruana genera pérdidas de $ 3,3 millones de dólares diarios. Ante este problema de vieja data, el Gobierno del presidente Martín Vizcarra decidió finalmente instalar una Mesa Ejecutiva de Tránsito para buscar soluciones de manera coordinada.
Por Mirelis Morales Tovar (Lima, Perú)
Los limeños tardan un promedio de 81 minutos en cada viaje. Y, según datos de la Fundación Transitemos, al menos 38 % de los habitantes de la capital demora hora y media o más en trasladarse. Esa congestión genera pérdidas económicas estimadas de al menos $ 3,3 millones de dólares diarios (11,2 millones de soles). Ello sin contar los daños humanos y materiales que se producen cuando ocurre un incidente de tránsito cada seis minutos o cuando se reporta una persona herida cada diez.
No conforme con eso, Lima ocupó en 2014 el primer lugar en la lista de ciudades más contaminadas de América Latina, de acuerdo con un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Un hecho que se manifiesta en la mala calidad del aire y el alto nivel de ruido, lo cual afecta a más de 10 millones de personas que viven en la capital y en el distrito contiguo de El Callao.
El panorama es crítico. De ahí que el Gobierno del presidente Martín Vizcarra instalara el pasado 8 de enero la Mesa Ejecutiva de Tránsito y Movilidad Urbana, con el objetivo de identificar los problemas y proponer acciones de manera coordinada para mejorar la movilidad en Lima y El Callao. El equipo de trabajo estará integrado por los ministerios de Economía y Finanzas, Transportes y Comunicaciones, Vivienda, Construcción y Saneamiento, del Interior y del Ambiente, hasta tanto se conforme la Autoridad Única de Transporte Urbano.
“Vemos que no existe una visión integral en el Estado en el tema de transporte. Por el contrario, hay superposición e injerencia entre entidades u organismos públicos, tanto a nivel de planificación como gestión que dificultan una solución completa y sostenible”, afirmó el Ministro de Economía y Finanzas, Carlos Oliva, durante el acto de presentación.
David Fairlie, ingeniero de tránsito y consultor de la Asociación Civil Cruzada Vial, aseguró que lo primero que deberá corregir la Mesa Ejecutiva de Tránsito y Movilidad será el alcance de la Autoridad Única de Transporte Urbano, porque tal como se estableció no tiene injerencia en materia de tránsito ni en lo que respecta a proyectos viales.
“Esta mesa de trabajo previa permitirá resolver esa incongruencia de la Autoridad Única de Transporte y expandir su jurisdicción. De lo contrario, solo atacará una arista del problema y no habrá una solución integral. Esta figura es muy necesaria, porque hasta ahora cada municipalidad hacía una interpretación de las reglas de tránsito sin seguir las normas del Ministerio de Transportes. Urge una autoridad que esté por encima de las municipalidades. Un ente que se encargue de recoger las propuestas, evaluarlas y aprobarlas”, afirmó.
Temas pendientes
La misión de la Mesa Ejecutiva de Tránsito y Movilidad, sin embargo, no será fácil. Allanar el camino de la Autoridad Única de Transporte Urbano ameritará corregir una gran cantidad de errores de diseño y de malas prácticas, como la falta de sincronización entre los semáforos de las municipalidades de Lima y El Callao, por mencionar alguno.
Manuel Gregorio, directivo de la empresa TEC, afirmó en entrevista al diario El Comercio que en la capital existen entre 7 y 8 protocolos de comunicación diferentes entre todos los semáforos, lo que impide que haya un mejor flujo de vehículos durante las horas de más tráfico. “Mientras que la municipalidad de Lima no exija que se cumpla con un solo protocolo de comunicaciones, no se van a poder sincronizar nunca”, declaró.
Alfonso Flórez, gerente general de la Fundación Transitemos, pondrá sobre la mesa como representante de la sociedad civil la propuesta de crear una central de ingeniería de tráfico que permita la coordinación de todos los semáforos y un manejo integral de los problemas de circulación, mediante cámaras de televisión, detección remota de fallas y situaciones de emergencia.
Asimismo, Flores sugiere que pueden aplicarse otras medidas a corto plazo, mientras se hacen mejoras de infraestructura y se completa el déficit vial en Lima que supera los 700 kilómetros. Entre ellas mencionó la posibilidad de crear horarios diferenciados de ingreso al trabajo y a los colegios, así como modificar el sentido de las vías según el flujo de vehículos en horas pico, lo que ayudaría a subsanar el incremento de 30 minutos en los tiempos de viaje a causa de la congestión y el consumo promedio de un tercio de galón de combustibles, según los cálculos de la fundación.
“Soy optimista. Pero para que haya soluciones duraderas hay que modificar muchos paradigmas”, asegura. “Se necesita cambiar el modo de planificar, porque se sigue planificando la ciudad en función de los vehículos y no de las personas, sin considerar que en el caso de Lima más del 70 % de la población se moviliza a pie y en transporte público. Además, se tiene que dejar a un lado ese modelo aspiracional que hace ver al carro como sinónimo de éxito, a diferencia de la bicicleta”, acotó.
El periodista Juan Pablo León, especializado en tránsito, no tiene una visión muy esperanzadora sobre el tema del tráfico en Lima. En sus publicaciones recuerda que desde 2002 se viene hablando de la Autoridad Única de Transporte. Además, apunta que hay muchas incongruencias en la gestión como el hecho de que la Municipalidad de Lima haya ampliado la autorización de las 339 empresas de transporte público un año y medio más, pese a su largo historial de deudas y accidentes. O el hecho de que más de 50 ciclovías a lo largo de la ciudad no han sido construidas de manera articulada. Por citar algunas.
Fairlie, sin embargo, asegura que la instalación de la Mesa Ejecutiva de Tránsito es un gran avance porque sienta por primera vez a todas las partes involucradas y establece las bases para asegurar que la Autoridad Única de Transporte funcione bien. Pero, a su juicio, el camino será largo.
“Hay un componente de educación vial, pero no es el principal. En Lima lo que tenemos es un problema de diseño, que no es el adecuado. El diseño vial no permite que el tráfico fluya y ello incide en el comportamiento de los conductores. Si todos obedeciéramos las leyes de tránsito, no se movería nadie porque no hay relación entre lo que está escrito y la realidad. La educación vial en Lima solo se conseguirá con un diseño bien hecho”, sentenció.