En Cali se puso en marcha un sistema de desplazamiento que sirve como piloto o prueba de la micromovilidad en Colombia, para así identificar los componentes y aspectos clave que definan una correcta y apropiada regulación.
Caminar, pedalear o impulsarse, cualquiera de las formas de movilidad que dependan de la locomoción humana, siguen ganando terreno en las ciudades del mundo y se convierten en promotoras de nuevos conceptos para desplazarse como la micromovilidad, un tema irrumpe en las ciudades latinoamericanas sin tener todavía marcos regulatorios sólidos.
“La micromovilidad hace referencia a las prácticas sociales de desplazamiento en el territorio que conjugan deseos y necesidades de viaje (que en conjunto pueden definirse como requerimientos de movilidad), y capacidades de satisfacerlos, a través de viajes de corta distancia”, explica Daniel Pérez Rodríguez, asesor de Movilidad Activa del Ministerio de Transporte de Colombia.
El concepto, apela a aquellos recorridos cortos que son denominados como de primera o última milla (kilómetro); sin embargo, abarcan un límite de trayectos de hasta ocho kilómetros, según un estudio realizado por el McKinsey Center for Future Mobility.
El abanico de medios de transporte es muy amplio desde la micromovilidad. De acuerdo con Pérez Rodríguez, el principal medio -que nunca ha sido alternativo- es la caminata. “Adicionalmente, aparece la bici, la patineta, segway, trixie, entre otros que han venido tomando fuerza”, destaca.
Además, en este nuevo esquema que propone una movilidad más sostenible, siempre la tecnología aparece como un aliado fundamental para desarrollar sistemas y nuevos aparatos que nos permiten recorres esos viajes cortos.
“El tema ha sido reconocido desde hace poco tiempo (menos de 10 años) a nivel mundial. La tecnología ha sido un detonador fundamental para el auge de los sistemas basados en economía colaborativa, es decir: compartir los medios de transporte y soportarlos con data”, destaca el experto del Ministerio de Transporte de Colombia.
Evolución urbana de la micromovilidad
En el mundo, el uso de dispositivos de micromovilidad ha contado con un boom comercial, normativo y de infraestructura en las ciudades asiáticas. Mientras que, en Europa, pese a la acogida en varias ciudades, muy pocas de ellas han determinado marcos normativos que la impulsen.
“En Latinoamérica son pocas las ciudades en donde el tema ha tomado fuerza. Ciudad de México, Santiago de Chile y Sao Paulo, son las que más han tenido involucramiento de los gobiernos en la puesta en marcha de dichos sistemas de micromovilidad compartida”, afirma Daniel.
La ciudad colombiana de Cali, por ejemplo, decidió poner en marcha un sistema de patinetas eléctricas, en periodo de prueba, que servirá para analizar, verificar y evaluar los alcances que puede tener para el país implementar estos nuevos esquemas de movilidad que ya han permeado a megaciudades como Ciudad de México.
“En la mayoría de las ciudades a nivel mundial, el modelo de negocio de patinetas compartidas ha entrado de manera esporádica y sin previo aviso. Latinoamérica no ha sido la excepción”, agrega Pérez Rodríguez.
Para el caso de Colombia, que acaba de recibir su primer piloto en relación con sistemas agregados de micromovilidad, las diferentes empresas de sistemas de patinetas compartidas empezaron a llegar a Bogotá y Cali desde el año pasado. “Desde el Ministerio de Transporte hemos estado adelantando reuniones con cada una de ellas para aplicar una adecuada y factible puesta en marcha”, añade.
El experto destacó que el caso de Cali servirá para evaluar las principales condiciones de operación, uso, circulación y cultura ciudadana que involucran la puesta en marcha de un sistema de este tipo. Dicho ejercicio se estará realizando por un periodo de seis meses.
En comienzo, el piloto comprenderá dos zonas de control donde se identifican diferentes tipos de usuario, comportamientos, infraestructuras, servicios y actividades económicas que permitirán evaluar diversas situaciones de uso.
Agregó, igualmente, que los retos que se presentan desde los diferentes actores (gobiernos, ciudadanía, organizaciones civiles, empresas, academia) son cruciales para el éxito y apropiación de los sistemas de patinetas compartidas.