Humanos en ciudades, pero ¿ciudades hechas para humanos?

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Rosana Guerrero
28 febrero, 2018 - Movilidad

La dimensión humana enfocada en el ámbito urbano, se entiende como una pluralidad en la unidad, es decir, es aquella interacción social vista en los espacios públicos, necesaria para el desarrollo del humano como  especie, y según el arquitecto Jan Gehl, ésta se encuentra “descuidada, eliminada e ignorada”, así lo expresa en su libro Ciudades Para La Gente.

La dimensión humana, a la hora de planificar ciudades  ha sido sustituida en el renglón de prioridades por el tráfico vehicular, y es que la necesidad de movilizarse en entornos urbanos cada vez más difusos, ha incrementado el uso del automóvil de manera exponencial, suprimiendo el criterio de interacción social debido a la casi inexistencia de espacios públicos.

“¿DÓNDE QUEDA EL ROL DE LA CIUDAD COMO LUGAR DE ENCUENTRO PARA SUS HABITANTES?”

Muchas ciudades del mundo sin distinción de ubicación geográfica o nivel de desarrollo, padecen de la enfermedad “espacios anti gente”,  evidenciándose el maltrato hacia el transeúnte con la presencia de obstáculos urbanos, polución, espacios estrechos para el tránsito peatonal, presencia de residuos sólidos y además el riesgo latente a accidentes.

“DICHO ESCENARIO ENTORPECE LAS FUNCIONES SOCIALES Y CULTURALES DEL “DEBER SER” DE UN ESPACIO PÚBLICO”.

El libro Muerte y Vida de las Grandes Ciudades, publicado por la periodista Jane Jacobs, hace una aseveración bastante acertada respecto a “cómo el aumento masivo del automóvil y la ideología urbanística del movimiento moderno, separa los usos dentro de las ciudades y enfatiza la construcción de edificios exentos, terminando por destruir el espacio y la vida urbana, dando como resultado ciudades sin gente ni actividades”.

“CIUDADES SIN GENTE NI ACTIVIDADES: CIUDADES SIN VIDA”.

En los países en vía de desarrollo, materializar la dimensión humana ha sido una labor mucho más compleja de consolidar que en los países desarrollados, debido a que las prioridades de cada nación son cónsonas a sus necesidades, y justamente, Latinoamérica refleja sus necesidades en  estadísticas exacerbadas de crecimiento poblacional, haciendo que la expansión urbana sea un indicador de ello, es entonces como muchas ciudades se encuentran colmadas de gente y la gente se encuentra constreñida a la hora de ejecutar sus quehaceres diarios dentro un espacio urbano que compite ante la invasión del automóvil como medio de desplazamiento. La consecuencia es un espacio urbano olvidado, donde la gente pierde la posibilidad de desenvolverse e interactuar como especie.

“TANTO LAS CIUDADES NUEVAS COMO LAS EXISTENTES DEBERÁN REALIZAR CAMBIOS CRUCIALES EN LAS VARIABLES Y PRIORIDADES QUE COLOCAN EN LA BALANZA A LA HORA DE TRAZAR UN PLAN URBANO. PONER LAS NECESIDADES DE LA POBLACIÓN QUE USA Y VIVE EN LAS CIUDADES POR DELANTE DE TODO, ES UNA TAREA PRIMORDIAL DE CARA AL FUTURO” JAN GEHL.

¿Cómo mejorar el paradigma?

Un espacio urbano funcional, se logra materializando ciudades que sean seguras, sanas y abiertas al encuentro social, a través de la implementación de políticas urbanas que estimulen a sus habitantes al uso de la bicicleta como medio de transporte y caminar como forma de movilidad. Este proceso contribuye a la concepción de espacios públicos atractivos y además dotados de servicios que asistan las necesidades de los transeúntes, a su vez se considera relevante la aplicación de impuestos al tránsito automotor, de manera que los ciudadanos opten por una opción de movilidad más sostenible, ante una opción de movilidad contaminante.

La caminata, la bicicleta y el transporte público, son medios de desplazamiento que proporcionan diversos beneficios a la economía, como también alivian la presión hacia el medio ambiente, ya que se disminuye el consumo de recursos naturales, se reducen las emisiones de dióxido de carbono y los niveles de ruido.

 “ES DE HUMANOS DESEAR BIENESTAR EN LOS LUGARES DONDE SE HABITA”.

A la hora de la verdad, mientras más infraestructura vial exista, mayor será el número de vehículos disponibles en los espacios urbanos, reflejándose en mayores inversiones y elevados costos para dar cabida al parque automotor.

Si se observa esta realidad de manera objetiva, el precio de incorporar la dimensión humana en las ciudades es realmente bajo, al lado de invertir en infraestructura que cubra la demanda vehicular, es decir, cualquier ciudad del mundo sin importar su nivel de desarrollo y capacidad económica puede lograr transformaciones en sus espacios públicos, favoreciendo la sostenibilidad del sistema.

Actualmente, la sociedad ha optado por llevar una vida más íntima, una casa, un automóvil y una oficina propia, modificando la estructura social y por ende el comportamiento de las urbes. Se necesita que las personas vuelvan a participar de la vida urbana; es imperante que la participación político – institucional apueste a la reestructuración espacial de las ciudades, haciéndolas placenteramente habitables… que movilizarse, permanecer en sus espacios públicos sea tendencia de reencuentro cívico y lograr una dimensión humana más amena.

“Lograr que las ciudades sean entes de cohesión social, movilidad sostenible, económicamente competitivas y ambientalmente amigables, sin duda alguna generará beneficios cuantiosos tanto para el hombre como para el planeta tierra”.

Por: @Guerflor