Hoy en LA Network un especial sobre tres de las más grandes mujeres que tiene hoy el mundo y que son inspiración: Greta Thunberg, Alexandria Ocasio-Cortez y Saskia Sassen
Greta Thunberg: la voz de la juventud y del enfado
Esta adolescente sueca, diagnosticada con autismo y TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad), pasó de ser una chica normal en su natal Estocolmo para convertirse en la lideresa de un movimiento que ha puesto en pie a los jóvenes del mundo frente al cambio climático.
El viaje en tren de Greta Thunberg duró 32 horas. Ese fue el tiempo invertido entre Estocolmo, su ciudad natal, hasta Davos, la pequeña localidad suiza de 11 mil habitantes que los ricos y poderosos del mundo escogieron como sede para su reunión anual. La chica de 16 años no podía perder esa cita.
Tan largo y desgastante viaje fue fruto de una decisión: Greta dejó de subirse a los aviones para reducir su huella de carbono y contribuir así con el cuidado del medio ambiente. Y su presencia allí tenía un objetivo: decirles a esos poderosos, que definen el futuro del planeta en el Foro Económico Mundial, que por su codicia y también por su falta de acción, planeta no habrá en los próximos años si no se actúa ya.
“En Davos, a la gente le gusta hablar sobre el éxito, pero su éxito financiero ha tenido un precio inimaginable, y en cuanto al cambio climático, debemos reconocer que hemos fracasado. Todos los movimientos políticos en su forma actual, ya lo han hecho, y los medios de comunicación no han logrado generar una mayor conciencia pública sobre el tema. Pero el homo sapiens aún no ha fallado. Sí, estamos fallando, pero aún hay tiempo para cambiar todo”, les dijo Thunberg a los políticos y empresarios asistentes al pequeño poblado suizo.
Week 7 from cali, colombia. Inspired by @GretaThunberg te invitamos a unirte, toda persona es bienvenida. y no te pierdas la huelga nacional por el cambio climático el 26 de abril y la huelga mundial por el cambio climático el 24 de mayo! #FridaysForFuture #schoolstrike4climate pic.twitter.com/dyXTNq7b9V
— Alejandro (@Alejand51716372) 6 de abril de 2019
Esta adolescente sueca es hoy “la voz de la juventud y la voz del enfado”, como la definió muy bien Christiana Figueres, quien fuera secretaria ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Un enfado que surgió en Greta el verano del año pasado, como consecuencia de una ola de calor que afectó a gran parte de Suecia, al punto de desencadenar por lo menos 60 incendios forestales, que arrasaron con 20 000 hectáreas de bosques.
El 20 de agosto de 2018, en vez de ir al colegio, Greta se plantó frente al Parlamento sueco y anunció que no se iba a mover hasta que la escucharan. Su solicitud era que el gobierno de ese país redujera las emisiones de carbono como lo había aceptado al adherirse al Acuerdo de París. Decidió protestar sentándose en las afueras del Riksdag todos los días durante la jornada escolar, junto con un cartel que decía Skolstrejk för klimatet (huelga escolar por el clima).
Luego de ese primer acto de protesta, todos los viernes ha dejado de asistir al colegio para continuar con el activismo en favor de medidas inmediatas por el medio ambiente. Pero quizás el mayor impacto que ha generado Greta fue el invierno pasado en la Cumbre sobre Cambio Climático COP 24 en Katowice (Polonia), donde pronunció un discurso que fue multiplicado por todos los medios de comunicación y por todas las organizaciones ecologistas del mundo.
“No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente”, dijo la chica, con rictus serio y preocupado.
A partir del interés mediático que despertó en ese momento, comenzó casi sin darse cuenta, un movimiento denominado #FridaysForFuture que hoy moviliza a millones de jóvenes como ella en más de 270 ciudades del todo el mundo y que están exigiendo acción climática sentados frente a sus respectivos parlamentos.
El movimiento internacional ‘Youth For Climate’, ya tuvo una primera muestra de poder el día 15 de marzo con una huelga escolar coordinada a nivel internacional para reivindicar mayor acción política contra el cambio climático hecha por jóvenes. El próximo 24 de mayo habrá una nueva huelga mundial.
I am very grateful and honoured to have won the Prix Liberté!
I have decided to donate all the price money €25000 to these 4 organisations dedicated to climate justice: @CARE @adaptationfund @Greenpeace and @350 #prixliberte #ClimateJustice https://t.co/vnLHu2B7vX— Greta Thunberg (@GretaThunberg) 2 de abril de 2019
Greta acaba de recibir el Premio Libertad, que otorga la región de Normandía y decidió donar los 25 000 euros del galardón a cuatro organizaciones que trabajan por el medio ambiente: Greenpeace, Care.org, 350.org y Adaptation Fund. Y recientemente ha sido nominada al Premio Nobel de Paz. Un hecho inesperado para esta chica, hija de una cantante de ópera y un actor suecos, que hasta hace poco solo iba a la escuela, pero cuyo compromiso y convicción por defender lo que queda de planeta, la ha convertido en una lideresa urbana y global.
Alexandria Ocasio-Cortez: la política joven más poderosa de EE. UU.
De mesera en un bar restaurante de tacos en Nueva York a congresista demócrata en el círculo de poder en Washington. Ese ha sido el ascenso meteórico de esta millennial de origen puertorriqueño que propone una sociedad con menos desigualdad y un Green New Deal para salvar el planeta. La sigla AOC ya tiene peso en su país.
“¡Me encanta! Tiene lo que hay que tener para ganar. Determinación, coraje, tenacidad. Es verdad que no sabe mucho y lo que sabe es completamente equivocado, especialmente en economía. Pero tiene algo que no se entrena…Ojalá Cortez estuviera de nuestro lado.”
Este elogio a Alexandria Ocasio-Cortez, que podría ser de un colega demócrata, fue hecho recientemente por Steve Bannon, el cerebro del movimiento político neoconservador más agresivo que se mueve hoy en el mundo. Aquel que llevó a Trump a la presidencia de EE. UU., que trabaja de la mano con el vicepresidente Matteo Salvini en Italia, con el presidente Jair Bolsonaro en Brasil y el que quiere dar el sorpasso con Vox en España en las próximas elecciones generales. Que tal elogio venga de una persona que está en las antípodas políticas de Ocasio-Cortez, retrata lo que esta mujer de 29 años representa hoy para la democracia de EE. UU. y del mundo.
Alexandria es de origen puertorriqueño y nació en el Bronx (Nueva York), en el seno de una familia de clase media. Su padre era arquitecto y su madre ama de casa. Una familia con una vida normal que vivía en Yorktown Heights, un suburbio en el condado de Westchester, hasta que el padre murió por un cáncer de pulmón en 2008, en plena crisis económica en EE. UU. Alexandria estudiaba en ese momento economía y relaciones internacionales en la Universidad de Boston, pero su familia entró en quiebra, su madre tuvo que empezar a limpiar casas y a manejar autobuses escolares, y la propia Alexandria a trabajar largas jornadas como mesera para solventar los gastos del hogar.
This photo is from Nov. 14, 2017. Alexandria Ocasio-Cortez, 28, was then working as a bartender.
Less than a year later, she defeated the likely next Speaker of the House, and will almost certainly be the youngest woman ever elected to Congress pic.twitter.com/JgHjdQWAF6
— Jeff Stein (@JStein_WaPo) 27 de junio de 2018
Ella misma narra que este periodo de su vida fue muy importante porque la muerte de su padre la involucró en una larga batalla testamentaria para resolver su patrimonio, de la que aprendió “de primera mano cómo los abogados designados por el tribunal para administrar un patrimonio pueden enriquecerse a costa de las familias que luchan por comprender la burocracia.”
Desde la universidad tuvo interés en la política. Allí trabajó para el fallecido senador Ted Kennedy. Y luego hizo parte del equipo de campaña en su distrito del candidato presidencial de izquierda Bernie Sanders en las elecciones de 2016.
Luego de esas elecciones generales, en las que Sanders fue derrotado por Hillary Clinton y esta finalmente por Donald Trump, Ocasio Cortez tuvo una epifanía necesaria: viajó por Estados Unidos en automóvil, visitó sitios como Flint, Michigan y Standing Rock Indian Reservation en Dakota del Norte, y habló con personas perjudicadas por la crisis del agua de Flint y por el mega oleoducto Dakota Access Pipeline. En una entrevista, recordó su visita a Standing Rock en diciembre de 2016 como punto de inflexión y dijo que antes de eso, creía que la única manera de aspirar a un cargo de manera efectiva era tener acceso a la riqueza, la influencia social y el poder. Pero su visita a Dakota del Norte, donde vio a otros “poner toda su vida y todo lo que tenían en juego para proteger a su comunidad”, la inspiró a comenzar a trabajar para su propia comunidad.
Un día después de visitar Dakota del Norte, recibió una llamada telefónica de Brand New Congress, que estaba reclutando candidatos progresistas. Fue así como su candidatura comenzó desde abajo: distribuyendo folletos puerta por puerta durante meses, reuniéndose con las comunidades y recibiendo lentamente el apoyo de colectivos progresistas y de derechos civiles como MoveOn, Justice Democrats, Brand New Congress, Black Lives Matter, Democracy for America.
El 26 de junio de 2018, Ocasio-Cortez recibió el 57,13 % de los votos (15 897) contra el 42,5% de Joe Crowley (11 761), derrotando al experimentado titular de 10 mandatos en esas primarias. Su victoria, y la derrota de Crowley, fueron la bomba para muchos comentaristas políticos que de inmediato pusieron sus reflectores en la joven política.
Alexandria Ocasio-Cortez ya está en el Congreso de Estados Unidos como representante por el distrito 14 de Nueva York, aún está pagando su deuda universitaria y vale decir que cuando ganó las primarias no tenía seguro médico. Hoy se ha convertido en una especie de “huracán” político, que, gracias a sus debates, ha puesto en evidencia los privilegios de poderosos empresarios y los abusos del presidente Trump, intervenciones con las que ha ganado una notoriedad inusitada.
Pero quizás su objetivo más importante desde el congreso es la promoción del Green New Deal, un conjunto de propuestas políticas para ayudar a abordar el calentamiento global y la crisis financiera. La iniciativa es propuesta como una evolución del New Deal, los programas social y económico iniciados por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt a raíz de la crisis económica de 1929 y en el inicio de la Gran Depresión.
Un episodio curioso en secundaria refleja perfectamente el destino de esta mujer: en una muestra de agradecimiento por sus esfuerzos como estudiante investigadora en ciencia, el MIT Lincoln Laboratory nombró a un pequeño asteroide en su honor: 23238 Ocasio-Cortez, pero lo cierto es que esta mujer ya es una mega estrella que, de seguir así, tendrá un peso y futuro significativos en la política estadounidense. Como señaló su contradictor Steve Bannon, “lo dije en una reunión el otro día de los republicanos: necesitamos más camareros (como Ocasio-Cortez) y menos abogados».
Saskia Sassen: defensora global del Derecho a la ciudad
Frente a eso que ella llama “anticiudades”, que expulsan por su desigualdad, que ven multiplicar los procesos de gentrificación, la socióloga Saskia Sassen cree que una urbe debe ser el espacio en el que los sin poder también puedan hacer una historia.
Saskia Sassen es una verdadera ciudadana del mundo. Nació en La Haya (Holanda), en 1947 pero creció en Buenos Aires (Argentina), porque su familia se trasladó a vivir allí en 1950. Luego vivió parte de su juventud en Italia, y en 1966 se instaló en Francia, para estudiar en la Universidad de Poitiers durante un año. Regresaría a Italia para seguir sus estudios en Sapienza Universidad de Roma. Y de allí, cruzaría otra vez el océano para volver a Buenos Aires donde se tituló en filosofía y ciencias políticas en la Universidad de Buenos UBA.
Terminados esos estudios, viajó en 1969 a Indiana (EE. UU.) para estudiar sociología y economía en la Universidad de Notre Dame, donde obtuvo un máster en 1971 y un doctorado en 1974. Su investigación posdoctoral se desarrolló en el Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard. Actualmente es profesora de sociología en la Universidad de Columbia, Nueva York, y profesora visitante de Economía Política en el Departamento de Sociología de la London School of Economics.
Lo cierto es que, más allá de esta portentosa vida académica, el nombre de Saskia Sassen es cada vez más familiar en el mundo y, en particular, en América Latina. Dialogar con ella o asistir a sus charlas académicas, es salir de nuestro desconocimiento sobre muchas de las nuevas realidades de la ciudad y el mundo que habitamos. Esta profesora (porque es ante todo eso), hace hincapié en que “estamos en una época en la que los ciudadanos perdemos derechos, mientras que ciertos actores, como las corporaciones, los ganan”.
Su preocupación académica e intelectual ha estado enfocada en fenómenos como la inmigración, las ciudades y los cambios en el estado liberal a consecuencia del poder de las transnacionales. Ha aportado al mundo el concepto de “Ciudad global”, actualmente aceptado y utilizado en el plano académico y científico.
Es justamente en el ensayo La ciudad global (1991) que elabora el concepto de “Ciudad global” como referencia para entender la transformación que el neoliberalismo ha llevado a cabo en las grandes metrópolis mundiales. Por lo tanto, una definición resumida sería la siguiente: “ciudades que tienen un efecto directo y tangible en los asuntos mundiales a través de algo más que el medio socioeconómico, con influencia en términos de la cultura o la política. Sirven como símbolos del capitalismo global.” En resumen, grandes urbes que son grandes polos económicos y a la vez grandes escenarios de pobreza
En su preocupación constante nace una de las razones por las cuales siempre está invitando a “recuperar la ciudad”, a “reinventarla”, a “defender el espacio público”, lucha que enmarca en un convencimiento: “La ciudad es un sistema complejo e incompleto y ahí reside la capacidad de tener vidas largas y reinventarse a través de los siglos. Vidas mucho más largas que empresas formales y poderosas, que reinos, que repúblicas. La ciudad sigue viviendo a través de los siglos. Pero esa capacidad de vivir a través de épocas históricas tiene que ver con lo complejo e incompleto”.
A los escépticos les advierte y les alienta: “La ciudadanía, como la ciudad, se puede ir reinventando en muchas otras modalidades. Y eso tiene buenas y malas cosas… Pero sepamos que nunca vamos a lograr una ciudad perfecta. Siempre ha habido poder, abuso, explotados. Lo que sí podemos lograr es volvernos hacedores y ahí hay mucho que hacer”. Sobre todo, porque “en las nuevas geografías de participación, para movilizarte a través del mundo hoy no necesitas una visa”. Pero, para actuar, un “hacedor” ha de tener muy presente la vigencia de un “sistema anticiudad, cuya lógica es que, para nuestra seguridad, nosotros primero tenemos que ser sospechosos”.
Ello ha llevado, afirma Saskia Sassen, a que se estén coleccionando todos los datos sobre lo que hacemos cada hora, cada día, cada semana, mes tras mes, año tras año. Y, para completar, el mundo prosigue el tránsito, sin miramiento alguno, hacia la expulsión. “Hemos llegado a un punto que va más allá de la desigualdad creciente y tremendamente destructiva. Hemos pasado a la expulsión que, como una categoría de nuestra época, se vuelve invisible. Y una vez que estás fuera, ¡estás fuera! Con la exclusión social siempre existe la esperanza de que uno pueda ser reconocido. La expulsión es absolutamente radical”.
La inquietud y los interrogantes que siempre plantea Saskia Sassen, además de sensatos, entrañan el peso de un compromiso: “Lo que a mí me generan todas estas tendencias negativas de expulsiones muy especializadas (gentrificación), muy particulares, en más y más dominios, es la pregunta ¿quiénes somos, entonces, los ciudadanos?, ¿qué significa ser ciudadano hoy?”. La respuesta, en boca de ella, parece obvia: ciudadano es toda persona que contribuya a que “la ciudad, uno de los espacios más complejos que hemos generado y construido colectivamente a través del tiempo, sea un territorio donde los sin poder también hagan una historia”. Y, en tal escenario, es pertinente tener presente el concepto de “ciudad global”: “un espacio de producción de capacidades avanzadas para la organización y el manejo de la economía global”. Es por reflexiones como estas que Sassen es una verdadera heroína del Derecho a la ciudad.