Jerónimo Batista Bucher es un joven latinoamericano que grabó su nombre en la sostenibilidad mundial: ha creado vasos descartables biodegradables.
Según la Organización Internacional del Café, cada año se consumen, casi siempre con un solo uso, más de 600 mil millones de vasos de plástico. Muchos de ellos terminan en el mar y en lugares naturales contaminándolo casi todo, pues se toman nada menos que entre 100 y 400 años en degradarse.
De hecho, cada que se hace una fiesta la solución para atender a los invitados es los vasos desechables. En los lugares públicos los botes de basura rebosan de vasos: tan solo durante el Mundial de Rusia 2018 se usaron 3,2 millones de vasos.
“Estoy desarrollando una iniciativa que apunta a la gran problemática ambiental que tenemos a nivel global con la contaminación plástica, especialmente por los vasos plásticos desechables o descartables que realmente se usan en todas partes”.
Quien habla es Jerónimo Batista Bucher, joven argentino de 21 años y estudiante de Biotecnología en la Universidad de San Martín, quien es originario de la provincia bonaerense de Vicente López y que ya se ha tomado un lugar en la sostenibilidad mundial al desarrollar y trabajar en su perfeccionamiento, vasos desechables o descartables con base en las algas y totalmente biodegradables en pocos días.
Batista, quien todavía no se ha graduado de sus estudios, ya representó a Argentina y a Latinoamérica en la Cumbre Mundial de Jóvenes del G20 realizada en Hamburgo (Alemania) durante 2017 y a la que asistió la jefa de gobierno Ángela Merkel.
Juventud que se ocupa de los problemas de todos
“Esta crisis ambiental y climática realmente nos necesita a los jóvenes y requiere particularmente a los jóvenes para asumir esta gran problemática”, dijo a la ONU este científico en formación pero que ya ha contribuido con su aporte a dar una esperanza al mundo.
Su inquietud nació justamente en su colegio cuando observaba los contenedores de basura rebosantes de vasos plásticos que eran usados por sus compañeros. Lo que más le impactó –para fortuna del planeta- fue que esos vasos eran usados por solo unos instantes y luego eran descartados. “Y lo mismo ocurría en todos los lugares públicos, en hoteles, oficinas, hospitales, eventos, así empecé a pensar como personalmente podía contribuir a cambiar eso”.
Tras hallar su propósito, Batista se dedicó a investigar hasta encontrar una solución científica: vasos desechables fabricados con extractos de algas que pueden contener distintos líquidos y que son biodegradables.
“Empecé a buscar la forma de generar una opción y arranqué a desarrollar unas máquinas que producen vasos completamente biodegradables que están producidos a partir de extractos de algas. Estos vasos brindan una alternativa completamente funcional a los vasos de plásticos o de Telgopor (icopor) porque pueden contener distintos tipos de bebidas y una vez que se usan de manera normal pueden ser desechados como los descartables para ser compostados o en la tierra misma se van biodegradando en menos de un par de semanas”, relató Batista quien hace poco fue invitado por las Universidad de Harvard y el MIT para participar de un ciclo de formación con importantes profesores, científicos y expertos en biotecnología y desarrollo sostenible.
De hecho, Harvard lo incluyó en su listado de los 100 jóvenes líderes para el futuro del mundo y a su regreso de territorio estadounidense arribó a Medellín (Colombia) para recibir el premio de ganador en la competencia de Tecnología e Innovación de las Américas realizado por la Organización de Estados Americanos (OEA) durante la Cumbre de esta entidad.
La máquina creada por Batista fue bautizada como Suroi y el joven argentino investiga sin descanso para perfeccionar aún más este proceso que, como se dijo, puede contribuir con la eliminación progresiva de este problema que representa según Greenpeace, que en 2020 se vayan a consumir un 900 % más de plásticos –incluidos los vasos y pitillos, pajillas o popotes-, que en el año 1980.
Sin embargo, gracias a este chico argentino que ya cuenta con un laboratorio propio en su universidad y que, junto a otros equipos académicos de investigadores y desarrolladores de productos, se avanza en este propósito que aliviaría al mundo y su naturaleza.