Colombia y México padecen oleadas de calor con temperaturas extremas. Organización Mundial de la Salud y expertos hacen recomendaciones.
La temperatura más alta en los últimos 50 años con 33.2 grados centígrados en la sombra, fue la que se presentó en el inicio de esta semana en la ciudad colombiana de Medellín, lo que generó un indicador superior a 11 en la radiación UV, es decir la ubicada en ‘extrema’ y que requiere protección extra.
Algo similar reportaba el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) para la Ciudad de México, donde se reportaron temperaturas de entre 29 y 31 grados en la sombra.
De hecho, desde finales del mes de diciembre del año anterior, ya la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estaba advirtiendo de las intensas temperaturas para este 2020 y emitía las recomendaciones necesarias ante los mapas de calor que se concentraban en México, los países centroamericanos, el Caribe, Chile, la franja costera de Brasil y la costa argentina. “La amenaza es real, prepárate”, anunció la organización.
“El año 2019 cierra una década de calor extremo. 24 países de las Américas han emitido alertas por ola de calor. Los pronósticos anticipan la recurrencia de estos fenómenos en América del Sur entre diciembre y marzo 2020, así como posibles impactos adversos en la salud humana”.
Lo mismo se advertía para Chile, que justamente en diciembre presentaba hasta 37 grados centígrados de temperatura y se generaban advertencias para este primer trimestre de 2020. Antofagasta, el Valle de Coquimbo, Arica y Parinacota, se incluían en las advertencias de altas temperaturas.
Frente a este panorama que lleva hasta marzo estas oleadas de calor y que incluso en Colombia ya están afectando a las fuentes hídricas que nutren los acueductos de las ciudades, LA Network consultó a una experta en dermatología para compartir algunas de las recomendaciones ante estos fenómenos climáticos.
“Las recomendaciones para las ciudades colombianas y las latinoamericanas que estén viviendo oleadas de calor son las tradicionales como protección física con ropa que proteja, gafas con protección UV, uso de protector solar frecuentemente y con renovación de la aplicación cada cuatro horas y muy especialmente aumentar la protección durante las horas del mediodía”, explicó María Fernanda Corrales, jefe de Dermatología Hospitalaria en la Clínica CES (Universidad CES) en Medellín.
La experta indicó que, pese a que los países del trópico reciben una mayor radiación, estas recomendaciones deben aplicarse para toda la región. Y es que incluso en la ciudad de Buenos Aires las oleadas de calor han sido frecuentes: la semana anterior (16 de febrero) se alcanzaron sensaciones térmicas de hasta 37.4 grados, según reporte del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Ciudades como Santa Fe y Rosario registraron hasta 39 grados de temperatura.
Justamente para estas ciudades latinoamericanas, que viven su verano, la especialista hizo una especial recomendación para quienes están tomando algo de vacaciones o visitando las playas.
“Quiero hacer una advertencia especial frente al bronceado intencional. Estemos o no en época de vacaciones, si además de la exposición que tenemos en este momento con estas oleadas de calor, le sumamos la exposición voluntaria para bronceado vamos a empeorar el riesgo, es un riesgo muy alto porque sería una exposición adicional”.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud en la guía emitida para prevenir las afectaciones, señaló que los grupos más vulnerables son los recién nacidos, mujeres, niños, personas en situación de discapacidad, quienes estén sujetos a tratamientos médicos y adultos mayores. Agregó que es necesario limitar las actividades al aire libre como el ejercicio físico o labores en ese ambiente exterior.
“Variaciones de uno o dos grados por encima de lo normal, dependiendo de la temperatura media del lugar de residencia pueden generar efectos adversos. Se han visto efectos adversos por calor desde temperaturas de 27 a 29ºC”, advierte la OPS.
La OPS recordó que la respuesta a la oleada de calor está determinada principalmente por los niveles de hidratación que tenga la persona y si está predispuesta con enfermedades como la diabetes o la esclerodermia, que afectan las funciones de sudoración.