Pese a que se celebraba tradicionalmente el 19 de junio, en 2018 la organización declaró el 3 de junio como el momento para recordar la importancia y los beneficios del uso de la bici y la pandemia es otra razón más.
Nunca la bicicleta fue más importante para los seres humanos urbanos e inclusive en las zonas rurales. Hoy, en medio de un planeta que intenta regresar a su ‘nueva normalidad’, el devenir mismo la ha coronado en un trono aún mayor: luego de 380 000 muertes y 6.400.000 contagiados por COVID-19, usar la bici es un asunto de vida o muerte.
Es por esto que este 3 de junio el Día Internacional de la Bicicleta, declarado por la ONU desde 2018 gracias a la iniciativa de un ciclista olímpico y sociólogo polaco -Leszek J. Sibilski-, es en verdad una fecha especial para un mundo urbano que necesita moverse pero se enfrenta con sistemas de transporte limitados al 30 o 35 % y en los que se facilita el contagio de coronavirus; situación además que se agrava si el contagiado padece afecciones pulmonares gracias a la contaminación que mata hasta 7.000.000 de personas anualmente.
La bicicleta es la solución. Sencilla de operar, económica, saludable, sin emisiones, silenciosa, apacible, divertida, puede movilizar a las personas de modo seguro ante la enfermedad que amenaza.
Incluso, documentos de la ONU como ‘Investing in people who walk and cycle’ (‘Invirtiendo en la gente que camina y pedalea’) proponen planes para crear fondos de carbono en el que los recursos se invierten en infraestructuras ciclistas: los donantes tienden a carbono cero y además se ganan las contribuciones en reducción de emisiones que proveen esas infraestructuras en su uso.
Adicionalmente, la bicicleta se convierte en un poderoso medio para enfrentar los implacables efectos económicos sobre las ciudades y las poblaciones más vulnerables que, a través de ella, pueden impulsar la recuperación económica y movilizar a trabajadores pobres que no tienen acceso a otros modos de transporte. Incluso en muchos países como México, Colombia y más recientemente en Dinamarca -con un centro de operaciones de DHL para bicicletas-, los triciclos de carga son una opción de desarrollo comercial limpio, eficiente y eficaz.
“La investigación encargada por la Unión Europea concluye que el 25 % de todos los bienes y el 50 % de todas las entregas ligeras en entornos urbanos podrían ser atendidos por bicicletas de carga”, indica el mismo Sibilski, en compañía del experto colombiano Felipe Targa, en el blog del Banco Mundial.
En Brasil, a través de Transporte Ativo, se informa que en la ciudad de Río se realizan hasta 11.000 entregas de mercancías a través de este modelo de bici que también están siendo eléctricas, para una mayor eficiencia sin contaminación y en Europa de avizora un aumento de este tipo de bicis, superando incluso las ventas de autos eléctricos.
La ONU calcula que en el mundo existen unos 2 billones de usuarios de la bici, muchos de los cuales se han unido en colectivos ciudadanos e influyentes organizaciones que, a través de un trabajo arduo, viene incidiendo en la formulación de políticas públicas y planes de movilidad para el fomento de su uso y la exigencia de más infraestructuras, más carriles segregados, más seguridad vial, más ciclovías que pasen de temporales a permanentes, más tráfico calmado, mejor seguridad ciudadana para evitar los robos, bicis subsidiadas y ciclo escuelas que lleven más ciclistas a la calle, especialmente mujeres para cerrar la brecha de acceso al transporte público que ellas padecen.
Anualmente, calcula la Organización Mundial de la Salud (OMS), se invierten en el planeta US$400.000 millones en subsidios a los combustibles fósiles, monto del que, de solo invertirse una fracción en infraestructuras ciclistas, seguramente cambiarían el panorama de la movilidad en muchas ciudades del mundo y de Latinoamérica.
Sin embargo, en esta tercera versión del Día Internacional de la Bicicleta, también se celebra que muchas ciudades están acelerando sus planes de construcción de ciclorrutas o ciclovías para ponerlas al servicio de los ciclistas en esta transición hacia la pospandemia. Más tomadores de decisiones están entregando espacio público para ser usados por los ciudadanos y en ciudades como Lima, según encuesta de Lima Cómo Vamos, más de la mitad de los consultados (52 %) cambiará sus hábitos de movilidad tras la pandemia, lo que incluye usar la bici.
“Satisfacer las necesidades de estos ciclistas y peatones sigue siendo, por tanto, crucial para solucionar los problemas de movilidad de las ciudades, para mitigar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero debido al crecimiento de la población y para mejorar la calidad del aire y la seguridad vial”, indica la ONU.