Sin embargo, el país cuenta con dos ventajas: tiene todas las herramientas para ser más próspero y cuenta hoy, con este ejercicio, con la base de datos más completa a escala urbana en el mundo, para revertir tal situación.
México podría convertirse en un líder mundial en la “implementación y monitoreo de la Nueva Agenda Urbana (NAU) y los indicadores urbanos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, según el Índice de Ciudades Prosperas que desarrolló ONU-Habitat analizando seis dimensiones en 305 ciudades del territorio mexicano y que señala además que, pese a que sus urbes crecen sin un estricto rigor sostenible, también cuenta con todas las capacidades para ser no solo sustentables sino prósperas.
El índice de Ciudades Prósperas (CPI, por sus siglas en inglés), es denominado actualmente como la Iniciativa de Ciudades Prósperas y nació en 2012, durante el VI Foro Urbano Mundial que tuvo como sede la ciudad italiana de Nápoles, con el objetivo de “medir el progreso presente y futuro de las ciudades en la senda de la prosperidad”.
Para este caso, el proceso de evaluación se realiza en México gracias a un trabajo conjunto entre el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y ONU-Habitat.
El diagnóstico de la iniciativa abarca en análisis de seis dimensiones de la prosperidad como son productividad, desarrollo de infraestructura urbana, calidad de vida, equidad e inclusión social, sostenibilidad ambiental, y gobernanza y legislación; que son ponderadas en una escala de 0 a 100 donde, entre 0 y 39 las escalas de prosperidad son ‘muy débiles’ y de 80 a 100, ‘muy sólidas’.
En este orden de ideas, el CPI para las ciudades mexicanas dio como resultado promedio una escala de 51.03 que está considerado como ‘moderadamente débil’ y según el informe es el resultado de “significativas disparidades al interior de las ciudades” y también fuera de ellas ya que considera que también hay un desbalance de prosperidad entre las tres regiones del país, norte, centro y sur.
“Los hallazgos son claros y ponen de manifiesto que, de norte a sur y de este a oeste, el modelo de desarrollo urbano ha sido insostenible en las ciudades del país, lo que ha impedido poder avanzar en la senda de la prosperidad compartida”, señala el reporte.
En este orden de ideas los resultados el índice por dimensiones es el siguiente: Equidad e Inclusión 69.5; Calidad de Vida 66, es decir están en el rango de ‘moderadamente sólidos’; Productividad 53 e Infraestructura de Desarrollo 53.5, ubicados en el rango ‘moderadamente débiles’; y por último Sostenibilidad Ambiental 42.3, en decir ‘débil’ y Gobernanza y Legislación Urbana 36.02, ubicado en el rango de ‘muy débil’.
Los desafíos de la prosperidad urbana mexicana
Pese a que las ciudades mexicanas acogen ya el 77 % de la población de cerca de 120 millones de personas, todo indica que hacia 2050 ese número habrá aumentado en 42 millones hasta alcanzar el 88 % de sus habitantes residiendo en áreas urbanas y multiplicando los retos y desafíos que ellas deben superar para alcanzar una prosperidad mejor distribuida.
Uno de los problemas más evidentes y generales del desarrollo de las ciudades mexicanas es la baja densidad, es decir, están creciendo en territorio ocupado, pero no en una concentración óptima que permita una mayor eficiencia.
“Entre 1980 y 2017, la población de las ciudades mexicanas creció a una tasa promedio anual del 2.4 %, pero su área urbana lo hizo a un ritmo del 5.4 % (ONU-Habitat, 2018), reduciendo con ello la densidad habitacional, económica y de servicios urbanos en demérito de las ventajas que las economías de la aglomeración generan para las personas, empresas e instituciones”, señala el reporte.
Esta situación generalizada ha conllevado una serie de impactos negativos en la mayoría de las urbes del país con énfasis en las zonas periféricas como son deficiente suministro de servicios públicos y equipamientos urbanos, mal aprovechamiento del suelo urbano, condiciones negativas de movilidad, mala calidad del aire, alto consumo de energía baja productividad y segregación espacial, entre otros.
En este sentido, el informe hace un llamado para que las ciudades trabajen en un modelo denso y compacto (un modelo que según distintos urbanistas han expuesto en LA Network, debe ser muy bien implementado a la luz de la actual crisis sanitaria que afecta al mundo urbano), que permite aprovechar mejor el suelo, con oferta de vivienda adecuada y ubicada en articulación con la oferta de empleo y servicios como el transporte, y reduciendo la segregación socio espacial.
Adicionalmente, les sugiere a las ciudades un grupo de 10 orientaciones generales para buscar la consolidación de las dimensiones que se muestran con logros positivos y mejorar aquellas que están débiles o muy débiles; en otras palabras, les sugiere equilibrio.
Dentro de esas 10 recomendaciones se destacan el llamado a la gestión de la prosperidad, es decir un trabajo desde todos los niveles de la gobernanza, ya que la prosperidad “requiere la gestión permanente desde lo local y la acción concurrente de todos los órdenes de gobierno”.
A esta se suma la necesidad de fortalecer los instrumentos de planificación no solo en lo local sino relación a las denominadas aglomeraciones, esa unión de municipios o ciudades que se desarrollan conjuntamente, pero muchas veces con decisiones aisladas que impiden una correcta gestión urbana y un mayor impacto de los recursos y esfuerzos invertidos.
Justamente en este sentido, la creación de un sistema de ciudades que potencie el desarrollo y cierre brechas, es otro de los llamados del Índice, así como el de sostenibilidad ambiental en el que las ciudades obtuvieron un muy bajo promedio. “Los retos de la dimensión Sostenibilidad Ambiental del CPI reflejan que México no ha logrado alcanzar una gestión medioambiental adecuada del crecimiento de sus ciudades. Es urgente implementar acciones claras para lograr un manejo eficiente del territorio y reducir la excesiva demanda de recursos”, señaló.
Finalmente, Eduardo López Moreno, el director de Investigación y Construcción de Capacidades de ONU-Habitat, señaló que es el trabajo conjunto con una perspectiva común lo que les permitirá a las ciudades mexicanas, alcanzar la prosperidad. “México es y seguirá siendo urbano: si realmente deseamos iniciar y consolidar una verdadera transformación de lo público del país, sin dejar a nadie ni a ningún lugar atrás, debemos redefinir nuestro modelo de urbanización desde una perspectiva de desarrollo sostenible, reformando y haciendo más eficiente nuestro sistema de ciudades. Las ciudades, y su conexión íntima y sempiterna con lo rural y lo regional, son esa gran oportunidad”, concluyó.