Estudio de la Universidad CES de Medellín, señala que hasta el 40 % de los encuestados registraron algún tipo de trastorno.
Los profesionales de la salud que en Colombia están luchando contra la COVID-19 están pagando un alto precio por cumplir con su deber: según el estudio realizado con 711 integrantes del cuerpo médico con énfasis en las cuatro principales ciudades del país, indica que hasta el 40 % de los encuestados “cumplió con los criterios para padecer de algún tipo de trastorno”, indicó el Centro de Excelencia en Investigación en Salud Mental (Cesism) de la Universidad CES.
El estudio, del que no se conoce otro similar en Latinoamérica consultó al personal de clínicas y hospitales privados (67.5 %), 25 % de instituciones médicas públicas y un 7.5 % de unidades médicas de capital mixto.
“En los últimos meses médicos y personal de salud en el mundo y en Colombia enfrentan una situación sin precedentes: la pandemia por COVID-19, realidad que los ha llevado a trabajar en situaciones extremas, así como a la toma de decisiones bajo una presión excesiva”, justificó la epidemióloga e investigadora Yolanda Torres de Galvis, directora del Centro de Excelencia y líder del estudio de la universidad colombiana especializada en medicina.
“Los profesionales de la salud son los que más están afectados por algún trastorno e incluso afectados en su salud física”, recalcó la investigadora.
Médicos, enfermeros y otros integrantes como auxiliares, nutricionistas o fisioterapeutas, fueron consultados en una investigación realizada con el apoyo de la Iniciativa Mundial de Encuestas de Salud Mental (The World Mental Health Survey Initiative), integrada a un proyecto colaborativo de la Organización Mundial de la Salud – OMS que recopila información de cerca de 30 países.
De los médicos encuestados el 35.4 % padecen de ansiedad. Del cuerpo de enfermería sufren está misma afección el 27.8 % y del grupo restante son el 31.8 %.
En su definición más sencilla, la depresión es el sentimiento de inquietud o temor que incluso se manifiesta con sudoración, aceleración de la frecuencia cardiaca y si estos sentimientos alcanzan niveles excesivos, pueden interferir con el normal desempeño de la persona, en este caso un cuerpo médico sometido a situaciones extremas en su lucha contra la COVID-19 y su capacidad de transmisión y de letalidad.
“Esta situación se acompaña por sentimientos de disgusto, pena y culpa, y culmina en síndrome de desgaste profesional, fenómeno que se conoce como moral injury (daño moral), definida como estrés psicológico, uno de los agresores más severos en estos tiempos”, advirtió a LA Network la directora Torres de Galvis.
Contagiarse (la OMS ha informado de 570 000 contagios en América entre personal médico), contagiar a la familia, un compañero contagiado (que puede fallecer), agresiones y discriminación, así como el temor de morir; son el panorama de miedo con el que debe lidiar el personal sanitario.
Pero la presión no termina allí. Las decisiones inherentes al oficio como el temor a equivocarse en un diagnóstico o tratamiento, a las que se suma el contexto de la pandemia con sus múltiples falencias como calidad y cantidad de información (infodemia), no contar con certezas en el uso de los fármacos disponibles, aumentaría los niveles de ansiedad.
De hecho, un artículo científico de la Asociación Española de Neurosiquiatría señaló en 2004 que en ese momento la ansiedad afectaba en ese país al personal médico en un 70 % con nivel medio y en un 18 % con nivel alto, ello por supuesto sin pandemia.
A la ansiedad como afectación principal, se suma la depresión que afecta en un 26.7 % a los médicos, en 16.7 % al personal de enfermería y en 18.2 % al grupo abierto de profesionales durante esta lucha contra la COVID-19.
Adicionalmente, el insomnio también está afectando la salud mental y física de los llamados héroes principalmente en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla: al 13 % de los médicos, 10.5 % en enfermeros y enfermeras; así como al 4.5 % del personal complementario.
Para los investigadores, las condiciones de salud mental que están viviendo los profesionales en el frente de batalla contra la pandemia, cuenta entre sus causas la falta de los elementos de protección personal, el aislamiento respecto a sus familias, largas jornadas laborales e incluso laborar en áreas no acordes con su experticia.
Ahora, para combatir a su vez estas condiciones de afectación mental, que además impactan la condición física, el estudio liderado por la doctora Torres recomienda la creación de modelos de “prevención e intervención de la crisis psicosocial” y la integración del mayor número o todos los actores del ecosistema médico, “así como combinar la intervención temprana con servicios posteriores de rehabilitación”.
Para la epidemióloga e investigadora, el estudio se añadirá a las muchas “enseñanzas que, en todos los campos, formativo, en el práctico, en el enfrentamiento de situaciones graves que nos van a ayudar en el futuro”.