La pérdida de biodiversidad seguirá acelerándose, a menos que cambiemos la forma en que producimos alimentos. Una mayor destrucción de los ecosistemas y hábitats amenazará nuestra capacidad para sustentar a las poblaciones humanas.
Un nuevo informe titulado “Impactos del sistema alimentario en la pérdida de biodiversidad”, describe tres acciones necesarias para la transformación del sistema alimentario en beneficio de la biodiversidad; además, presenta un grupo de recomendaciones para incorporar la reforma del sistema alimentario en los procesos políticos de alto nivel sobre naturaleza que se desarrollan este año.
Según describe este nuevo reporte apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el sistema alimentario global es el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad. Según destacan los autores de este análisis, la agricultura ha sido identificada como una amenaza para 24 mil de las 28 mil especies en riesgo de extinción, es decir, el 86 %. Igualmente, la tasa global de extinción de especies en la más alta de los últimos 10 millones de años.
“Impactos del sistema alimentario en la pérdida de biodiversidad” indica, de otro lado, que en las últimas décadas los sistemas alimentarios a los cuales accedemos han seguido el paradigma de producir más alimentos a menor costo, esto a través del aumento en el uso de insumos como fertilizantes, pesticidas, energía, tierra y agua. El resultado de estas prácticas se convierte en un círculo vicioso, debido a que el menor costo de producción crea una mayor demanda de alimentos que también deben producirse a un bajo costo, a través de una mayor intensificación y un mayor desmonte de tierras.
De otro lado, explican los expertos, los impactos de producir más alimentos baratos no se limitan a la pérdida de biodiversidad, por cuanto el sistema alimentario mundial es también uno de los principales impulsores del cambio climático y es responsable de alrededor del 30 % del total de emisiones producidas por el hombre.
Según el nuevo informe, reformar los sistemas alimentarios es una cuestión de urgencia y debe centrarse en tres acciones interdependientes:
- Los patrones dietéticos globales deben avanzar hacia dietas más ricas en vegetales, principalmente debido al impacto desproporcionado de la ganadería sobre la biodiversidad, el uso de la tierra y el medio ambiente. Este cambio, al igual que la reducción del desperdicio mundial de alimentos, reduciría la demanda y la presión sobre el medio ambiente y la tierra; beneficiaría la salud de las poblaciones de todo el mundo y ayudaría a reducir el riesgo de pandemias.
- Es necesario proteger más tierras y preservar áreas exclusivamente silvestres. Mayores beneficios para la biodiversidad se producirán cuando preservemos o restauremos ecosistemas completos. Así, debemos evitar la conversión de tierras para la agricultura. Además, los cambios en la dieta humana son esenciales para preservar los ecosistemas nativos existentes y restaurar aquellos que han sido eliminados o degradados.
- Debemos cultivar de una manera más respetuosa con la naturaleza y que sustente la biodiversidad, limitando el uso de insumos y reemplazando el monocultivo con prácticas agrícolas de policultivo.
Finalmente, y a modo de conclusión, el análisis destaca que el cambio dietético es necesario para devolver la tierra a la naturaleza y permitir la adopción generalizada de una agricultura amigable con el medio ambiente. Cuanto más se adopte esta primera acción, más margen habrá para las otras dos recomendaciones.