La pandemia derivada del COVID-19 cambió nuestras vidas, nuestra forma de relacionarnos, de habitar el espacio íntimo y también el espacio público. El impacto fue directo para cada uno de nosotros enfrentando el virus, con personas enfermas en nuestro entorno, y en el peor de los casos, viendo seres queridos perder la vida por la enfermedad. Sin duda, no podremos ser iguales luego de la pandemia.
También hay que decir que la ciudad, el mundo urbano, ha sido protagonista de este momento histórico. Y es lógico. El 55 % de la población mundial vive en ciudades y, en una región como Latinoamérica, esa urbanización es del 80 %. El mayor número de casos y muertes por COVID ha estado en las ciudades. Desde esa perspectiva, las urbes han sido escenario del problema y deberán serlo de las soluciones de cara a la pospandemia. No podrán tampoco ser iguales. Ellas deberán adoptar nuevas prácticas urbanas (o no tan nuevas) sino ponerse al día con asignaturas pendientes. Sin más preámbulos, aquí 10 asuntos claves que las ciudades deberán reconsiderar:
- Fortalecer los sistemas locales de salud
Si las ciudades más poderosas del mundo no tenían un sistema de salud preparado para enfrentar el virus, ni qué decir del resto, cuya infraestructura, personal médico, equipos de urgencias eran insuficientes o precarios. El virus nos quitó 20,5 millones de años de vida en todo el mundo, con un promedio de 16 años por muerte individual, según un estudio del Instituto Max Planck (Alemania), la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos), la Universidad de Oxford (Reino Unido) y de la Universidad Pompeu Fabra (España). Como un homenaje a todas esas vidas perdidas, pero, sobre todo, como una manera de prepararnos para nuevos virus, las ciudades deberán priorizar el fortalecimiento de sus sistemas y servicios de salud.
- Destinar más presupuesto y programas para la salud mental
Antes del COVID-19, los países destinaban menos del 2 % de sus presupuestos nacionales de salud a la salud mental. Lo peor es que, según la propia Organización Mundial de la Salud OMS, hoy la pandemia ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales del 93 % de los países del mundo, en tanto que la demanda de atención se ha disparado: todos los rangos de población, desde niños hasta personas mayores, han sido afectados psicológicamente. No es un tema menor y debe ser mirado separadamente del sistema de salud tradicional. Los gobernantes locales están en la obligación de robustecer sus presupuestos en este asunto como una prioridad en sociedades que quedaron frágiles emocionalmente luego de la etapa más compleja del virus. Japón acaba de crear el Ministerio de la Soledad, para atender el aumento de suicidios. Es un buen ejemplo de estrategias en esta dirección.
- Saldar definitivamente la deuda con los asentamientos informales
Más de mil millones de personas en el mundo viven en asentamientos informales o barrios marginales. Y ONU Habitat ha dejado claro en sus análisis que la pandemia golpeó y seguirá golpeando con más fuerza a las personas más vulnerables y que habitan en esos asentamientos. ¿Por qué? Simple: son lugares donde resulta más difícil implementar medidas para evitar la transmisión de virus. La falta de agua potable para una correcta higiene, el hacinamiento en viviendas, y la dificultad de acceso a los servicios sanitarios conspiran contra un ambiente saludable. Como la propia ONU Habitat ha señalado, las intervenciones en el largo plazo deberán actualizar los enfoques de la gobernanza de la vivienda y la tierra. Sería imperdonable que una pandemia como la vivida no impulse a las ciudades a erradicar las desigualdades en los asentamientos informales.
- Definir planes locales de acción frente al cambio climático
Es imperativo y es de lo que menos saben las ciudades. En julio de 2020 las urbes congregadas en C40 presentaron la Agenda para una Recuperación Verde y Justa. Esta agenda incluye medidas específicas que deberán convertirse en la «nueva normalidad», además de mantener el calentamiento global por debajo de la meta de 1,5 °C fijada por el Acuerdo de París. Proteger las fuentes de agua y los bosques, reducir el consumo de combustibles fósiles, acelerar la transición energética, garantizar la seguridad alimentaria, mantener un aire limpio, promover empleos verdes, son solo algunas de las acciones que deben contemplar esos planes.
- Controlar la expansión de la huella urbana
Estudios científicos recientes ya proporcionan evidencia contundente de cómo el cambio climático jugó un papel directo en la aparición del SARS-CoV-2, el virus que causó la pandemia de COVID-19. Robert Beyer, investigador del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge, explicó que, en el caso de China, epicentro del virus, “a medida que el cambio climático alteró los hábitats, las especies abandonaron algunas áreas y se trasladaron a otras, llevándose sus virus consigo. Esto no solo modificó las regiones donde los virus están presentes, sino que muy probablemente permitió nuevas interacciones entre animales y virus, lo que provocó la aparición de virus, su transmisión y evolución”. Si no hacemos algo ahora para limitar la expansión de la huella urbana en las ciudades, que destruye la biodiversidad y ecosistemas claves, los virus seguirán multiplicándose y haciendo presencia en las ciudades. No es posible la supervivencia de la ciudad sin reconocer su dependencia de los sistemas naturales sanos.
- Incrementar el espacio público de calidad
La pandemia y las restricciones al movimiento han cambiado la relación de los ciudadanos con sus calles y espacios públicos. Claramente, los espacios públicos deben ser parte de la respuesta al virus, ya sea para limitar la propagación del virus o para brindar bienestar a los ciudadanos.
Para ONU Habitat se necesita “crear una agenda política compartida que reúna la planificación urbana, el desarrollo comunitario, la arquitectura, la construcción ecológica y la salud pública”.
- Renovar la tecnología de la ciudad
Las empresas tecnológicas fueron las grandes ganadoras con la pandemia. Pero todo a partir de una realidad: el confinamiento nos obligó a usar Internet, pero descubrimos que nuestros niños no podían estudiar porque no tenía acceso a la tecnología en casa o peor aún, las escuelas no la tenían; nos dimos cuenta también que la mayoría de empresas no estaban preparadas para el trabajo remoto y mucho menos para el teletrabajo. El avance hacia ciudades inteligentes en nuestra región se dio un portazo de realidad. Mucho que hacer en este aspecto que destruyó la premisa de que la tecnología nos ofrecía un mundo más equitativo, pero que dejó atrás a personas, empresas y entidades frágiles tecnológicamente.
- Mejorar la movilidad sostenible
Pareciera ser la mayor ganancia de las ciudades, pero vale decir que solo de aquellas que se la están jugando a fondo por un modelo distinto de movilidad. Hoy vemos gobiernos locales donde la promoción en el uso de bicicleta, de vías limitadas para los autos y ampliadas para los ciudadanos, son ya una decisión política y estratégica. Pero los pronósticos indican que, a futuro, es muy probable que no se recuperen los niveles de demanda en el servicio público de transporte anteriores a la pandemia, por miedo a los contagios. Y que en muchos cascos urbanos crezca el uso de los vehículos individuales (autos y motos). En ese sentido, las ciudades tendrán que pensar en cómo afrontar el desbalance financiero del transporte público y en cómo mejorarlo para recuperar la confianza de los pasajeros y en estimular la movilidad activa, todo al mismo tiempo para cerrar la brecha entre el modo público y el privado.
- Definir estrategias con los niños y las personas mayores (los más vulnerables)
Dos grupos poblacionales muy golpeados por la pandemia. Ambos encerrados, limitados en su cotidianidad, padeciendo la ansiedad, el estrés y también la soledad de los confinamientos. Pensar en una ciudad que se enfoca en los niños y las personas mayores deberá ser otra enorme tarea de los planificadores urbanos y tomadores de decisión que no podrán considerar únicamente la urbe desde el enfoque político sino desde el humano: la ciudad universal e inclusiva.
- Impulsar el sector cultural de las ciudades
Sin duda fue el sector más golpeado por la pandemia. Perdimos los museos, los teatros, los cinemas, los conciertos de los pequeños bares y los espectáculos masivos. Los artistas han tenido que sobrevivir y siguen haciéndolo con esfuerzos a través de la tecnología, pero que sin duda no reemplaza la riqueza de la interacción entre artista y espectador. Los mandatarios locales deberán comprender que el arte y la cultura serán una forma de contener todos los traumas dejados por el virus y tendrán que apoyar este sector con recursos. El arte debe ayudar a sanar las almas y las mentes.