Mediante el indicador de huella hídrica se identificó que el Valle de Aburrá (Conurbación de la ciudad de Medellín) consume al año 383 billones de metros cúbicos y pierde alrededor del 34 % del agua que se abastece, lo cual evidencia que la demanda es muy superior a la oferta ecosistémica del territorio metropolitano.
El aumento de la urbanización, la tala de árboles, la deforestación, y por supuesto la falta de educación ambiental sobre las reservas naturales, hacen que este recurso se vea en vías de ser escaso.
La situación es preocupante porque gran parte del agua que abastece al Valle de Aburrá proviene de regiones externas a su jurisdicción.
Al examinar el agua consumida por los prestadores de servicios –como EPM y los sistemas locales de acueductos– y los usuarios del agua subterránea, y se determinó que EPM consume más de 193 billones de metros cúbicos (m3) de agua al año, de los cuales se pierde el 32 %, mientras los sistemas locales consumen más 50 billones de m3 y pierden el 45 %, y del agua subterránea se consumen más de 7 millones de m3.
El trabajo, adelantado por el estudiante Daniel Alejandro Mejía, de la Maestría en Estudios Urbano – Regionales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, identificó que los estratos residenciales 4, 5 y 6 de esta población consumen 220 litros de agua por día, lo que equivale al doble de la cantidad mínima para consumo habitual recomendada por la OMS (máximo 100 litros diarios), en tanto que las familias de estratos 1, 2 y 3 consumen entre 68 y 130 litros por día, pese a que se les suministra una cantidad superior por tratarse de un mayor número de habitantes.
En los estratos altos el mayor consumo se explica porque las personas utilizan más agua para el riego de jardines y lavado de mobiliario, además de los usos de primera necesidad”, explica el investigador.
Escenario complejo
Los caudales de las cuencas altas de los ríos Chico y Grande abastecen el embalse Riogrande II, el cual suministra el recurso natural tanto a Medellín como a varios municipios del Valle de Aburrá.
Cabe mencionar que la mayoría de las corrientes hídricas del Valle de Aburrá se catalogan con calidad del agua regular y mala.
Otro servicio que utiliza el agua proveniente de Riogrande II es el de la energía, producida por las centrales hidroeléctricas. Al mismo tiempo, se aprovecha en el Parque de las Aguas, en el municipio de Girardota y posteriormente es vertida en el río Medellín para disminuir sus niveles de contaminación.
El caso del Valle de Aburrá significa un escenario complejo, pues se trata de un territorio abundante en agua, pero altamente transformado por procesos sociales y económicos. Incluso estudios oficiales han estimado un ciclo de vida útil para el recurso hídrico del Riogrande II hasta 2022, el cual provee no solo al Valle sino también a poblaciones aledañas.
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá comprende los municipios de Medellín, Caldas, Envigado, Sabaneta, La Estrella, Itagüí, Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa.
La gran deuda
Según el investigador de la UNAL, “la problemática se extiende debido a la marcada serie de debilidades en materia de gobernanza y gobernabilidad por parte de las autoridades metropolitanas”.
“Hace falta la articulación de los gobiernos municipales para proteger las cuencas y los ríos. La gestión es pobre en cuanto al cumplimiento de políticas que protejan el recurso hídrico, se quedan en el papel”.
Pero, sobre todo, es importante tener una mayor educación ambiental, puesto que durante las entrevistas el estudiante pudo observar y determinar que en los municipios hay desconocimiento respecto a la procedencia del recurso hídrico.
“La mayoría de las personas a las que se les preguntaba de dónde provenía el agua que utilizaban no respondía o lo hacía erróneamente” finaliza.
Agencia de Noticias UN