VIVIR EN LA AMÉRICA
Eligio Palacio Roldán
“Cuando Dios hizo el Edén, pensó en La América”
En los tiempos de concentración de la población, en los grandes centros urbanos, y la popularización del automóvil, la movilidad se dificulta, el estrés aumenta y los tiempos de desplazamiento se hacen más largos generando escasas posibilidades para generar una buena calidad de vida. En este escenario llueven críticas a los gobernantes de turno por la insuficiente construcción de vías y éstos, desesperados, se idean sistemas de transporte masivo y algunas locuras como “ciudades de segundo piso”.
Este nuevo siglo, sin embargo, nos trae nuevas posibilidades. Una de ellas, el desarrollo de barrios con alternativas de educación, salud, empleo, esparcimiento, comercio y diversión en su propio espacio para que sus habitantes no tengan que desplazarse o puedan hacerlo caminando para realizar sus actividades cotidianas. Es decir, que la gran urbe sea un conjunto de pequeñas ciudades autosuficientes. De alguna manera, se busca el regreso a la vida de pueblo.
Uno de los mejores ejemplos de esta afirmación es el barrio La América, al occidente de Medellín. Un barrio de más de cien años de historia que se transforma conservando su esencia. Recorrer sus calles, con antejardines llenos de verde, es encontrarse con una conversación de amigos en un andén, una cafetería, un billar o en uno de los múltiples establecimientos dedicados al expendio de comidas rápidas, con sus mesitas al aire libre; ver en las tardes las señoras en las puertas de sus casas hablar de sus pequeñas grandes historias, mientras los niños juegan en las calles y los jóvenes de uniforme, con sus morrales cargados de esperanza, caminan hacia o desde sus casas; ver gentes caminar resolviendo asuntos, de compras o dirigiéndose a la tradicional iglesia, a los bancos o a hacer deporte.
Vivir en La América es encontrar a la mano tiendas y supermercados, ferreterías y depósitos de materiales de construcción, zonas para la práctica deportiva, colegios, guarderías, teatros como Hora 25 o La Fanfarria, gimnasios, zapaterías, lavanderías, sastrerías, farmacias, centros veterinarios. En fin, todo lo que se necesita para abastecerse y para crecer como ser humano.
Obvio, faltan cosas: Salas de cine, centros de salud, un sistema masivo de transporte, tal vez una universidad, y un parque frente a la iglesia. Cuenta la historia que el parque de La América desapareció con la ampliación de la Avenida San Juan aunque, se ve, debió ser muy pequeño. Sería extraordinaria la construcción de un soterrado, en ese sector, para recuperar la plaza. Plaza en la que, en especial los domingos, la gentes aun va a buscar sus frutas y verduras.
Otra de las ventajas de vivir en el barrio La América es su ubicación en todo el centro occidente del estrecho Valle de Aburrá que lo sitúa equidistante entre norte y sur y muy cerca al oriente y obvio al centro de la ciudad. Ese hecho genera facilidades de desplazamiento hacia y desde cualquier punto del área metropolitana.
Barrios como La América hay que fortalecerlos en nuestra cultura urbana. Es el camino hacia la sostenibilidad. Una mezcla de tradición y modernidad, sin el abuso del espacio público. Claro, éste como los demás barrios tradicionales de Medellín están en peligro de extinción ante la falta de control del municipio, en materia de construcción. Preocupa el auge de edificaciones que, de seguro, sobrepoblará la zona.
ANTES DEL FIN
Nada mejor para alimentar el espíritu que disfrutar la suave brisa de Medellín, recorriendo las calles de La América, en una noche de verano, sin afanes, sin angustias, sin temores, luego de saborear una obra dramática en el Teatro Hora 25, la magnífica creación de Farley Velásquez. Te transportas a lo más hermoso de nuestra vida pueblerina. (Ver EL FIN DE LA HORA 25 DE FARLEY VELASQUEZ https://eligiopalacio.com/2015/09/02/el-fin-de-la-hora-25-de-farley-velasquez/).
Saber que en el siglo pasado La América tuvo tranvía…