Claro, la planeación urbana es, o debiera ser, un proceso integral de gran, pero gran alcance, que inicie en el ámbito de la planeación nacional, para ir gradualmente cambiando de escenario para bajar primero a la escala regional… Y de ahí a la metropolitana, para finalmente llegar a la ciudad y empezar desde ahí un nuevo recorrido que siga bajando de escala hasta llegar a atender temas de carácter municipal, barrial e incluso de manzana.
Simple, la planeación territorial es como una lente que permite apreciar lo mismo lo que se encuentra verdaderamente lejos, que aquello que es apenas microscópico…
Hacer que esto se convierta en un modelo virtuoso tiene que ver con la calidad de los procesos de planeación, y es posible que antes de ello, con la voluntad política y la capacidad de sumar al proyecto y lograr coordinar a las diferentes instancias de sociedad, iniciativa privada y gobiernos.
El punto es que ya existen las ciudades que habrán de ser el escenario en que se construya el futuro de millones de personas.
Ya existen… Y si bien llevarlas al futuro implica construir nuevos activos inmobiliarios, exige también regenerar zonas, barrios, manzanas e inmuebles.
Construir futuro implica regenerar… Y regenerar, cuando se habla de ciudades, es tema que va mucho más allá de solo lo que se puede construir o reconstruir utilizando varilla, grava y cemento.
Regenerar implica mejorar lo que está mal y eso puede ser muy fácil, cuando lo único que se requiere son recursos… Pero dificilísimo, cuando se trata de regenerar tejido social y de revertir los efectos del uso ilegal del suelo y los servicios públicos.
Son muchas las facetas del deterioro urbano… Y en todos los casos la atención pasa por entender el papel que cada pedazo de ciudad habrá de cumplir como parte de un proyecto integral de ciudad que tenga como eje de todo a los habitantes de la misma.
Sí… Por supuesto… Hacer esto implica replantear vocaciones de la ciudad y en consecuencia los usos de su suelo… Y sí, por supuesto…. Hacer esto implica también garantizar las inversiones indispensables para hacer viables esas vocaciones del suelo.
El tema es viajar al espacio para entender desde las alturas la forma que debe tener la ciudad… Para después, dejarse caer hasta llegar a cada calle para entender estructuras sociales y barriales que son al final del camino lo que define el adn de toda ciudad.
Hay que dirigir nuestras ciudades a un futuro que compagine una visión integral de lo que debe ser su totalidad urbana, con la esencia misma de lo que queremos que pase en cada calle.
Hay que definir el potencial de desarrollo económico de la ciudad, pero sin perder de vista la atención que merece cada cruce de calle, cada espacio público o la vida a partir del modelo de movilidad por el que se decida apostar.
Por supuesto… hay también que usar el desarrollo inmobiliario como la materia prima que permita generar los nuevos edificios que todo esto habrá de requerir.
Se trata de hacer que las ciudades sean resultado directo de un proceso de planeación y no, como hemos estado acostumbrados, apenas el indeseable resultado de la casualidad.