Agenda del Mar


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La Agenda del Mar: porque los océanos empiezan en casa

María José Ospina Restrepo puede ser considerada una visionaria. En 1991 se le ocurrió editar una agenda dedicada al mar, que le recordara 365 días del año a sus usuarios por qué era (y es) importante conservar los océanos y la gran biodiversidad que habita en ellos. Ella misma recuerda cómo en ese tiempo, cuando presentaba a un cliente o a una empresa su producto editorial, la “miraban raro”.

Lo cierto es que, el interés inicial de María José cobró total vigencia con el paso de los años, porque desafortunadamente le hemos dado la espalda a los océanos. Ella apeló inicialmente al conocimiento para generar esa conexión consciente. “Si yo conozco lo que me gusta o lo que quiero, voy a preocuparme por conservarlo”, explica. Por eso la agenda es un ensamble entre pedagogía y estética para comprender mejor el universo marino.

La empresa fue evolucionando y hoy es la Agenda del Mar Comunicaciones. Desarrollan también productos educativos para niños, acompañan a las empresas en estrategias de comunicación y sensibilización ambiental, dictan charlas, trabajan con organizaciones ambientales en todo el país formando comunidades para apoyar la conservación y para limpiar playas y así generan esa “onda” de conocimiento y acción que deja claro a todas las personas impactadas que de los océanos depende la vida del ser humano en la Tierra.

“Los océanos empiezan en casa” sentencia María José. Y así es, porque esa basura o bolsa plástica usada o mal dispuesta en nuestra casa, llega a la alcantarilla o al vertedero, sigue por el río y de allí termina en el mar. Falta conciencia para entender que buena parte de la contaminación marina no es solo del paseo a la playa o de las vacaciones sino de todo ese ciclo inadecuado en nuestros hogares.

Ante este escenario, María José sabe que hoy más que nunca se necesita del trabajo de su equipo y de su mensaje. En realidad, los océanos la necesitan desde su lejana casa sede en el Portal de Envigado. Eso sí, ella mantiene la pasión y el compromiso intactos como el primer día. Es un ejemplo de ciudadanía sostenible.

¿Por qué debemos proteger la vida submarina?

Los océanos proporcionan recursos naturales fundamentales como alimentos, medicinas y sus ecosistemas costeros actúan como amortiguadores para reducir los daños causados por las tormentas. Preservar la salud de los océanos ayuda en los esfuerzos de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos.

El fondo marino alberga además una enorme variedad de criaturas, que van desde los organismos unicelulares hasta la ballena azul, el animal más grande que habita la Tierra. También es el hábitat de los arrecifes de coral, uno de los ecosistemas con más diversidad biológica del planeta.

Sobre los arrecifes de coral, vale señalar que un 20 % de los mismos ha sido destruido y no se observan perspectivas de recuperación. Mientras que el 24 % de los arrecifes restantes está en peligro inminente de desaparición por presiones humanas, y un 26 % está en riesgo de desaparición a más largo plazo. Esto sin hablar de la sobrepesca, que genera un desequilibrio aún mayor en los mares.

Pero quizás el tema que más preocupa en la actualidad son los altos niveles de residuos sólidos en los océanos, que están provocando un gran impacto ambiental y económico. La basura marina afecta a la diversidad biológica, porque tarde decenas de años en descomponerse y los animales se enredan en ella y hasta la ingieren, lo que puede matarlos o hacer imposible su reproducción.


Los microplásticos, otro enemigo oculto de los océanos

En la década de 1970 unos pocos científicos ya informaban sobre la presencia de pequeñas partículas de plástico en el océano. Pero solo a partir de 2004 la comunidad científica se tomó en serio el asunto, gracias a un estudio pionero liderado por el ecólogo marino Richard Thompson, de la Universidad de Plymouth (Reino Unido).

Para describir las pequeñas partículas plásticas de menos de 5 milímetros de tamaño y diferenciarlas de los grandes desechos plásticos como las bolsas, las botellas o las redes de pesca, los investigadores les dieron el nombre de “microplásticos”.

Estos microplásticos están hechos principalmente de polietileno (PE), pero también pueden estar compuestos de polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), polimetilmetacrilato (PMMA), disfenol o nailon.

Varios cientos de publicaciones científicas muestran ahora que los microplásticos contaminan los océanos del mundo, incluidas las especies marinas en todos los niveles de la cadena alimentaria, de polo a polo y de la superficie al fondo marino.

Todavía podemos salvar los océanos

El Convenio sobre la Diversidad Biológica señala que ampliar las medidas para mantener los océanos del mundo precisa un gasto público único de 32.000 millones de dólares y 21.000 millones de dólares al año para gastos recurrentes.

Proyectos con mucha resonancia como el ‘Ocean Clean Up’, una especie de barrera flotante en forma de U contra el plástico desarrollado por el holandés, Boyan Slat, que cuenta con una cortina que se sumerge varios metros, intentan limpiar los mares de tanto plástico, aunque no ha funcionado como se esperaba.

¿Qué podemos hacer entonces? En cuanto a las zonas de mar abierto y alta mar, la sostenibilidad solo puede lograrse con una mayor cooperación internacional para proteger los hábitats vulnerables. Es preciso además establecer sistemas de zonas protegidas por los gobiernos para controlar incluso la pesca.

Como bien lo dice María José Ospina Restrepo, directora de Agenda del Mar Comunicaciones, “el océano empieza en nuestra casa”, por lo que hacer pequeños cambios en nuestra vida cotidiana, como utilizar el transporte público y desconectar los aparatos electrónicos, ahorra energía. Estas medidas reducen nuestra huella de carbono, un factor que contribuye al aumento del nivel del mar.

Pero, sobre todo, debemos eliminar en lo posible el uso del plástico y organizar actividades de limpieza. A veces pareciera que es imposible lograrlo, pero un caso como el ocurrido en la playa india de Versova, en Mumbai, es inspirador. Gracias al liderazgo del abogado y ambientalista indio Afroz Shah, lo que era un vertedero de basura, en el que era imposible caminar, brigadas de ecologistas de todo el país lograron recuperar el lugar y hoy la playa es disfrutada de nuevo por los pobladores.