Con agricultura urbana se preserva cultura rural

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LA Network
5 junio, 2017 - Ecología Urbana

Quienes practican la agricultura urbana en Bogotá han encontrado una oportunidad para no desligarse de sus antepasados, disminuir las basuras, conservar el agua y producir alimentos sanos.

Por: Agencia de Noticias U.N.

El 66 % de una muestra de 96 personas (80 % mujeres) entrevistadas por Diego Rodríguez Pava, magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), proviene de regiones rurales, en especial de Cundinamarca y Boyacá, pero también de Caquetá, Meta, Nariño, Santander, Risaralda, Valle del Cauca y Tolima.

Según el investigador, en Bogotá las personas que practican la agricultura urbana en las terrazas de sus casas –principalmente en San Cristóbal, Ciudad Bolívar y Rafael Uribe Uribe, con cultivos de yerbabuena, cilantro, papa, lechuga, acelga, fríjol y fresa, entre otros–buscan recuperar su cultura rural, negada por la capital.

De esta manera, sobre todo los mayores de 50 años (73 % de la muestra) han conseguido conservar su relación con la naturaleza y evitar la soledad propia de la gran ciudad, conociendo a personas con gustos similares.

El interés por preservar el medioambiente se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de que el 90 % de la muestra aseguró que para tratar los cultivos solo usa tecnologías orgánicas dejando de lado los plaguicidas y los fertilizantes.

Una de las técnicas más usadas es el compostaje, que consiste en usar residuos domésticos –cáscaras de plátano, huevos, tomates y naranjas, entre otros– con el fin de elaborar abonos.

Los agricultores urbanos sienten que los compuestos químicos le hacen perder calidad al alimento, además de generar efectos contraproducentes para la salud. De igual manera, con los compostajes pretenden producir una cosecha sana, rica en vitaminas y minerales, la cual casi siempre está destinada al consumo propio, y solo en algunos casos a la producción de mermeladas y encurtidos, explica el académico.

Igualmente se trata de personas que tienen gran preocupación por la conservación y el conocimiento del recurso hídrico: por ejemplo, recolectan aguas lluvias o reutilizan aguas grises para la realización de diferentes tareas domésticas, y la mayoría no utiliza el agua del río Bogotá para el riego, por sus altos índices de contaminación.

El investigador llegó a estas conclusiones después de varias entrevistas; además recolectó datos cuantitativos y cualitativos con el fin de caracterizar a fondo una tendencia que hasta ahora casi siempre se había abordado desde el aspecto productivo, señala.

“También hay un fuerte componente tecnológico y social. No lo hacen con el fin de subsistir ni por dinero. La mayor alegría es ver crecer las plantas y conectarse con los antepasados. Se trata de una iniciativa que se puede incorporar perfectamente a programas de cero basuras, educación ambiental para niños y actividades para la tercera edad”, concluye.