El informe presentado el pasado viernes por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO, prendió las alarmas sobre el aumento del hambre por primera vez en 15 años en todo el planeta. Los conflictos armados y los efectos del cambio climático en varias regiones del mundo son las principales razones de este crecimiento inesperado.
Cuando los dirigentes globales, con gran dosis de optimismo, estaban convencidos que estábamos superando uno de los principales flagelos planetarios como lo es el hambre, esta semana que culminó la cruda verdad los puso en un escenario de alarma y si se quiere de urgencia: el hambre creció nuevamente en el mundo y por primera vez en 15 años.
Luego de haber disminuido de forma constante durante más de una década, la cifra de personas que padecen de hambre en 2016 ascendió a 815 millones, lo que representa 38 millones de personas más que en 2015, cuando el número era de 777 millones.
El incremento –que pone al 11 por ciento de la población mundial en esta condición- se debe en gran parte a la proliferación de conflictos armados y de alteraciones relacionadas con el cambio climático, según explica los investigadores del informe de la FAO.
Ya cuando se comienza a observar en detalle los números del informe, unos 155 millones de niños menores de cinco años padecen desnutrición crónica (estatura demasiado baja para su edad), mientras que 52 millones sufren de desnutrición aguda, lo que significa que su peso es demasiado bajo para su estatura.
La anemia en las mujeres y la obesidad adulta son también motivo de preocupación. Estas tendencias son consecuencia no solo de los conflictos y el cambio climático, sino también de profundos cambios en los hábitos alimentarios y de las crisis económicas en los diversos países.
Para la FAO, todavía no está claro si el reciente incremento de los niveles de hambre e inseguridad alimentaria indica el comienzo de una tendencia ascendente, o si refleja una situación transitoria grave, teniendo en cuenta que el ritmo de disminución en los niveles de subalimentación se ha visto frenado significativamente desde 2010.
África y Asia, los continentes más golpeados
La situación de la seguridad alimentaria ha empeorado visiblemente en varias zonas del África subsahariana y el Asia suroriental y occidental. Este año, por ejemplo, la hambruna golpeó diversas zonas de Sudán del Sur durante varios meses, y existe un grave riesgo de que vuelva a producirse allí, así como de que aparezca en otros lugares afectados por conflictos, en especial el noreste de Nigeria, Somalia y Yemen.
“En la última década, el número de conflictos ha aumentado de forma dramática y se han vuelto más complejos e irresolubles por su naturaleza”, afirmaron los expertos de la Organización de las Naciones Unidas.
Los expertos advierten que incluso en regiones que no sufren de tanta violencia, las sequías o inundaciones -ligadas en parte al fenómeno climático de El Niño-, han llevado también a un deterioro de la seguridad alimentaria y la nutrición. Países como Burundi, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Yemen, República Democrática del Congo, Afganistán, Iraq y Vietnam han sido los sitios más golpeados por la alteración climática y en consecuencia por el hambre.
El informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017” es la primera evaluación global de la ONU sobre seguridad alimentaria y nutrición que se publica tras la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo es acabar con el hambre y todas las formas de malnutrición en 2030 como una de las principales prioridades de las políticas internacionales.
“Esto ha hecho saltar alarmas que no podemos ignorar: no acabaremos con el hambre y todas las formas de malnutrición para 2030 a menos que abordemos todos los factores que socavan la seguridad alimentaria y la nutrición. Garantizar sociedades pacíficas e inclusivas es condición necesaria para ese objetivo”, aseguraron los dirigentes de la ONU.