Propuesta de experto de la Universidad Nacional de Colombia pretende revitalizar la relación barrio – parque en la capital colombiana. Caso que sirve de ejemplo para otras ciudades en Latinoamérica.
Que los parques metropolitanos de Bogotá sean espacios abiertos sin barreras o cerramientos, donde haya servicios para bicicletas, espacios para caminar, seguridad, “donde pasen las cosas buenas de la vida” y se construyan “relaciones urbanas”, como afirma el magíster en Diseño Urbano de la Universidad Nacional, Norman Luis Díaz Castro; depende en gran medida del desarrollo e integración de sus bordes.
Según el arquitecto, en Bogotá se inició desde el año 1998 un proceso por mejorar las condiciones particulares del espacio urbano de los parques pero, lamenta, se ha olvidado la relación que tiene el barrio con el parque.
“Y eso en muchos casos ha generado el embellecimiento del parque, del encerramiento, pero eso no contribuye con el barrio donde está ubicado o las relaciones con los vecinos. Eso orienta a la necesidad de mirar más allá, mirar las posibilidades urbanas que tiene el borde del parque como un hecho urbano importante que hay que revitalizar ya”, propone el arquitecto que también integra el equipo de parques del Instituto Distrital de Recreación y Deporte, IDRD.
La propuesta, dice, se enfoca en los bordes de los parques metropolitanos (más de diez hectáreas) y zonales (entre una y diez hectáreas), que requieren que se piense más en ese espacio y sobre todo, formular normas públicas que permitan a esos ciudadanos que los ocupan, mejores opciones de edificabilidad y mejores usos.
“Para que contribuyan a la dinámica del parque y para que este pueda ayudar al desarrollo del barrio, un barrio sea dicho, que no le dé la espalda al parque y sea un espacio cotidiano más usado, más seguro”, explica Díaz Castro.
Cabe recordar, según el Doctor en Geografía y Filósofo español, Andrés García Lorca en ‘El parque urbano como espacio multifuncional’, que en la concepción moderna es un espacio que tiene funciones de recreación y esparcimiento, ambientales, estéticas, educativas e higiénico – sanitarias. En ese orden de ideas, ¿cuál es el borde ideal de un parque?
El arquitecto Díaz Castro recuerda que hay muchos ejemplos en el mundo de borde ideal, pero cita uno como el Central Park de Nueva York. Alrededor de este gran parque, dice, se desarrolló una mega ciudad con comercios, con construcciones de usos mixtos que miran al parque, un hecho que le da seguridad. “Cuando la ciudad mira al parque, es mucho más seguro, se desarrollan más actividades allí”.
Un caso que describe el aislamiento que existe en la capital de Colombia entre sus parques y sus barrios o territorios anexos es la creación de cerramientos. Para Díaz Castro, el que los parques tengan una entrada, una puerta, facilita el control que sobre ellos ejercen las autoridades de la ciudad o los administradores del parque, pero restringe las conexiones.
“El parque es ideal para moverse dentro de la ciudad, un parque cerrado es muy primario que incluso restringe su uso a lo diurno, pero si al parque le ponemos elementos en el borde, por ejemplo escenarios deportivos y culturales, cuando tengo la posibilidad de esos usos en el borde, es que se generan muchas actividades vitales en un horario mayor”, explicó.
En lo práctico, la propuesta de Díaz Castro, que fue formulada para su título de maestría, establece, por ejemplo, para el CAN o Centro Administrativo Nacional que bordea el Parque Metropolitano Simón Bolívar, la construcción de ocho manzanas o cuadras con servicios hospitalarios, unidades residenciales, culturales o institucionales superiores a los 20 pisos de altura y mirando siempre hacia el parque.
Este tipo de propuestas, explicó el magíster en Diseño Urbano, fue desarrollada en Inglaterra y su trabajo consistió en adaptarlos localmente como una oportunidad para los 21 parques metropolitanos y cerca de 80 parques zonales del territorio bogotano.
“Son propuestas donde estas actividades definitiva y radicalmente pueden formar el borde ideal para un parque lleno de vitalidad, con usos mixtos en una mezcla racional del territorio para tener dinámicas mucho más permanentes”,
Ahora las propuestas de bordes están a la espera de hacer eco en las herramientas de planificación de la ciudad, -en este momento se revisa el Plan de Ordenamiento Territorial, en el que se especifica la construcción de 29 parques de los que la mitad ya se ha construido-, y como dice su autor, este momento es una gran oportunidad para intervenir estos espacios que ya están consolidados dentro de los territorios pero que les falta conexión con sus barrios y limitan la sostenibilidad y el disfrute de la ciudad.