En el presente y futuro de las ciudades, la accidentalidad vial es un asunto neurálgico. Aquí algunas cifras del mundo y del continente americano
La combinación entre la expansión acelerada de las ciudades y el crecimiento desordenado de su parque automotor, especialmente en los países de ingresos medianos y bajos, está produciendo un cóctel explosivo para la salud pública y la economía.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que las muertes por accidente de tránsito en el mundo rondan ya los 1.3 millones al año. Casi la mitad de estas muertes se producen en las ciudades, y de esas, la mitad tiene como víctimas a peatones, ciclistas y motociclistas. Es claro también que el 90% de las muertes por accidentes de tránsito se producen en países de ingresos medianos y bajos y estos países tienen solo el 54% del parque mundial de vehículos matriculados.
América no es la excepción en esta epidemia planetaria de la accidentalidad vial. De acuerdo con cifras de la OMS, los traumatismos causados por el tránsito en la región se cobran la vida de unas 154.089 personas al año y representan un 12% de las muertes mundiales.
La tasa de mortalidad debida al tránsito en toda la región es de 15,9 por 100.000 habitantes, cifra inferior a la tasa mundial de 17,4. No obstante, “tras este promedio regional se ocultan marcadas diferencias de un país a otro”, como lo advierte la OMS, “ya que las tasas nacionales varían mucho, desde una cifra baja (6,0) en el Canadá a una muy alta (29,3) en la República Dominicana.”
Por ello para contrarrestar las consecuencias de este escenario, la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030 ha fijado una meta muy ambiciosa en materia de seguridad vial: reducir a la mitad para 2020, el número mundial de muertes y lesiones por accidentes de tránsito.