La ciudad colombiana realiza hasta hoy el ‘Foro Alternativo de Ciudades Dignas’ para reclamar por un desarrollo incluyente.
Ni la ciudad más ejemplar de América Latina, quizás la mayor referencia de resiliencia e innovación social en esta región y con enormes avances en materia urbana, ha logrado superar la trampa de la desigualdad. Hablamos de Medellín, ciudad que ha recibido todos los reconocimientos nacionales e internacionales posibles para una ciudad en el mundo, pero que todavía tiene en varias de sus zonas precariedad, familias sin servicios básicos y violencias cotidianas.
Es por ello que tiene toda la pertinencia y sentido el ‘Foro Alternativo de Ciudades Dignas’ que se adelantará hasta este domingo con el lema ‘Por el derecho al ciudad, la vida digna y la paz territorial’, organizado por el Movimiento de Pobladores por la defensa y construcción social del territorio.
“Es por eso que ustedes, academias, académicos, pensadores estudiosos, ustedes son muy importantes para ayudarnos a pensar y a construir la ciudad que queremos, una Medellín que puede ser innovadora, pujante, sostenible, pero sobre todo digna, popular, socialmente justa, incluyente y en paz”, dicen los apartes de la Carta de Amor a la inteligencia de Medellín con la que se detonó este evento en la ciudad y que quiere promover una reflexión con todos los actores necesarios, sobre la manera en que se implementa la transformación de la ciudad y los efectos sobre sus ciudadanos más humildes.
“El derecho a la ciudad lo pensamos como la posibilidad a construir la ciudad conjuntamente y que se reconozca de esa manera”, dijo Fernando Zapata, integrante del Movimiento de Pobladores y también investigador del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales, Urbam de Eafit y estudiante de maestría en Proceso Urbanos y Ambientales de la misma universidad.
Agrega que el Foro se realiza con la necesidad de evidenciar que en Medellín el desarrollo, la innovación, la renovación de la ciudad ha pasado, en muchos casos, por encima de las comunidades que construyeron la ciudad, desconociendo su aporte.
Señala que las comunidades fueron los constructores informales de las laderas, del norte, del oriente de la ciudad y que es necesario que se reconozca esa contribución a la hora de desarrollar los proyectos públicos, pero sin pasar sobre los derechos, la memoria y las necesidades de los pobladores.
Aunque no hay duda que la ciudad ha tenido avances. De acuerdo con cifras del Informe de Calidad de Vida presentado por la organización Medellín Cómo Vamos, en la ciudad entre 2015 y 2016 el índice de Gini se redujo en un 2,25%, ubicándose en 0.478. Esta reducción fue la mayor entre las más importantes ciudades de Colombia.
También tanto la tasa de pobreza como la tasa de pobreza extrema siguieron con la tendencia descendente. Así, entre 2015 y 2016 la tasa de pobreza se redujo un 1,6%, ubicándose en 14,1%, aunque esto significó en términos absolutos, para Medellín, un aumentó en 13.150 personas más en dicha condición entre ambos años. Por su parte, la tasa de pobreza extrema pasó, de 3,3% en 2015 a 2,9% en 2016, siendo la mayor reducción entre las principales ciudades colombianas.
Pero también hay indicadores que hacen evidentes las asignaturas pendientes de la ciudad: En lo que respecta a las carencias de vivienda, el déficit cuantitativo creció en 34% entre 2015 y 2016, equivalente a 8.282 viviendas, superando el aumento observado entre 2014 y 2015 que fue de 3%. Asimismo, el déficit cualitativo de vivienda aumentó en 15% entre 2015 y 2016, esto es en 6.789 viviendas, superando también el aumento presentado entre 2014 y 2015 que fue de 3%. Los hogares deficitarios, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, continúan concentrándose en las mismas zonas: Popular, Manrique, Villa Hermosa, Aranjuez, Santa Cruz y San Javier, de acuerdo con Medellín Cómo Vamos.
Justamente en materia de hábitat y vivienda es donde, según el Movimiento de Pobladores, hay mayor vulneración en el derecho a la ciudad. Casos recientes como el diseño de un nuevo Metrocable sin pensar en las soluciones de vivienda digna para las 600 familias vecinas del proyecto en el barrio La Paralela o el incendio reciente en Moravia donde se le impide a 256 familias que construyan de nuevo y no se les ofrece ninguna solución definitiva de vivienda, son algunos de los ejemplos que hace evidentes el Foro.
Mientras tanto, en materia de servicios públicos, Medellín reporta altos niveles de cobertura en los servicios de energía, recolección de basuras y gas domiciliario, pero en cuanto al acueducto, la cobertura a 2016 fue de 96,6% y la de alcantarillado sanitario fue de 92,6%, lo que indica que aún hay hogares y familias que no gozan del servicio público de aguas en Medellín.
“Si el desarrollo de la ciudad moderna, la renovación nos está costando cercenar la parte más vulnerable de nuestra ciudad, no está bien. No puede ser posible el desarrollo con base en el dolor, nos ha faltado inteligencia como sociedad para desarrollarnos sin maltratarnos”, enfatizó Fernando Zapata.
Y sus observaciones las hace Zapata mientras él y los integrantes del Movimiento realizan una de las actividades del Foro, en medio de dos espejos de la situación de las comunidades vulnerables de Medellín: de un lado los escombros de un reciente incendio en el barrio Moravia que dejó más de 400 personas sin hogar cuando sus viviendas, casi todas de madera pues es un asentamiento históricamente informal, desaparecieron entre las llamas que causó un corto circuito.
Por el otro lado, entre esos afectados que se refugiaron en carpas plásticas y colchones en el suelo de tierra, bajo uno de los símbolos más grandes de la modernidad de Medellín: el puente de la Madre Laura, el viaducto intraurbano más largo de Colombia y que los movimientos denuncian, dejó más de mil familias desubicadas durante su proceso de construcción. Ello por las negociaciones a bajos precios de sus hogares y por las expropiaciones necesarias para la obra, entre otras afectaciones.
“Esto es un tragedia brutal vivir bajo un puente no es una vivienda digna y ellos lo hacen porque no tienen cómo solucionar y estos fenómenos se repetirán en las grandes ciudades de Venezuela, en Perú, en Colombia en todos lados si no somos lo suficientemente inteligentes”, expresó.
Allí también esta Carlos Bedoya, un líder comunitario quien no oculta sus reproches históricos al sector público en la vulneración del derecho a la ciudad de su comunidad en el nororiente de Medellín.
“Sentimos en carne propia ver esta personas aquí, después de años de ver cómo llegamos a los territorios y nos tocó hacer vías, hacer viviendas, hacer centros de reunión comunitaria, todo esto nos tocó planearlo a nosotros. Por ejemplo dijimos ‘vamos a hacer una calle, a señalar el espacio deportivo, el del colegio’ y así”, expresa reiterando que se sienten en pleno derecho de reclamar como planificadores de la urbe.
Y es que la ciudad no la han construido solo las alcaldías, exclama Paula Andrea Vargas, Trabajadora Social, magister en Ciencias Políticas y docente del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia que hace parte del Centro de Articulación Universidad – Comunidad.
“El derecho a la ciudad es la posibilidad estar y hacer parte de un territorio y que se reconozca la construcción social que se ha hecho de los territorios: no solamente la construcción la ha realizado el ente gubernamental sino también los pobladores lo han hecho. Y cuando ellos hacen alusión al derecho de ciudad es reconocer lo que ellos han ayudado a construir ciudad”.
Explicó que frente la búsqueda de acciones más conciliatorias de aportar en las soluciones, como la Carta de Amor dirigida a la academia; en realidad están implementando distintas estrategias para fomentar la reflexión y hallar soluciones a las problemáticas urbanas que destaca, son similares en cualquier ciudad Latinoamericana.
“Los movimientos nos movemos en varias estrategias como la pedagógica, la jurídica y la de movilización e incidencia política”, explica Vargas López.
Desde lo pedagógico para acceder a la información de qué es el derecho a la ciudad, la gestión comunitaria del riesgo, qué son territorios de alto costo, encuentros comunitarios y formativos.
En lo jurídico, los movimientos buscan asesorías en distintos niveles para acceder a la información jurídica, su comprensión y de esta manera acompañar a los líderes de las comunidades en la defensa de sus territorios.
Finalmente, desde la movilización e incidencia política están actividades que ella llama de “resistencia” como murales, teatro, documentales, las colchas de retazos y así generar reflexiones más tranquilas que la protesta convencional.
A ellos se agrega la solicitud de comisiones accidentales en el Concejo de la ciudad y el trabajo mancomunado con concejales que apoyan la defensa del derecho a la ciudad.
El Foro continuará este domingo con distintas actividades tendientes a fomentar la reflexión en la ciudad y como dice la Carta de Amor a la inteligencia de Medellín, “Es hora de que la academia y los pensadores se pongan de pie, salgan de las oficinas y los claustros, para caminar con nosotros en los barrios, para que entre saberes y conocimientos, construyamos una ciudad amorosa e inteligente”.
Porque lo cierto es que de Medellín a Nueva York o de Ciudad de México a La Paz, las ciudades comparten un mismo problema: no han resuelto de manera definitiva cómo darle dignidad a las personas en materia de vivienda, ni a quienes viven en asentamientos informales y cómo evitar que fenómenos cada vez más comunes como la gentrificación (elitización de zonas urbanas) no excluyan y hagan de las ciudades espacios para unos pocos y no para todos, como debe ser.