Comprender la relevancia de los datos dentro de la gestión urbana, incluir al ciudadano en la toma de decisiones, construir una visión concertada de largo plazo y asumir la voluntad política de aplicar un modelo sostenible, son algunas de las recomendaciones de la gestora urbana, Bibiana María Guerra De Los Ríos, para promover ciudades sostenibles.
Algunos ejemplos latinoamericanos de ciudades enfocadas en un modelo de desarrollo sostenible han cobrado vigencia en los últimos años, lo que ha significado un impulso para que otras urbes sigan por la misma ruta.
Una ciudad como Cuenca (Ecuador), por ejemplo, ha mantenido el reto de ser una ciudad histórica, verde y sostenible, teniendo como base los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en pleno progreso, pero protegiendo su ruralidad y su valor histórico.
Algo similar se podría decir de la ciudad colombiana de Montería, destacada en 2016 como una de las 10 ciudades más sostenibles del mundo (reconocimiento entregado por WWF y ONU Habitat), y que ha basado su compromiso en políticas públicas de largo plazo en materia ambiental, además de la continuidad y voluntad política para avanzar en un urbanismo de cara a su río, el gran Sinú.
Para definir una mejor modelo para las ciudades en materia de desarrollo sostenible, LA Network dialogó con Bibiana María Guerra De Los Ríos, economista y gestora urbana de la Universidad de Nueva York y magíster en Planeación Urbana, para conocer sus reflexiones y recomendaciones.
En términos económicos, ¿cuáles son los conceptos de lo correcto que debe hacer una ciudad bien planificada que aspire a un desarrollo verde y sostenible?
El modelo económico debe estar impulsado por un crecimiento sostenible basado en el uso eficiente de los recursos, más propiamente dicho, en la economía circular. Este concepto busca reducir, reciclar y reusar los materiales para extender su vida útil lo más posible. Adicionalmente, una ciudad bien planificada debe contar con visión de largo plazo concertada entre los tomadores de decisiones, sociedad civil, academia y sector privado. Una relación fluida entre los actores podría garantizar el éxito de una ciudad mediante la buena gobernabilidad.
En contraste y de acuerdo con su experiencia, ¿cuáles son los mayores errores que presentan las ciudades que imposibilitan su desarrollo sostenible? ¿Es la falta de voluntad política el primer escalón que no se sortea?
Así es, un factor de éxito en la gestión política es la voluntad de los gestores. Nos dicen con frecuencia que la inversión y el desarrollo se frenan por falta de recursos, la verdad es que hay suficientes y empezar a priorizar es una tarea importante para implementar proyectos. Otra gran barrera que veo es la debilidad en la estructuración de los proyectos y la asistencia técnica que los expertos pueden brindar a las entidades territoriales, pues la mayoría de proyectos no avanzan por problemas en estas primeras fases y se quedan en el papel, en ideas.
¿Qué significa para usted la región Caribe en ese camino de sostenibilidad colombiana? ¿Ve el caso de Montería como positivo?
Sin duda alguna. La gestión y, aún más importante, la continuidad en materia política y de ideas de los últimos alcaldes de la ciudad, logró no solo cambiarle la cara a Montería sino posicionarla en el ámbito mundial como una ciudad hecha para la gente, con un parque lineal que permite que la ciudad le dé la cara al río y que la gente pueda caminar y montar en bicicleta tranquilamente; el río se convierte en una plataforma para la movilidad acuática y el espacio público es el sitio donde la lectura, los encuentros y la recreación toman forma. Es bien sabido que la Región Caribe tiene un gran potencial en estos temas, pues cuenta con recursos hídricos y ambientales importantes, así como en materia agrícola. El reto es poder articular los actores y lograr concretar una visión de largo plazo que dé respuesta a sus necesidades.
En una columna reciente decía que «ahora los tomadores de decisión cuentan con un sinnúmero de información a su alcance que ayuda a mejorar diagnósticos e implementar políticas más apropiadas para sus ciudadanos». ¿No se están aprovechando bien en favor de la sostenibilidad?
En Colombia no. Apenas estamos interiorizando y comprendiendo la relevancia de los datos dentro de la gestión urbana y es de suma importancia para comprender la realidad (diagnóstico), el contexto y la forma en que se pueden satisfacer esas necesidades y solucionar los problemas. Entiendo que hay que hacer un sacrificio para entregar información de nuestro diario vivir, pero es que solo así podremos entender la realidad integralmente y avanzar, para que esa información se vuelva útil a favor del desarrollo sostenible y el crecimiento económico en beneficio de todos.
¿Para usted cuál o cuáles ciudades en Colombia han dado pasos importantes en temas de economía verde? Además, ¿cuál es hoy la ciudad en Latinoamérica que mejor entiende el concepto de economía circular?
Bueno hasta ahora creo que no hay un solo ejemplo que reúna todas las características, pero hay varias que tienen casos de éxito. Por ejemplo, en el departamento de La Guajira se están implementando proyectos de energía eólica y solar; en Cali la noche representa oportunidad de negocios. Otras ciudades como Bogotá y Medellín han peatonalizado varias de sus calles y el porcentaje de viajes no motorizados ha aumentado.
Valledupar es líder en arborización y los sistemas de transporte público en otras ciudades también juegan un rol dentro de la economía verde. En América Latina, los temas de reciclaje y tratamiento de aguas son los de mayor relevancia dentro de la economía circular. En ese sentido, ciudades en México, Bolivia, Chile, Brasil y Perú son quienes más avanzan con proyectos de energías renovables, reciclaje y aguas residuales.
En relación con ese concepto que se encierra en ‘avanzar’, siempre escuchamos que «No hay ciudad inteligente sin ciudadanos inteligentes», ¿será que muchos gobernantes ignoran la inteligencia de sus ciudadanos y ese es otro obstáculo, la falta de participación?
Sin duda es otro obstáculo. Un ciudadano inteligente es aquel que participa activamente en la construcción de su ciudad, que ejerce deberes y no solo reclama derechos, que sabe qué necesita y exige. Puede ser que los gobernantes quieran facilitar y acelerar la toma de decisiones, y por ello evitan la participación; sin embargo, es bien sabido que los proyectos que cuentan con participación ciudadana desde el principio tienen casi que garantizado su éxito así que la fórmula está prácticamente dicha. Lo cierto también es que tanta democracia puede jugar en contra.
Una reflexión final sobre ¿cómo se fortalecerán las ciudades tras la pandemia para ser más sostenibles?
Siempre he creído que «hay que pensar global y actuar local». Las ciudades son los microespacios donde ocurren las cosas, por eso son también los lugares desde donde se debe avanzar en sus retos. El desarrollo económico local se fortalecerá aún más en el contexto actual. Sin embargo, no deben actuar solas, y menos con los procesos de globalización que continuarán. Alcaldes y gobernadores deben alinearse para fortalecer las acciones, pues, en ocasiones, los problemas superan los límites administrativos y al final una ciudad no es una isla. Hemos presenciado cómo los alcaldes han liderado la mitigación del COVID-19 en el país (Colombia), son ellos los más cercanos a su ciudadanía, a los acontecimientos. Sin duda, la ciudad como fuente de empleo, educación, salud y recreación será líder en la reactivación Poscovid.