Ciudades intermedias: un nuevo modelo de vida en Argentina

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Ciudad de Tandil (Argentina). Foto: Municipalidad de Tandil.

Por: Ana Fehrmann 

Hace varias décadas viene consolidándose una tendencia a nivel mundial respecto del aumento de la población urbana. Sin embargo, la ocurrencia de un factor externo como lo fue el surgimiento de la pandemia de COVID 19 en el año 2020 ha marcado un punto de inflexión respecto a los modos de vida en distintas sociedades, poniendo en discusión cómo se abordan diversas cuestiones y problemáticas relacionadas con el funcionamiento de la vida en las ciudades.

En ese marco, la crisis sanitaria puso en evidencia numerosos problemas cotidianos de las grandes ciudades, sobre todo de países en vías de desarrollo como Argentina, en donde el crecimiento urbano ha carecido de una adecuada y suficiente planificación. El aislamiento social obligatorio expuso las condiciones de vida precarias en los barrios populares que se manifiestan concretamente en las dificultades que enfrentan miles de personas que se encuentran en situación de extrema pobreza, como el grado de hacinamiento crítico de las viviendas o las complicaciones que trae aparejado la falta de acceso a servicios públicos, como el agua potable. A esto se agrega la insuficiente e inequitativa distribución geográfica de espacios verdes de calidad para muchas personas. Asimismo, la obligatoriedad del trabajo remoto mostró la excesiva cantidad de horas que destinan diariamente muchos individuos trasladándose hacia sus trabajos o centros educativos. Estos escenarios dejaron de manifiesto el bajo nivel de calidad de vida de los ciudadanos.

La cristalización de las circunstancias enumeradas anteriormente alentó una tendencia que en parte ya se encontraba instalada, pero que tomó más fuerza debido a la coyuntura. La misma se relaciona con la búsqueda de nuevos hábitats y estilos de vida, y supuso alejarse de las urbanizaciones de mayor tamaño. Esto promovió y acompañó la discusión acerca de la conveniencia que supone impulsar las denominadas ciudades intermedias, y la viabilidad que tienen para desarrollarlas de manera sostenible.

La promoción de las ciudades intermedias se respalda en una extensa literatura que aborda las bondades de potenciarlas, identificando entre ellas la descentralización poblacional que podrían habilitar y la posibilidad que presentan para alcanzar una mayor cobertura de los servicios de infraestructura. Además, ofrecen la oportunidad de crear una ciudad planificada desde su conectividad y accesibilidad, y poder, de este modo, alcanzar una mayor resiliencia frente a los desafíos planteados por el fenómeno del cambio climático.

Entre las discusiones actuales, se plantea cómo pueden los Estados aprovechar esta conjunción entre la situación estructural y coyuntural para llevar a cabo un modelo de ciudad sostenible que esté orientado y basado en concretar una calidad de vida adecuada para sus habitantes a partir de una planificación integral.

Particularmente en Argentina, la implementación concreta de la agenda urbana de ciudades intermedias tiene el potencial de contribuir a descentralizar la concentración, tanto de su población como de sus recursos. En este marco, vale mencionar que éste de carácter federal con una organización demográfica particular en tanto el 91 % de su población vive en áreas urbanas en una superficie que ocupa el 0,5 % del territorio nacional.

El sistema de asentamientos del país está conformado, de acuerdo con los datos del Censo 2010, por 3.392 localidades que, al clasificarlas de acuerdo con su población, se distinguen 198 ciudades de tamaño intermedio – conformadas por agrupaciones entre 20.000 y 200.000 habitantes – que concentran casi el 30 % de la población nacional. De este conjunto, 58 forman parte de los 33 grandes aglomerados y 47 de ellas son capitales provinciales. Las restantes 140 se desempeñan como cabeceras municipales. En relación con ello, se entiende que, debido a su jerarquía, todas ejercen un rol significativo en sus territorios relacionado tanto con funciones administrativas como de provisión de bienes y servicios.

Pero ¿Cuáles son las características intrínsecas de las ciudades intermedias que pueden contribuir al desarrollo sostenible en el país y hacia qué objetivos se orientan?

En primer lugar, se da cuenta que su importancia radica en la ubicación geográfica, entre los grandes centros urbanos y las áreas rurales, con una distribución uniforme, proporcionada y equilibrada en toda la superficie nacional. Asimismo, dada su presencia en todo el territorio nacional, podrían contribuir a equilibrar las desigualdades regionales en torno a la disposición poblacional urbana y concéntrica, equiparando la igualdad de oportunidades de los ciudadanos entre las distintas regiones.

Además, por su ubicación intermedia – entre las grandes y las pequeñas ciudades – pueden constituirse como centros de servicios, complementando a las áreas circundantes, generando redes intra e interregionales que les permita afianzar y robustecer su desarrollo, sobre todo en regiones como Cuyo y la Patagonia que tienen la particularidad de presentar una mayor concentración de habitantes en ciudades de tamaño intermedio. Esto podría convertirse en un factor positivo ya que, ante la ausencia de grandes ciudades en estas zonas, éstas podrían adquirir mayor importancia y ser una oportunidad para consolidar un desarrollo urbano equilibrado.

En segundo lugar, se advierte que poseen una masa crítica que les permite contar con economías de escala suficientes para el desarrollo y el funcionamiento de la ciudad. También cuentan con una estructura urbana existente más compacta y con una densidad más conveniente que las localidades lo que favorece un consumo más eficiente de los recursos – suelo, infraestructuras, equipamientos y servicios esenciales – reduciendo el costo de los mismos.

Se observa que en Argentina la expansión de las localidades de tamaño intermedio ha sido menor en relación con las pequeñas y grandes aglomeraciones urbanas; por eso concretar el completamiento de las redes de infraestructura podría tener un costo hasta un 50 % menor que en las demás.

Estos núcleos urbanos tienen el potencial para profundizar en los conceptos de proximidad y escala humana, basándose en un modelo de desarrollo sostenible, afianzando ciudades con oportunidades para todos y promoviendo el bienestar de los ciudadanos. Las localidades intermedias pueden materializar y hacer efectiva la denominada “proximidad 15 minutos”, promoviendo que las personas puedan satisfacer sus demandas – salud, educación, etc. – en un entorno cercano a una distancia no mayor al cuarto de hora apoyado en medios de movilidad activa. Una ciudad basada en estos principios está mejor preparada para enfrentar eventos climáticos extremos, siendo capaz a la vez de contribuir en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y alcanzar la carbono neutralidad.

En tercer lugar, pueden motorizar el desarrollo, convirtiéndose en polos sociales y económicos que, a partir de la especialización y de un crecimiento productivo sostenido pueden agregar valor y promover el arraigo de la población mediante las posibilidades intrínsecas que surgen en ellas. Esto permite el crecimiento y la consolidación de las ciudades basadas en perfiles determinados, tanto a escala local y/o regional que se definen según su función predominante y estratégica – cultural, turístico, logístico, administrativo, industrial, agropecuario, etc. Por ello es que, de acuerdo con sus 2 atributos y recursos, unas brindan complementariedad con otras, conformando sistemas policéntricos que les permiten interactuar, colaborar y optimizar su desempeño, generando sinergias y fortaleciendo el intercambio de recursos, bienes y servicios en su región. De esta manera se alcanza un sistema de ciudades que se pueden complementar, asociar y potenciar entre sí, dinamizando sus atributos con el propósito de optimizar su desarrollo económico.

En conclusión, las ciudades intermedias de Argentina tienen el potencial de descentralizar los centros urbanos y metropolitanos de mayor tamaño y promover un federalismo más justo y equitativo. Así, mediante la implementación de un diseño urbano centrado en las personas podría ser posible materializar el Derecho a la Ciudad. De ello se desprende la importancia de llevar adelante políticas públicas que incorporen una visión integral y aborden el desarrollo con una perspectiva multisectorial y multidimensional.