Luego que la ONU adoptó una hoja de ruta global para batallar contra la urbanización acelerada, la atención está en la implementación de la Nueva Agenda Urbana (NAU), diseñada para lograr el desarrollo sostenible de las ciudades a largo plazo.
A la ciudad de Quito acudieron los países con la convicción de que “la urbanización es un desafío sin precedentes”, ante el cual el planeta requiere ciudades sostenibles e inclusivas en las próximas décadas.
Es por ello que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible definió a través de la Nueva Agenda Urbana (NAU), una serie de objetivos generales, como el desarrollo de ciudades sostenibles y compactas, la preservación del medio ambiente y la planificación de espacios públicos y asentamientos informales con participación de los residentes.
Teniendo en cuenta que la urbanización y el desarrollo están íntimamente relacionados y es necesario encontrar una forma de garantizar la sostenibilidad del crecimiento, también se enfocó la mirada en el aumento de la desigualdad, la pobreza urbana, las restricciones a la prosperidad y la urbanización espontánea o no planificada.
Es por ello, que muchos puntos de la Nueva Agenda están relacionados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por la ONU el año pasado para poner fin a la pobreza y la desigualdad al 2030. Uno de los ODS, el 11, busca trabajar por ciudades inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles.
“Sin un plan claro para la aplicación de la Nueva Agenda Urbana y los ODS relacionados, no vamos a alcanzar el progreso necesario, incluso para la calidad básica y medios de vida en los asentamientos urbanos informales y otros,” explicó Timon McPhearson, profesor asistente de Ecología Urbana de la Nueva Escuela de Nueva York.
En el caso de Latinoamérica y el Caribe, en Quito quedó plasmada su visión sobre el futuro de las ciudades y los asentamientos humanos, lo mismo que una propuesta de instrumentos necesarios para construirla.
Dicha visión fue esbozada previamente en Toluca, México, donde se reunieron en abril de 2016 los representantes latinoamericanos y caribeños. En ella se enfatizó que el 80% de la población de la región reside en localidades urbanas, con grandes desafíos para consolidarse como motores del desarrollo y como espacios de oportunidad que ofrezcan condiciones óptimas para el ejercicio de derechos por parte de toda su población.
Mediante doce mesas de diálogo, en Toluca se hizo explícito que los derroteros de América Latina y el Caribe para definir un compromiso compartido con la urbanización sostenible, deben tener en cuenta aspectos tales como: la definición de zonas económicas especiales y megaproyectos para el desarrollo regional; transformar las economías de los sistemas urbano-rurales, para incrementar la productividad, generar valor agregado y fomentar la innovación y el conocimiento; y, para lograr la gobernanza de las metrópolis, tener una visión integral y de largo plazo del territorio, en la que la participación ciudadana intervenga en la gestión.
En cuanto a la expansión de las ciudades, en América Latina y el Caribe es prioritaria la gestión inteligente de la frontera urbana, con planes que regularicen la oferta del suelo urbanizable y el reparto equitativo de costos y beneficios de la expansión.
También fueron analizados en el marco de esos derroteros: la transformación espacial hacia nuevas vocaciones, dándole un aprovechamiento óptimo a los predios intraurbanos subutilizados; la atención prioritaria al mejoramiento del entorno y su infraestructura (servicios básicos, espacios públicos dignos, equipamientos de calidad); las intervenciones urbanas para la prevención de la violencia; una nueva cultura del espacio público y la movilidad; y el aprovechamiento del parque habitacional existente, mediante planes de mejoramiento, ampliación y vivienda progresiva.
Así las cosas, la Nueva Agenda Urbana convoca al mundo a sistematizar la alineación entre las ciudades y los objetivos de la planificación nacional en su papel como motores del desarrollo económico y social nacional. Bien lo señala Joan Clos, director ejecutivo de ONU Hábitat: “no hay que temer a la urbanización. Hay algunos países que desean parar la urbanización, poner un muro delante de ella. Nosotros queremos guiarla, ayudar”.
“Es tiempo de pensar urbano”. Ese es el blanco de la movilización promovida por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, que en Quito hizo hincapié en que si “la urbanización se ha convertido en una fuerza de conducción”, también lo debe ser “como una fuente de desarrollo con el poder de cambiar y mejorar la vida”. La implementación de la Nueva Agenda Urbana tiene ese enorme reto.