“Crear una cultura de pago es construir ciudadanía”: Josefa Monge, directora de CUMPLO

derecho_1
LA Network
8 diciembre, 2016 - Empresas

Considerada como la plataforma de financiamiento colaborativo más grande de Latinoamérica, CUMPLO (http://cumplo.cl/) es una organización pionera en la región.

img_5696
Josefa Monge, cofundadora de CUMPLO y directora del Sistema B en Chile.

El foco lo tiene puesto en las pequeñas y medianas empresas. Hace parte del movimiento global que se conoce como Sistema B, cuyos líderes constantemente están intercambiando experiencias para co-construir una estrategia común cada vez más sólida que permita aumentar el impacto positivo en la sociedad, a través de la innovación, el emprendimiento y la sostenibilidad. LA Network dialogó con Josefa Monge, cofundadora de CUMPLO y directora del Sistema B en Chile.

https://www.youtube.com/watch?v=epmaaQY07Ac&feature=youtu.be

Si no es a un banco, ¿a qué se puede equipar CUMPLO?

En realidad somos una empresa de financiamiento pero colaborativo. Esto es, que muchas personas le puedan prestar a una pequeña o mediana empresa. En el fondo, es volver a Gracia, es volver a una plaza pública del pasado. Solo que ahora es virtual. Una plaza donde ocurren transacciones. Y, dentro de las muchas transacciones que hoy pueden ocurrir en esa plaza, están los créditos.

¿De dónde sale un nombre tan acertado como CUMPLO?

Para llegar al nombre dimos muchas vueltas. Pero lo que nosotros sí teníamos claro era que había que construir una cultura del cumplimiento, una cultura de pago. Como ninguno de los fundadores proviene del mundo financiero, nosotros intuíamos que una cultura de pago, además de terminar con la extracción de valor especialmente de las familias que más les cuesta llegar a fin de mes, era con educación financiera y con persuasión para que las personas no se endeuden más allá de lo que necesitan o más allá de lo que van a poder pagar. Por eso le pusimos el nombre de CUMPLO, porque además queríamos que fuera una plataforma creíble para las personas que prestan su dinero.

¿Qué ingredientes se requieren para crear una cultura de pago? 

En realidad, cuando una persona no tiene para pagar, no paga. Lo que pasa es que si le gatillan las cláusulas de aceleración del crédito, que lleva a que si usted está pagando un cinco o un diez por ciento de interés termine pagando el 50 por ciento, esto se convierte en un muy mal negocio. Es convertir la deuda en impagable. Entonces lo que hay que hacer es un trabajo bastante amplio, que parte desde la ética de quienes toman el crédito, de la ética de las entidades que dan el crédito, las cuales tienen que reflexionar mucho sobre este aspecto, y que pasa por la educación financiera, porque muchas personas se endeudan más allá de sus posibilidades, toman el crédito equivocado y también hay mucha falta de transparencia, mucho abuso. Entonces la maravilla que trae internet, aparte de que podemos colaborar y encontrarnos en plazas virtuales, es que también trae una transparencia descarnada. Para bien o para mal, ahí estamos evidenciados todos, ahí está a los ojos de todos la capacidad de pago, están todos los costos a la vista y también el no pago, que obra como un disuasivo. Así vamos construyendo, de a poco, el convencimiento de que el no pago perjudica y perjudica bastante. Yo creo que hay una mejor voluntad de pago cuando uno se da cuenta de que no lo están abusando. Yo creo que en una cultura abusiva merma la voluntad de pagar. A nosotros nos ha pasado, con personas que nos dicen que están en la quiebra, que por tener una ética del cumplimiento, nos manifiestan que una vez resueltos sus problemas se acercarán a pagar. Manifiestan que lo hacen porque encontraron a personas que creyeron en ellas y que no se benefician de cuando se atrasan.

¿Está dentro de las posibilidades que una persona definitivamente no pague?

Nadie está exento de riesgos. Está dentro de las posibilidades que una persona no pueda pagar. Pero nosotros creemos que quien ha entendido el valor de una cultura de pago, que quien ha entendido el valor que significa el no beneficiarnos de la mora, eso crea una especie de buena voluntad para saldar las deudas.

Esto, más que un negocio es una construcción de ciudadanía.

Absolutamente. Y de varias maneras. Eso es lo bonito. Nosotros al final somos una especie de plaza pública o comunidad virtual donde las Pymes tienen mucha visibilidad. Y en esa comunidad pasan cosas. Y no solamente pasan cosas para las cuales construimos la plataforma, como los encuentros entre personas que quieren prestar y personas que requieren dinero. También se hacen negocios. Los inversionistas no desprotegen a las Pymes, les dan consejos mediante un chat abierto entre la persona que está pidiendo el dinero y todos los potenciales prestamistas, lo interrogan no con base en la desconfianza sino tratando de que acierte en su negocio o le muestran otras alternativas posibles. En nuestra plaza virtual pasan cosas muy esperanzadoras. Estamos generando valores a escala humana, así no nos estemos viendo las caras porque las conversaciones son a través de un chat. Eso es lo que a mí más emociona.

¿En la mente de quién o de quiénes se prendió la luz germinal de esta idea?

Este modelo de negocio colaborativo, o préstamo entre pares, nació en Inglaterra. Después el ejemplo lo siguieron en Estados Unidos. Nosotros nos encontramos con estas experiencias en un seminario, donde nos miramos las caras diciéndonos que esto es el antídoto contra tantos males que estamos viendo en Latinoamérica, como es el sobreendeudamiento, la falta de transparencia, el abuso, la ignorancia y la avaricia llámese como se llame.

Se advierte que el propósito de ustedes no es cazar una pelea con la banca tradicional y abusiva.

Nosotros somos bastante propositivos. Que hay avaricia, hay avaricia. Pero hay gente muy valiosa que está detrás de los bancos y que simplemente no se ha dado cuenta de lo que ocurre en la ventanilla, no sabe o no han querido saber a quién le están concediendo un crédito, en qué condiciones, si realmente la persona está en capacidad de pagar. Los créditos nos están reflejando el riesgo que representa una persona. En Chile los niveles de riesgo crediticio están muy mal medidos. Entonces es muy difícil avaluar el riesgo de una persona y prestarle de acuerdo al riesgo que representa. Hay personas que en cuestión de préstamos le tiran a todo lo que se mueva y al final los buenos pagadores pagan por los malos pagadores.

¿Mediante qué estrategias convencer a los banqueros que no se han dado cuenta de lo que pasa en la ventanilla?

Nosotros sabemos que no estamos acá para pontificarle a nadie, más aún cuando ninguno de nosotros en CUMPLO proviene del sector financiero. Yo podría contar cincuenta mil historias de las personas que han llegado a nosotros en demanda de un crédito. Esas historias nos abrieron los ojos. Yo le diría al banquero que le pregunte a la persona que trabaja en su casa, que le pregunte a su chofer, que le pregunte al cartero, que le pregunte al jardinero, que le pregunte a la persona que lo atiende en el supermercado, cuál es su relación con el dinero, cuál es su relación crediticia, a qué tasas se endeuda, qué porcentaje de su remuneración destina a fin de mes a pagar la cuota del crédito. Ese es un estudio de mercado mínimo que debería hacer cualquier alto ejecutivo. Y yo creo que verían varias cosas que no han visto o no han querido ver. Pero como nosotros tratamos de pensar siempre en positivo, digamos que son cosas que no han visto. Mi recomendación es que abran los ojos.

En un balance somero, ¿qué ha sido positivo y qué ha sido negativo en el trasegar de CUMPLO?

Nosotros nacimos como una plataforma de crédito a personas. Sin embargo no se nos dieron las cosas, no nos sentimos capaces de seguir adelante con el negocio de esa forma porque, como lo dije antes, en Chile está muy mal medido el riesgo. Pero sí nos dimos cuenta de que las pequeñas y medianas empresas representaban también a muchas familias que en la base de la pirámide estaban esperando un empujoncito para surgir y con las cuales igualmente se podía hacer cultura de pago. Hoy tenemos como desafío crear algún día una fundación que se preocupe de la educación financiera. También queremos seguir creciendo e ingresar al negocio inmobiliario. Queremos expandirnos por Latinoamérica. Pero como son tantos sueños a la vez, es mejor concentrarnos y fortalecernos en las tareas que estamos haciendo bien.

Y tratándose de dinero, ¿han tenido algún tropiezo con la autoridad?

Al principio. Cuando éramos nadie, cuando éramos cinco chicos en jeans y polera, alguien nos acusó ante el regulador y a los pocos días la policía allanó lo que nosotros llamábamos oficina. Quedamos estupefactos y con mucho susto, y ahí entendimos lo que estaba en juego. Por desconocimiento, se creyó que nuestra pretensión era crear un banco para captar dinero y prestarlo nosotros mismos, mientras que en realidad éramos un emprendimiento tecnológico, autorizado para ponerlo en marcha. Esa acusación tuvo algo bueno porque nos sirvió para saber que no podíamos dar pasos en falso, nos dio mucha fuerza, nos dio mucha mística para seguir adelante y nos dio la certeza de que siempre íbamos a ser observados, algo que es fundamental para todo proyecto, sobre todo cuando su carácter es irrumptor. También nos dio bastante publicidad que sirvió a otros emprendimientos que hacia adelante querían hacer cosas parecidas. Hoy CUMPLO, como punta de lanza, ha dado ejemplo de hacer las cosas bien, porque tiene todo tipo de resguardos. Nosotros no hacemos negocios con el dinero y tampoco elegimos a quién sí y a quién no se le presta. Eso se define en la plaza virtual.

¿Cómo logran preservarse de comportamientos dañinos, tan comunes en el mundo de los negocios?

Nosotros como empresa del Sistema B, el cual busca construir una nueva economía, tenemos personas con comportamientos B. Es decir, hacemos parte de una comunidad global de personas poniendo su talento y su vocación al servicio de una nueva forma de hacer negocios, al servicio de darle una vuelta de tuerca a la manera como nos relacionamos como seres humanos. Hacer negocios es una actividad humana. No sabemos en qué momento se volvió algo tan frío, algo tan poco colaborativo. Y esto no es ingenuidad. Cuando uno quiere ser creativo tiene que volver al origen. Una plataforma bien concebida es volver al ágora. El actual sistema ya no da para más.