Un estudio de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), en el cual se evaluaron las principales causas y consecuencias de la obesidad canina, evidencia que la humanización del animal afecta su estado físico.
La vida familiar está marcada hoy por la presencia en los hogares de un integrante ya casi imprescindible: la mascota. Las interacciones urbanas también se han venido construyendo en los últimos años con la presencia de los perros, gatos y demás animales domésticos que el ser humano ha querido llevar al interior de su casa.
Pero un error que se percibe como común cada vez más es querer humanizar a ese animal doméstico. Un estudio desarrollado en la Universidad Nacional de Colombia, Sede Palmira, alerta sobre los riesgos para la salud del animal cuando su dueño pretende llevarlo a ese nivel.
Las zootecnistas Natalia Espinosa y María del Mar Cáceres aseguraron que como parte de su investigación realizaron pruebas bioquímicas en una población de 50 perros, 40 de ellos con obesidad.
“Fuimos a clínicas veterinarias de Palmira, Cali, Tuluá y Florida (Valle del Cauca), les pedimos permiso a los dueños para tomar las muestras y luego les realizamos una encuesta”, comentó la investigadora Espinosa.
Los resultados revelaron dietas inadecuadas por una elevada ingesta de calorías, lo que genera acumulación de grasas. El sobrepeso de estas mascotas se registra porque reciben las sobras de la comida de sus dueños y por la falta de ejercicio, entre otros factores.
Los resultados también demostraron que cierta tendencia en los dueños a “humanizar” a sus mascotas es responsable de este sobrepeso. El 90 % de los perros de la muestra que recibía sobras de la comida de sus dueños, o platos caseros, como caldos y salchichas, presenta obesidad, lo que además provoca afectaciones en su piel y en su sistema respiratorio.
En segunda instancia se evidenciaron indicadores socioculturales. Vivir en una casa o apartamento pequeño, que la convivencia fuera solo con personas de la tercera edad, y la falta de juguetes, son factores que reflejaron correlación con la obesidad del perro.
“La falta de ejercicio es determinante. En ocasiones los dueños solo sacan a su perro para que haga sus necesidades o para caminatas lentas. Otro factor es la ausencia de niños o jóvenes en la casa, quienes suelen estimular más a los perros”, asegura la zootecnista Espinosa.
“Así se ven bonitos”
Además de darles comida casera, los canes obesos estudiados solían recibir alimentación a voluntad o cada vez que les acababa la comida en su recipiente, sin que hubiera un plan de por medio.
Por otro lado, algunos consideraban estética la obesidad de sus perros. “Algunos dueños dijeron que sus perros se veían bonitos así, e incluso se negaron a admitir que su mascota tuviera problemas de peso o exceso de grasa”, cuenta la investigadora.
Además algunos dueños buscaban “consentir” a sus mascotas suministrándoles los concentrados que comían cuando eran cachorros, sin importar la edad que tuvieran actualmente.
Según explica la zootecnista Espinosa, para regular la dieta se debe tener en cuenta la etapa de la vida por la que atraviesan los perros, además de la raza, el sexo, la cantidad de ejercicio que hacen, y también si están esterilizados, pues en este caso su consumo energético disminuye y suele aumentar su peso.
“El 90 % de los perros con obesidad que estudiamos habían pasado por este proceso quirúrgico. Las hembras mostraron mayor propensión a la obesidad”, explica.
Alteraciones detectadas
Los análisis bioquímicos realizados a las muestras de sangre de los perros con obesidad mostraron alteraciones en los indicadores de colesterol, triglicéridos, glucosa, leptina y tiroides, frente a los resultados de canes que no padecen esa condición.
Las razas de la muestra que reflejaron mayor prevalencia hacia la obesidad fueron Beagle, Labrador, Rottweiller y Pinscher. Sin embargo la zootecnista asegura que más determinante que la raza es el manejo de los dueños, pues en algunas razas criollas también se evidenció obesidad.
Dentro de las afecciones que consigna el estudio se encuentran peladuras y mal olor en la piel, causadas por bacterias que llegan como consecuencia de problemas metabólicos. Así mismo reducción de la capacidad respiratoria, diabetes, displasias de cadera y dificultad para correr.
“Buscamos promover la prevención; por ejemplo, la mayoría de los propietarios no saben que al esterilizar a su mascota esta requiere de menos energía para sus actividades diarias, y por eso se debe reducir la cantidad de alimentos que consume”, comenta la investigadora Cáceres.
Según advierten las investigadoras, tener un perro obeso resulta más costoso porque requieren concentrados más caros para mejorar su condición, y también una mayor frecuencia en la consulta a los veterinarios.
Con información de la Agencia de Noticias UN