De El Edén al Parque Público, de cómo los imaginarios construyeron un espacio público potente en Medellín

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El arquitecto colombiano, investigador  y magíster en paisaje, Sebastián Bustamante, quien lanza su primera obra, señala que las ciudades latinoamericanas deben crear paisajes, transformaciones urbanas, a través de las representaciones culturales.

Jardín Botánico. Foto: Alcaldía de Medellín

Paisaje. Según la Real Academia de la Lengua, paisaje es territorio y representación; espacio natural. Sin embargo, para Juan Sebastián Bustamante Fernández, arquitecto colombiano, investigador magíster en paisaje y coordinador de proyectos del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad Eafit (Urbam), en Medellín, el paisaje no es solo un espacio natural, es también una construcción cultural.

“No es solo territorio y representación, es también la construcción del observador, el punto de vista que quien observa y eso nos pone en un dualidad muy interesante. Es entender que territorio y representaciones culturales están directamente relacionadas, en ese sentido la pintura, la literatura y obviamente la arquitectura y los planes urbanos, tienen un significado importante para  crear esos puentes entre cultura y naturaleza”, dice el autor de De El Edén al Parque Público.

El texto, publicado recientemente por la Editorial  Eafit,  aborda la construcción cultural de un territorio en el norte de Medellín que hoy acoge gran parte de sus parques públicos y que se viene construyendo, física y simbólicamente, desde los primeros años del siglo 20; constituyéndose hoy en representación de la transformación social y de espacio público de la ciudad: el Nuevo Norte.

En la actualidad, este espacio acoge parques como el parque temático Explora, el recreativo Parque Norte, el Parque de los Deseos, además del Jardín Botánico y el Planetario Municipal, el campus de la Universidad de Antioquia, el cerro de Moravia -antiguo botadero de basura hoy transformado en un jardín comunitario- y el Centro Cultural de Moravia; integrantes de un paisaje protagonista de la transformación reciente del espacio público.

Pero ese territorio, como lo narra Bustamante Fernández a través de fotografías, nació físicamente y lo más importante para él, imaginariamente, en el inicio del siglo 20 y a pesar de tener un periodo de pérdida de identidad y reputación después de los años 50 y hasta los 90; hoy se consolida como el gran espacio público actual.

El texto, publicado recientemente por la Editorial  Eafit,  aborda la construcción cultural de un territorio en el norte de Medellín que hoy acoge gran parte de sus parques públicos.

Relata que este lugar nació artificialmente en el denominado Bosque Centenario de la Independencia, ‘creado’ por la siembra de 3.000 árboles alrededor de 1913, con lo que afirma el arquitecto y autor, se empieza construir un imaginario de espacio natural, de bosque y parque urbano, la génesis de lo que hoy representa.

Agrega que este lugar era un potrero que, a partir de la creación de ese bosque, se convirtió en espacio público que luego fue conocido como El Edén, y en el que los medellinenses de aquella época disfrutaron gracias a sus casas de baños, del lago, de su entorno natural, fue escenario para el encuentro de los ciudadanos de la naciente ciudad industrial. De hecho, este paisaje atrajo a grandes personajes de la época que tuvieron en torno a este territorio, sus grandes casonas y residencias.

Sin embargo, hacia mitad del siglo llegó su mayor época de crisis. Con las migraciones de rurales de los años 50 llegaron también los barrios de invasión, además se instalaron allí prostíbulos y bares que fueron creando otro imaginario sobre el territorio, uno de bajo mundo que motivó la partida de sus prominentes residentes hacia otros sectores, representación deprimente que fue reforzada hacia los años 70 con la designación del sector de Moravia como botadero municipal.

“De hecho hubo en ese momento (50, 60, 70) proyectos para urbanizar con nueva vivienda pero afortunadamente el Jardín Botánico, planteado por la Sociedad de Arqueología y apoyado por la Sociedad de Mejoras Públicas (SMP); se mantuvo y permitió que ese lugar se protegiera. Lo tuvieron que encerrar entre muros pero allí se consolida esa idea de jardín botánico y ese fue el hito que permitió que no se urbanizara, que se bloqueará, como una especie de cheque en blanco hasta el día de hoy”, destaca el experto y autor.

Para Bustamante Fernández, este trabajo basado en todo el archivo fotográfico de esa época, deja tres importantes reflexiones para las ciudades latinoamericanas.

Según el autor, hay que tener una noción de paisaje entendida no solo como naturaleza, sino como construcción cultural.

El primero es que los proyectos de transformación urbana más “potentes”, deben hacerse aprovechando las construcciones culturales que de ese espacio o territorio tengan los ciudadanos. “No arrancar proyectos de cero sino hacer intervenciones urbanas en lugares que ya tengan una carga de significado, que ya tengan una construcción cultural”.

En segundo lugar, expresa el autor, que las ciudades en Latinoamérica requieren para sus intervenciones urbanas, construir primero una historia, apoyarse en imaginarios y que, como en el caso del Bosque de La Independencia, le dieron la carga simbólica y cultural que le permitieron sobrevivir como espacio público hasta hoy. “Un cúmulo de significados que hacen que los espacios urbanos tengan una carga mayor. No solamente es una intervención física, sino que sean construcciones de imaginarios, de significados, para eso es muy importante construir una historia un relato, un guión”.

Finalmente, que frente al panorama casi apocalíptico de la actualidad -puntualiza Bustamante Fernández-, con al aire contaminado, el agua contaminada, la generación de cantidades desmesuradas de desechos sólidos, con el cambio climático; hay que tener una noción de paisaje entendida no solo como naturaleza, sino como construcción cultural  que permita “seguir pensando el espacio público, el espacio urbano, como una noción articuladora entre paisaje y construcción  cultural”.