El crecimiento de la población mundial ha tomado una forma casi exponencial en las últimas décadas, con esto se han venido creando dificultades y problemáticas en las ciudades en cualquier ámbito que se mire, ya sea por desorganización y gestión de cambio insuficiente por parte de los entes públicos reguladores o simplemente un proceso natural. El propósito del artículo es entender un poco los fenómenos actuales y las formas de desarrollo que surgen como una propuesta integral de mejora para atacar todos los problemas de una manera sistémica.
Históricamente, los planes de desarrollo nacionales de la mayoría de países han pasado de ser proteccionistas a globalistas, en otras palabras, se ha pasado de ser autosuficientes a un mundo totalmente abierto y libre a las importaciones y exportaciones, no solo económicamente sino también tecnológica, política y culturalmente. Este cambio, a pesar de las grandes ventajas que conlleva, ha dejado unas secuelas que hoy en día afectan directa e indirectamente a las ciudades, por ejemplo, el desarrollo industrial se ha concentrado no solo en los puertos, sino también en los centros y muchas de las tecnologías que se usan están en un estado casi obsoleto. Se puede pensar que este caso particular, solo trae problemas ambientales, pero si se mira sistemáticamente, es decir, como un conjunto de partes que interactúan todas entre si y por tanto no se pueden ignorar, surgen muchas más problemáticas como la movilidad, la perdida de hábitat urbano, crecimiento sin planificación e incluso hasta cambios de estilo de vida
Agrupar todas las posibles vías de solución a estos problemas en las ciudades, que no son únicamente por el ámbito industrial, se cumple cuando hablamos de desarrollo sostenible. Un término que se suma a la globalización y se convierte prioridad en los planes de desarrollo de las ciudades hoy en día. Y hablo de ciudades, porque es más común escuchar que se destaquen ciudades en cuanto a la sostenibilidad que países, más que todo por la complejidad y concentración de esfuerzos, ya que es más sencillo y más practico trabajar sobre ciudades que sobre una nación entera.
Lo que inicia como una moda y reto de algunas ciudades por ser sostenibles, se convierte casi que una prioridad, ya que se cambió el chip que trataba de buscar soluciones técnicas y aisladas a los problemas por una mentalidad política más abierta a encontrar soluciones integrales, y esto es lo que logra el desarrollo sostenible, que permite por ejemplo, atacar un problema ambiental alterando parámetros sociales, culturales, de movilidad e incluso políticos, logrando destacar las ventajas y fortalezas de las ciudades.
Una ciudad se considera sostenible, cuando podemos decir que es justa, bella, creativa, ecológica, que facilita el contacto, compacta y diversa. Casos puntuales en los últimos años han sido por ejemplo, Copenhague, Monterrey, Medellín, que a partir de iniciativas ambientales, ecológicas y sociales respectivamente, se han convertido en ejemplo para las demás ciudades. Y es acá, donde surge el principal obstáculo que es el desequilibrio entre las iniciativas de gestión urbana sostenible y la voluntad política, que debilita la planificación sostenible que muchas ciudades hoy pueden tener pero no se ejecutan.
Muchas veces esta misma búsqueda e iniciativa por ser una ciudad sostenible, genera una identidad colectiva que resalta sobre las demás, no viéndolo desde la competitividad, sino como oportunidad, ya que se genera interés internacional en la ciudad y de alguna forma la inversión y apoyo extranjero en todos los ámbitos se agiganta como un efecto de bola de nieve, que permite a las ciudades sostenibles ser mucho más sostenibles.
Es vital que las ciudades se alineen con el fin de lograr alcanzar los retos que se deben asumir para ser sostenible, por tanto, la reestructuración de la planificación debe ser el eje articulador para encontrar soluciones dinámicas ante los cambios y que se mantengan en el tiempo. La educación, es quizás dentro de los retos sostenibles, la más importante y urgente a implementar, ya que no es coherente que ciudades con capacidad económica y buenas políticas, no tenga habitantes capacitados para contribuir a un proceso sostenible.
Como conclusión, vale la pena rescatar que la sostenibilidad es un reto que necesita acciones cambiantes, adaptables, evolutivas y que estén alineadas coherentemente con los cambios además es una cultura que refleja la necesidad de identificar, priorizar, estructurar y ejecutar acciones que conlleven a mejorar las condiciones ambientales, urbanas, sociales, políticas y de infraestructura de las ciudades.